La canción con más giros inesperados: de tortura psicológica a reto viral
En 1974, la empresa Ralston Purina lanzó al mercado Meow Mix, una nueva marca de comida para gatos. Para su promoción, la agencia de publicidad diseñó una canción pegadiza que pronto se convertiría en un ícono publicitario.
Sin embargo, el destino de esta inofensiva canción quedó lejos de ser un simple anuncio. Lo que comenzó como una simple campaña de marketing se transformó en algo mucho más oscuro: se creé que Meow Mix fue utilizado como parte de técnicas de tortura psicológica por la CIA durante la Guerra contra el Terrorismo.
Lo que comenzó como una simple estrategia de marketing terminó convirtiéndose en un método de coerción extrema. Informes desclasificados y testimonios de exagentes revelan que la repetición incesante de ciertas canciones fue empleada en centros de detención clandestinos como una herramienta para desorientar y quebrantar psicológicamente a los prisioneros. Dentro del arsenal de técnicas aprobadas por la CIA durante la Guerra contra el Terrorismo, la tortura musical destacaba por su capacidad de inducir privación del sueño, sembrar confusión y erosionar la resistencia mental sin dejar huellas físicas.

El sonido constante, emitido a volúmenes elevados pero sin alcanzar umbrales de daño auditivo irreversible, se convirtió en un arma de tormento invisible. No era la música en sí lo que torturaba, sino su repetición implacable, un ciclo infinito diseñado para sumergir a la víctima en un estado de desesperación y angustia extrema.
El caso de Abu Zubaydah
Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta práctica es el de Abu Zubaydah, prisionero de Guantánamo retenido sin cargos durante más de dos décadas tras los atentados del 11 de septiembre. Las torturas que sufrió en la prisión, le causaron graves problemas de salud, los cuales empeoraron debido a la falta de atención médica.
Entre los métodos empleados en su interrogatorio se encontró la tortura musical, una herramienta psicológica letal. La exposición prolongada a un sonido repetitivo no solo causaba sufrimiento inmediato, sino que también dejaba secuelas a largo plazo. Algunos prisioneros desarrollaban respuestas automáticas al volver a escuchar la melodía con la que habían sido torturados, un síntoma de estrés postraumático. Para Zubaydah, el sonido dejó de ser un mero estímulo auditivo y se transformó en un detonante de miedo reforzando su trauma y debilitando su resistencia mental.
De arma de tortura a estrategia de marketing
El destino de la canción de Meow Mix ha dado un giro insólito. Lo que alguna vez se vinculó con técnicas de tortura psicológica es ahora el eje de una campaña publicitaria. En su más reciente estrategia, como side un reto musical se tratase, la marca desafía a los amantes de los gatos a escuchar su icónica melodía en repetición durante 12 horas a cambio de premios.
Con el tiempo, más personas han dado credibilidad a la hipótesis de que el jingle se usó como herramienta de tortura, ya sea por la difusión del caso en los medios o por la publicación de documentos que detallan estas prácticas. Aunque algunos la categoriza como un mito contemporáneo, numerosos informes y testimonios han confirmado el empleo de la música como método de tortura.
Hoy, la canción de Meow Mix ha pasado de ser un arma psicológica a convertirse en un juego. Solo que esta vez, los participantes eligen someterse a él.

