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Jordi Sierra i Fabra: «Mi orgullo es ser un escritor diferencial»

Pinceladas de un escritor como pocos

Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 1947) publicaba con Roca Editorial su nueva novela La verdad oculta el 23 de mayo. En esta entrevista nos adentramos en el libro, la vida y la escritura de un autor con una carrera y vida fascinante a sus espaldas.

En una llamada telefónica desde la montaña, sin Internet y en soledad donde pasará los cuatro meses de verano escribiendo sus novelas, el autor nos responde, enérgico y amable, a nuestras preguntas.

Pregunta: Decir que es un autor prolífico es quedarse corto, ¿cómo se siente al tener, redondeando, unos 600 libros publicados?

Respuesta: Me he pasado toda la vida escribiendo. Me gusta escribir, cada día tengo ideas nuevas. Soy como un niño. Escribo lo mismo ahora que hace 52 años. Salto de un tema a otro. No se puede explicar, es una explosión mental que pasa por mi cabeza.

P: Entre sus novelas hay narrativa, cuento, biografía, poesía… ¿En qué género se encuentra más cómodo a la hora de escribir? ¿O depende de lo que quiera contar?

R: Me es igual. Novela para adultos tengo 90 o 100, la mayoría policíaca. La verdad oculta es mitad policiaca, otra mitad costumbrista. Retrata la sociedad de la época, las costumbres. No es el género número uno, o número dos. Me encanta la ciencia ficción […] La novela histórica me obliga a aprender. Sobre todo, me gusta sentarme a escribir. Cambio el chip con lo que estoy escribiendo.

«Al escribir hay que tomar decisiones rápidas»

P: ¿Qué rutina o método de trabajo es la que sigue a la hora de escribir?

R: Antes de escribir está la documentación. Hago los esquemas, los guiones. Escribiendo soy más rápido, tardo una semana, diez días, máximo tres semanas en escribir un libro. Hay que establecer la historia. ¿Cuándo? En La verdad oculta, el año 59 porque me hace falta un contratiempo, en este caso la Revolución de Cuba para Fernando, el burgués dueño de una empresa de azúcar. Los años 90 para que el detective esté en la Barcelona de los Juegos Olímpicos. Al escribir hay que tomar decisiones rápidas, pero al investigar hay que situar las cosas. Si ella va al cine en los años 50 voy al periódico a ver qué películas ponían en los cines de Barcelona ese verano. Es una precisión máxima. Luego, una vez hecha la investigación, me siento, boli en mano y empiezo capítulo 1, capítulo 2… Tengo guiones acabados en los que trabajaré durante todo el verano. 

P: Es conocido, y reconocido, por su  literatura infantil y juvenil. Además, lleva 20 años con sus fundaciones y celebrando el Premio Jordi Sierra i Fabra. Ha dado y sigue dando voz a muchos jóvenes. ¿Ha sentido la evolución en el pensamiento, forma de ser y expresarse de los jóvenes a través de las novelas que le mandan?

R: Un joven de hoy y de hace 50 años, la diferencia está en los móviles, en el mundo virtual. Una cosa está muy clara: los sentimientos son los mismos. Sienten lo mismo  que sentía yo a su edad cuando era un enano. Cambian las formas de ser, las relaciones, lo que sentimos no. Cuando cuento una historia el lector se queda con esa parte. Campos de fresas, por ejemplo, es un best-seller y se lleva leyendo 28 años. ¿Por qué? No hay móviles, pero ahora sigue igual el problema de la droga. Cuento historias universales, aparte de cuando se desarrollan. Incluso en La verdad oculta hay representación juvenil. Celia, una niña que se enamora de un soldadín, la hija de los Miramón […], Joaquín, el hijo enamorado de la criada. La emoción juvenil choca con el jefe de la familia. […] Es una obra de contrastes.

«Escribir un libro es como construir una casa «

P: Al leer La verdad oculta, incluso habiendo nacido en 1996, me sentí dentro de la Barcelona de los 50 y 90. ¿Cómo consigue  esa ambientación tan fotográfica y efectiva?

R: Desde pequeño tengo el don de resumir, de plasmar un sentimiento. ¿Por qué llego tanto a la gente joven? Me han leído 15 millones de personas por todo el mundo. En China acabo de vender un quinto de millón de libros. Ahí me pregunté, ¿los chinos me leen? Parece que sí, por eso, porque tengo el don de transmitir emociones. Voy directo al grano, es lo que hago. Soy un novelista, hago novelas. Aunque esta novela pueda ir dirigida a un tipo de lector más maduro, la emoción se transmite al leerla. Consigo empatizar con él, por lo que te sientes paseando por Barcelona. 

P: Siguiendo con La verdad oculta, ¿cómo se le ocurrió la idea de contar la historia de Celia?

