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¿Negligencia médica o ignorancia?

Cómo arruinar tu piel, tu bolsillo y tu autoestima en menos de diez minutos con ayuda profesional

Cremas antiacné que provocan más acné. Champús hidratantes que resecan. Desodorantes que, en lugar de eliminar el olor, lo intensifican. ¿Qué es lo siguiente ? ¿Cremas solares que te queman?

Después de esperar seis meses por una cita con el dermatólogo por fin conseguí una consulta de exactamente nueve minutos y medio. Lo suficiente para obtener una receta digna de una farmacia entera: cinco productos, uno con receta y cuatro de venta libre. ¿Diagnóstico? Acné. ¿Análisis? Ninguno. Un ciclo interminable de productos que empeoraban lo que supuestamente iban a curar.

El medicamento principal era Aklif, una crema con una lista de ingredientes tan extensa como sus efectos secundarios. Entre ellos, y no precisamente como una anormalidad, figuraba el acné. ¿Quién me iba a decir que la misma causa de mi consulta iba a ser la solución?

Pero no hay nada de lo que preocuparse, para aliviar los estragos del medicamento que me acababa de dar, —sequedad extrema, irritación, incluso decoloración de la piel—, el dermatólogo ya tenía una lista de cuatro cosméticos en el carrito de la compra, encadenados uno detrás de otro, cada uno, pensado para corregir el desajuste que probablemente provocaría el anterior.

El orden de uso era, en teoría, sencillo: primero, un limpiador facial; después, un sérum para controlar la grasa; a continuación, una crema hidratante «por si acaso», pensada para los efectos adversos de los dos anteriores que, a juzgar por la letra pequeña, no eran precisamente improbables. Y por último, la crema solar, porque claro, después de varias semanas con un mejunje de Quimicefa en la cara, tu piel va a ser tan sensible que hasta el sol de Inglaterra en el mes de noviembre te va a quemar la piel.

¿SkinCare o SkinScam?

El primer paso de esta gloriosa rutina de SkinCare es el gel limpiador, que tiene como ingrediente estrella el Sodium Laureth Sulfate, un emulsionante derivado del petróleo barato. Hace espuma, da gustito… y limpia, ¿no? Bueno… técnicamente no. Lo que realmente hace es arrasar con tu barrera cutánea natural causando como resultado una sequedad inminente. Eso en pieles con tendencia acneica se traduce en una nueva oleada de brotes. Porque nada dice «piel limpia» como más granos.

No es que me guste augurar tragedias, pero en caso de que tu cuerpo reaccione a esta limpieza de rostro tan… contraproducente, el siguiente paso en la rutina es el Oil Control Sérum Triple Efecto, lo cual suena más a nombre de luchador de MMA que a producto cosmético. Un producto, muy amablemente recomendado por el dermatólogo por su «efecto anti-edad» porque claro tengo 24 años y ya debería estar afrontando con dignidad la vejez.

El ingrediente clave de este cosmético es el Alcohol Denat., segundo en la lista, es decir, en cantidades generosas, por si acaso no hacía suficiente daño en pequeñas dosis. Este componente reseca tanto la piel que, en un acto desesperado por sobrevivir, tu cuerpo decide producir más grasa. ¿El resultado? Bingo: más acné. Pero no todo queda ahí, también produce una irritación visible de la piel y unos signos de envejecimiento bien acentuados. Ideal, claro, para combatir esa vejez inminente que mi dermatólogo presagió con clara preocupación.

Pero no todo está perdido. Si para este punto tu piel ya se asemeja a la de un lagarto del Sahara, entra en escena la crema hidratante. Diseñada supuestamente para calmar los efectos adversos de los pasos anteriores, contiene entre sus ingredientes Isopropyl Palmitate, un conocido comedogénico que obstruye los poros. Y si no ha quedado claro: sí, también puede ser el desencadenante de tu próximo brote de acné.

Con algo de suerte, puede que tu piel no reaccione mal y hasta parezca más luminosa. Pero no cantes victoria porque llega el verano y no puedes olvidarte del protector solar. Este, fiel al espíritu de la rutina, incluye entre sus 35 ingredientes el infame Alcohol Denat. Porque, al fin y al cabo, ¿qué sería de una rutina de skincare sin volver exactamente al punto de partida? Solo que ahora con menos autoestima y más granos. 

La factura emocional (y económica)

Por si no bastara con sentir que tu cara evoluciona como una placa de Petri, aún queda lo mejor: pedir la cuenta. Si me atreviera a seguir la receta al pie de la letra y comprar todo lo que se me ha indicado, el gasto ascendería a una cifra bastante considerable.

Según el informe de la OCDE sobre Europa en 2024, España gastó una media de 412 euros per cápita en productos farmacéuticos de venta al por menor (medicamentos con y sin receta y productos médicos no duraderos). Y por si alguien pensaba que lo cosmético era solo un lujo de clase alta, la realidad es otra. Según Stanpa, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética, los españoles invierten una media de 221,6 € al año en cuidado personal. No es solo una cuestión de belleza, el sector ha logrado convertirse en uno de los pilares de la economía, con una contribución al PIB que ha crecido del 0,9 % al 1,03% en los últimos cuatro años.

Pero bueno, lo importante es que tu salgas de la consulta con la lista de la compra y que no se note el grano, no vaya a ser que tengas que posar de espaldas en el selfie del brunch. Aunque para lograrlo tengas que hipotecarte, someter tu piel a un régimen químico y tomar el sol con una máscara antinuclear.

Lea las instrucciones de este medicamento y ni se le ocurra consultar a su farmacéutico. 

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