Andrea Arroyo del Campo presenta el inicio de una saga de fantasía que promete sorprender
Novelas como Mala Hierba demuestran que no hace falta poner nuestra mirada en mercados como el americano o el anglosajón para encontrar propuestas fantásticas de calidad. Este género cuenta con cada vez mayor público y aceptación dentro de nuestro país, y obras como esta demuestran que esta tendencia no ha hecho más que empezar. Y que lo mejor está por llegar.
Mala Hierba es una novela que no alcanza las 300 páginas. Sin embargo, no necesita más para capturar al lector en un mundo alejado de nuestra realidad. Siguiendo los preceptos más puros del género fantástico, sitúa al lector en un conflicto entre reinos donde poco importa el espacio. El foco se sitúa sobre sus personajes, sorprendentemente carismáticos, y sobre vivencias propias de cualquier ser humano. Una cautivadora presentación de ‘La Flor de Garland’, saga que arranca con esta novela.
Clásica pero sorprendente
Mala Hierba, primer libro de ‘La Flor de Garland’ no es rupturista con el género de la fantasía. Una novela que bien podría clasificarse en la llamada «alta fantasía», se sitúa en un reino invadido por un gobernante cruel en el que la población ha perdido la esperanza. Ya no confía ni en su futuro ni en la princesa que debería alcanzar la corona. Este comienzo recuerda a muchas obras del género, con un mal sin rostro difícil de derrotar. Pero lejos de ser una crítica, aquí radica su fuerza.
Esta novela aprovecha los elementos clásicos de la fantasía. No intenta inventar la rueda ni hacer una crítica del género. Coge los elementos que todo lector de literatura fantástica quiere encontrar y los potencia. Con un mundo ambicioso y formado por reinos enfrentados, dinastías de leyenda e incluso linajes llenos de misterio, Mala Hierba tiene todo lo necesario para conquistar a cualquier lector frecuente de fantasía. Y aunque se mantiene cerca de las líneas maestras del género, guarda dos ases bajo la manga que cautivarán a cualquiera: su estilo y sus personajes.
Como una flecha
Una de las grandes críticas a la literatura fantástica suele ser siempre su complejidad. En tiempos de autores como Brandon Sanderson, que dedica miles de páginas a construir universos narrativos, el género gana fama de inaccesible. Sin embargo, obras como Mala Hierba resultan refrescantes porque rompen con toda esta dinámica. No necesita más que un par de centenares de páginas para construir un mundo relativamente complejo y dar rienda suelta a la historia que quiere contar.
Mala Hierba es muchas cosas, pero no es una novela lenta. Su lenguaje es vivo, su ritmo es directo, como una flecha que tiene su objetivo muy claro. No se pierde en explicaciones innecesarias del mundo o su historia, no se detiene en grandes descripciones que no llevan a ninguna parte. En esta novela, siempre están pasando cosas. Los acontecimientos se suceden con una soltura incomparable y siempre cumplen su objetivo: dejar al lector preguntándose qué vendrá después.
Personalidad con mayúsculas
Para Andrea Arroyo del Campo esto parece sencillo. Y tal vez sea porque el centro de la novela no parece puesto en la complejidad del universo creado, sino en los personajes que la habitan. En corazón de Mala Hierba es un conflicto muy humano: la contraposición entre quién fuiste, quién eres y quién quieres realmente ser. Esta narrativa hace que Anahí, la protagonista de la novela y la portadora del apodo de Mala Hierba, resulte real desde el primer momento. Comprendes sus dudas y, por ello, te importa lo que le suceda.
Aún así, aunque Mala Hierba ya contaba con una de las claves principales (una protagonista carismática), no se detiene ahí. El antagonista, a pesar de contar con relativamente poco espacio en la novela, parece tan amenazador como dicen los personajes. El grupo en el que Anahí se integra es ligero y divertido, sirve para elevar la entrega al siguiente nivel. Y aunque el romance no sea un aspecto indispensable de la misma, no deja de lado la diversidad en él, una de las cuestiones más demandadas por parte del público actual.
La Flor de Garland
Mala Hierba no es una novela perfecta. En ocasiones, en su ritmo, los acontecimientos pueden sentirse precipitados, sobre todo en el arco final de la novela. Sin embargo, sus virtudes compensan (y de lejos) estos pequeños tropiezos. Anahí es el gran acierto, una protagonista de personalidad fuerte pero conflictos muy humanos, capaz de cautivar al lector desde su primera aparición.
Indudablemente, es el centro de la novela. Los acontecimientos no suceden a su alrededor, sino que la atraviesan. Es la protagonista perfecta, sin ella el libro no podría existir, es el centro de todo. Con un ritmo ligero y una combinación de personajes secundarios cautivadores, Mala Hierba es el comienzo de una saga que promete ser brillante. Solo es cuestión de tiempo que ‘La Flor de Garland’ termine de florecer, y ningún seguidor de la fantasía querrá perdérselo.