R: Escribir un libro es como construir una casa. Tienes una idea, un culebrón bien hecho. Una criada de Barcelona llega a una casa señorial a trabajar y se enamora. ¿Qué más se puede poner? […] Una vez me siento, cojo papel y lápiz, teniendo el guion y de lo que va a tratar la historia, así, de repente, sale todo. Es como un grifo, una vez que se abre sale el chorro de agua. No se puede explicar. Es como preguntarle a Picasso (no es que me compare con Picasso) como es sentarse, dar cuatro brochazos y hacer una obra de arte. No tengo ni idea de pararlo. Es como una semilla. Te cae en la cabeza y acaba en el suelo. A veces no coge tierra y otras sí. Al final acaba en una planta, puede tardar una semana, un mes…, pero crece. […] Cada novela es un proceso. 

P: Al final del libro hay una conversación que me llamó la atención y no pude evitar preguntarme, ¿hay algo de biográfico en ella?

R: Sí, descubrí que mi padre era ilegítimo cuando llevaba muerto nueve años. Hay un poco de autenticidad. […] No es una biografía, no soy yo como personaje. En mis novelas nunca me pongo como un personaje en ellas. 

«Nunca pienso en quién va a leerme»

P: La novela es un reflejo de una sociedad, y sus consecuencias. Al escribirla, ¿quién era el público objetivo que tenía en mente?

R: Nunca pienso en quién va a leerme. Es más, cuando hago un libro nunca pienso en quién va a editarlo. Por ejemplo, este libro lo escribí hace 5 años. […] Yo escribo sin pensar dónde va a ir. A una editor, presentarlo a un premio… Mi novela es atemporal, la guardo y cuando llega el momento la libero. Si tuviese que pensar quién me va a leer me volvería loco. Cada lector es diferente. Ahora hay mucha diversidad, no sé para quién estoy escribiendo. Bueno, primordialmente, escribo para mí. Cuando escribo pienso: ‘no sé que tipo de gente le puede gustar esto’, y me da igual. No tengo una fotografía de mi lector definido en la cabeza. 

P: En La verdad oculta los personajes son muy humanos, pero hay personajes malvados que realizan acciones despreciables. ¿Cómo se prepara mentalmente para escribir a estos personajes y escenas?

R: Un escritor si se mete dentro del libro sin poner distancia, lo acaba controlando. Acaba ahogado por el libro. Por el contrario, si toma mucha distancia, achaca el resultado final. El buen escritor es quien se encuentra en medio. Cerca, para controlar, y lejos, para que no se lo coma. La distancia es esencial. Los personajes son humanos. Como no hay personas ni buenas ni malas 100%, no hay personaje ni bueno ni  malo 100%. Los personajes son piezas, se van revelando poco a poco. Realizando el guion tengo que ver como encajan esas piezas. Es un puzzle. 

Parte de la portada del libro La verdad oculta | Fuente: Roca Editorial

P: En La verdad oculta conocemos el destino, en mayor o menor medida, de todos los personajes, excepto de Joaquín. ¿Es deliberado? ¿Podrías contarnos cómo ha sido su vida o dónde está tras los acontecimientos de 1959?

R: Claro que es deliberado. Es un libro el que me impulsa, se dice lo que sale. La gente se enfada conmigo porque mis finales son abiertos. Pero si tengo que escribir si se casan, si son felices, me saldría un libro de 500 páginas y eso no puede ser. […] Todo esto es un proceso lógico, la lógica es esencial. No hago películas americanas, empleo la lógica. Lo que no cuento es porque no importa, lo que importa es lo que hay. 

«Siempre he escrito lo que he querido»

P: La verdad oculta es una novela para adultos, pero que podría leer todo el mundo. ¿Cómo consigue contar una historia así?

R: Cuando voy al cine yo voy a que me sorprendan. No le pido a Spielberg otro E. T., ya hizo E. T., quiero otra cosa. Siempre he pretendido que lo que escribo sea un Sierra i Fabra. Es una marca de fábrica. Mis libros siempre son ágiles, rápidos, con mucho diálogo, finales coherentes. Libros que te van a atrapar. Siempre he escrito lo que he querido. Esta forma choca fácilmente con la literatura por encargo, son dos tipos totalmente diferentes.

P: En la actualidad, hay una fina línea entre la literatura infantil y juvenil y la Young Adult, Joven Adulta, con sagas como Una corte de rosas y espinas, Los juegos del hambre… ¿Conoce esta literatura?

R: Claro, de hecho hace 10 años escribí una novela policiaca, la saga Berta Mir detective,  sobre una chica de 18 años que su padre es detective y ella tiene que tomar la rienda de sus casos. Cinco novelas que hablan de la vida de la hija, sus amigos, amoríos y de la música. Ella es bajista en un grupo. Además de los casos policiales, ella tiene que seguir con sus cosas. Tiene Young Adult, donde toca la parte juvenil, y la parte adulta, los casos policiales […] No distingo. He escrito novelas para adultos, fantasía, distópicas…

P: En relación a eso último, la variedad de géneros que ha tocado, ¿cómo mantiene después de tanto tiempo viva la creatividad?

