Con motivo de la semana de la música, Sevilla ha colaborado con la discográfica Universal Music para brindar actuaciones en vivo de destacados artistas españoles. El cantante y compositor catalán ha llegado a la tierra de sus padres, dando un repaso a su carrera a través de un espectáculo que, de forma inaudita, otorgó el broche de oro a a los eventos musicales por todo lo alto.
La noche comienza con gran intensidad, sin descuidar el torbellino emocional que el cantante ha causado en lo más profundo de un público entregado de principio a fin. En el escenario quedó patente que está cómodo, emana energía y está decidido a convertir la Plaza de España en un festejo para que la audiencia disfrute cantando sus mayores éxitos. El recinto estaba rebosante, en pista son cientos las cabezas que buscan sobresalir entre la aglomeración. Son casi las nueve de la noche y la expectación es absoluta. Las pantallas de los teléfonos móviles devuelven la atención a la imponente estructura mientras los gritos se propagan al unísono de «Antonio, Antonio…». La banda tomó sus posiciones, y Orozco, ataviado con un look todo al negro, irrumpió el escenario con una energía palpable.
Se desvanece la banda que desentona con lo que vendrá después y, de repente, los ojos del gigante enfocan al público enmudecido, que ahora no sabe dónde mirar entre tanta gente expectante a su voz. Es entonces cuando el deslumbrante juego de luces que convertía el escenario en una maravilla, dio paso a la fusión de pop rock de Orozco.
Abrió el concierto con uno de sus hits más conocidos La revolución, dejándose el aliento hasta en la última palabra, mientras la gente coreaba sin dejarse ni una estrofa. Después de un arranque tan impactante, la energía del concierto continuó con otros temas del mismo estilo, como Hoy, Mírate y Ya lo sabes, dando paso a la creación de una atmósfera vibrante y llena de entusiasmo. Fue de tal calibre la energía que desprendía el catalán, que optó por quitarse la corbata del calor ocasionado y lanzarla a un público expectante a alcanzar la misma, gesto que se repitió minutos después con una toalla.
Desbordando elogios hacia Sevilla
Pasados 45 minutos de espectáculo, el barcelonés hizo una pausa para saludar y dedicar con gratitud unas palabras tanto a su audiencia sevillana como a la ciudad en sí «Muy buenas noches a toda la gente de Sevilla, es un placer, un honor, diría yo, tener la oportunidad de estar esta noche, en este escenario, en este lugar, con este público, quiero decir, si me pinchan no sangro», apuntaba el intérprete. La conexión emocional con el público se intensificaba mientras compartía sus pensamientos de una manera auténtica y conmovedora. Un momento que seguramente dejó huella en la memoria de todos los presentes «Estos días la ciudad está hermosa, como siempre o como nunca. Preciosa, iluminada, un lugar épico donde un montón de gente y de artistas que han venido de lugares que están muy lejanos han podido de repente disfrutar de la bienvenida del abrazo cálido y la sonrisa eterna de la ciudad de Sevilla».
Entre un mar de aplausos, el artista prosiguió con sus palabras, sumergiéndose aún más en la conexión con su público «Está feo comparar y os prometo que no soy mucho de hablar, un periodista me preguntó ayer qué pensaba de que los Latin Grammy fuesen en Sevilla, digo ‘me parece tarde, los Grammy tendrían que estar en Sevilla desde la primera edición, que nadie se disguste, hacen falta 70 veces Las Vegas para hacer una Sevilla’ y no lo digo yo, lo dice la historia».
¡Un cambio de ritmo!
Con determinación y corazón, Orozco dejó en claro que para él, la gira debía comenzar y terminar en la capital andaluza. Una elección que resonaba con significado y emoción, demostrando su profundo vínculo con Sevilla «Yo decidí que este iba a ser el último concierto y decidí que, de alguna forma, fuese donde todo empezó hace muchos años. Y es que los conciertos son como las canciones que uno escribe y no tendrían que haberse escrito antes, hay cosas que se cantan, que un día dejan de ser canciones y se convierten en el recuerdo pasajero y en el recuerdo de mucha gente, que uno no quería, pero pasó; hay canciones que uno no tendría que haber escrito nunca, pero pasó […] Me gusta terminar contigo esta noche porque te juro que voy a empezar contigo de nuevo». Con convicción, el cantante aseguró su decisión, reafirmando que la gira tenía un inicio y un final destinados a Sevilla. Su seguridad en estas palabras resonó en el ambiente, consolidando el compromiso y la importancia que la ciudad andaluza tenía para él.
Tras ese breve parón, Orozco no solo renovó su vestuario, sino que también nos llevó en un viaje emocional al interpretar algunas de sus canciones más conmovedoras. Entre ellas, brilló con fuerza Devuélveme la vida. La atmósfera se cargó de emociones mientras el público se sumergía en la profundidad de sus letras. Con valentía, inició una apasionada defensa de Pablo Alborán, expresando lo que sentía en ese momento «Mejor artista del siglo, Pablo Alborán ¿sabes que por qué?, porque sin saberlo todos los que estamos aquí estamos hechos de pedacitos de ti». Con estas palabras cargadas de admiración, introdujo su emblemática canción Estoy hecho de pedacitos de ti.
Una despedida épica
Al sonar las últimas notas de Mi héroe, Sevilla sabía que se acercaba el final de una semana única y no quería que terminara al grito de «¡otra! ¡otra!», todo lo que llevó al barcelonés a interpretar Hoy será y Entre sobras y sobras me faltas. Teniendo patente que era el último concierto de su gira, el coach de La Voz aprovechó el escenario para dedicar unas palabras a su amiga Laura, compañera de oficina que no está pasando por un buen momento. La música se convirtió en un medio para expresar apoyo y cariño, mostrando la sensibilidad y la humanidad de Antonio Orozco más allá del escenario. Un hermoso acto de conexión y solidaridad.
A medida que se desvanecían los últimos acordes de Lo que tú quieras soy, todo el recinto resonaba con el eco de los aplausos. Sevilla había presenciado una semana que será inmortalizada en la memoria, una experiencia singular que unió la música y la pasión de una ciudad siempre entregada al compás musical. Indudablemente, la Plaza de España retendrá por siempre el eco de estos días memorables, donde la música logró conmover el espíritu de Sevilla. Una conexión eterna entre el artista y su público, sellada en el corazón de la ciudad.
