El domingo 16 de abril se llevó a cabo el recital Barrio y ciudad: poesía joven de periferia en Getafe en el restaurante María Maruka
Con motivo de la celebración de la octava edición de De Poesía por Getafe, el 16 de abril un grupo de poetas se reunieron en el recital Barrio y ciudad: poesía joven de periferia. Comisionado por Mario Obrero, recitaron los poetas Claudia Ballesteros, Héctor Martín, Jesús Robles y la Asociación Universitaria Atenea
Era un día soleado de esos que te invitan a cerrar los ojos y disfrutar de su calidez. El María Maruka, situado en el Parque Lorenzo Azofra, había dispuesto una serie de sofás para todos los asistentes. Sin embargo, vinieron más de los esperados y hubo gente en pie escuchando la hora y media de recital y, conforme iba avanzando la mañana, se produjo una peregrinación hacia la sombra debido al calor.
No se dejó de recordar a Marta Aguado, poeta fallecida sólo unos días antes. Fue un recital muy emotivo, no sólo porque los poetas que subieron al micrófono hablaron de amor, de familia y amistad, sino porque se hablaron de otros temas intrínsecamente humanos. Entre las influencias de los jóvenes artistas, destacaron los y las poetas de la Generación del 27. A través de metáforas simbólicas, los universitarios procedentes de la Asociación Atenea hablaban de la vida y de la muerte a través del agua. Los dibujos lorquianos de Mario Obrero nos hicieron volver atrás en el tiempo, ver que seguimos siendo los mismos y que sentimos emociones similares.
Muchas veces al pensar en los grandes poetas nos vendrán a la cabeza los grandes nombres, pero existe poesía en el barrio y siempre ha existido. Por eso, los poetas del recital mostraron su orgullo al afirmar que son de Getafe, de la periferia. Claudia Ballesteros recordaba su infancia de galletas Chiquilín, de carreras por la calle y rodillas raspadas. Mario Obrero mencionaba con cariño la rivalidad existente entre los colegios del barrio y Héctor Martín habló de ropa tendida y los vecinos de siempre, los de toda la vida, los que vertebran la ciudad y construyen el sur madrileño.
Getafe como lugar de éxodo y de llegada
Claudia Ballesteros y Mario Obrero concuerdan en la impresión que les causó Madrid cuando llegaron a la capital para continuar sus estudios: el ruido constante, gente desconocida con prisas, tráfico y miles de estímulos por todas partes. Mario, que estuvo un tiempo viviendo en Nueva York, apelaba al arraigo que sentía por Getafe, la ciudad que lo vio crecer. Claudia, además, denunció el mundo sin amapolas que nos dejaría el cambio climático y la contaminación, hablando de la pésima calidad del aire madrileño y de la impotencia de no saber qué más hacer por evitarlo.
Los atenienses, por el contrario, habían llegado de todas partes de España para quedarse en Getafe, al menos durante su etapa universitaria. Desde ciudades y pueblos castellanos, pasando por un lugar de la Mancha de cuyo nombre sí quiero acordarme, Cuenca, de Baleares y Canarias: todos en una ciudad dormitorio cercana a Madrid. En sus poemas hablaron, con un tono melancólico y triste, de su tierra, de lo que supone viajar y pararse a pensarlo, de las expectativas, de frustración y de sueños. Getafe los recibió con los brazos abiertos, y mientras unos estudiantes venían, otros se marchaban y otros volvían, la poesía joven brillaba con luz propia.
Poesía joven
En el recital se aprovechó para reivindicar el papel de los jóvenes en nuestra sociedad frente a aquellos que los acusan de no conocer la cultura del esfuerzo. Tras terminar los invitados de recitar, se invitó a todo el que quisiera a subirse al escenario —que, en realidad, no era una tarima, sino un espacio sobre el césped del parque, únicamente resaltado por el cartel que anunciaba los eventos de De poesía por Getafe. Subió gente joven y de todas las edades para hablar de Getafe o de su lugar de nacimiento. La periferia se llenó de todos los acentos en torno a la poesía y al barrio.