R: El mes que viene, en Julio, cumplo 77 años. Tengo la suerte de sentir a veces que estoy igual que los 50 y otras que a los 30. Estoy bien físicamente, no bebo, ni tomo drogas. Nunca he tomado drogas, incluso en mis tiempos de rockero. Estoy bien físicamente y mentalmente. Hay tres tipos de escritores: el que crea tendencia, el que abre caminos y el que los sigue. Yo no los sigo. Cuando salió Harry Potter me decían, “escribe un libro sobre niños magos que es lo que se lleva”, pero yo respondía que no iba a escribir un libro sobre niños magos, no me salía. […] Hace más de una década que escribí Noche de viernes. No había novela realista en España y publiqué ese libro. Abrí un camino por el que mucha gente pasó. Mi orgullo es ser un escritor diferencial. 

«Soy hijo del cine»

P: Volviendo al tema de la literatura Young Adult, está relacionado con el auge de Booktook, Booktube, etc, lo que ha dado lugar a las sagas en masa antes mencionadas. ¿Qué piensa sobre este tema?

R: Las sagas de ese tipo son infumables. Cuando yo hago una trilogía, hago los tres libros seguidos. Lo que no aguanto es la persona que escribe un libro y espera a ver si tiene éxito para escribir los demás. Eso es hacer libros para el McDonald’s de la literatura, no me interesa. Hay que escribir sin que te importe una mierda lo que digan los demás. El autor mediatizado que escribe para seguir lo mediático, no es un artista. 

P: Sus novelas han sido adaptadas al teatro y al cine, ¿qué nos puede contar sobre esto? 

R: Soy hijo del cine. He ido al cine siempre desde que era pequeño. Cada noche me veo una o dos películas. He visto todo el cine que se puede ver. Soy un cinéfilo. Esto se refleja en mis libros, son guiones de cine. […] Tengo mala suerte. Si fuese americano haría películas, pero nací en España. Me han comprado libros Disney, Marcha Films, y directores como Imanol Uribe. Ahora he vendido Cuatro días de enero, a ver qué pasa.

(Continúa) Me compran los libros, a veces recibo dinero, y luego no se hacen. Que si es muy caro. […] Son pegas sin sentido. […] Para que se haga tiene que haber gente que lo lea, le guste y consiga sacar la película adelante. Yo hago libros y si llega, llega. Ana de Armas estuvo en una adaptación de un libro mío justo antes de irse a Estados Unidos: Por un puñado de besos. No tuvo mucho éxito. Fue la última adaptación de uno de mis libros.

P: Pasa cuatro meses en verano escribiendo sus libros, ¿qué hace después? ¿Sigue escribiendo?

R: Me esperan unos meses llenos de cosas. En septiembre publico mis memorias de la época de rock. Mis años rockeros, donde cuento mis años en los que iba de gira con cantantes como David Bowie. En octubre iré a México y en noviembre tengo un evento muy secreto del que aún no puedo contar nada. En ese mes también estaré en la feria del libro de Guadalajara. También tengo viajes cortos. En esos viajes hago los guiones. Si hay 12 horas de vuelo saco la libreta y me pongo a trabajar. Nunca escribo libros fuera de casa, pero los pienso siempre fuera. Nunca pierdo el tiempo. Si estoy en un aeropuerto, me siento en una silla y no pierdo el tiempo  con lo que estoy haciendo.

«Mis vacaciones son eternas»

P: Entonces, ¿nunca se toma vacaciones de la escritura?

R: No. […] Hay veces que me dicen: “vas a una isla desierta”. Sí, voy a una isla desierta, pero sigo trabajando. No puedo parar, mi cerebro no es una máquina que pueda desconectar. Está todo el día funcionando. Cuando sueño, me levanto y apunto mis sueños. Son historias […] Mis vacaciones son eternas

P: Mi última pregunta es un favor personal. Como una persona criada a principios del 2000, ¿podría contarnos alguna anécdota sobre la Super Pop?

R: (Risas) Pues mira, en esa época yo llevaba cinco de las siete revistas de música en España. […] Era un VIP, que dejó todo eso para viajar a Asía, África y dedicarme a la escritura. Cuando lo dije, mi mujer me dijo: “Ya comeremos”. Eso fue con 28 años, pero con 30 años mi mejor amigo me dijo: “¿A que no hay huevos de hacer una revista que venda un millón de números?” Y de ese reto nació la Super Pop en septiembre de 1977. Pasé de cantantes de mi época, como Bruce Springsteen, a cantantes de esa época como Tequila, Camilo Sesto, de los que me hice muy amigos.

P: Ha tenido una vida y carrera fascinante, es una pena que tengamos que terminar.

R: Si quieres saber más, te recomiendo el cómic de mi vida publicado por Norma Editorial: El largo y tortuoso camino

P: Muchas gracias por su tiempo y por esta entrevista. 

R: Gracias a vosotros. 

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