Kathleen Martínez asegura que la sepultura de la gobernante está en Taposiris Magna
Desde que se tiene registro histórico, la figura de Cleopatra VII siempre ha estado envuelta en un halo de enigma e incertidumbre. Con una alta carga sensual y misteriosa, la que fuera última reina del antiguo Egipto se ha visto protagonista de muchos mitos y leyendas. Una belleza embriagadoramente sinigual, un poder desorbitado, una inteligencia superior al resto o unos romances tormentosos son algunos de los interrogantes más atribuidos a la soberana. Y el lugar en el que descansan sus restos no podía ser menos, pues su tumba nunca ha sido encontrada. Esto hace casi una profecía aquellas palabras que supuestamente dijo en vida: “Ningún hombre encontrará jamás mi tumba”. Ahora queda preguntarse: “Pero, ¿y una mujer?”.
Hace tan solo una semana se hicieron públicos los resultados de las excavaciones del proyecto que encabeza la arqueóloga dominicana Kathleen Martínez. Estos han dejado bastantes indicios que hacen pensar que la humanidad podría estar por fin por resolver el enigma. Martínez, que desde 2005 ha tenido fe en que los restos de la antigua reina y de su amante Marco Antonio podrían estar en Taposiris Magna, ha descubierto en sus excavaciones más de 300 monedas. Algunas de ellas con la evidente imagen del rostro de Cleopatra. Estas datan del momento en el que la soberana gobernaba, lo que confirma que el lugar puede tener más importancia de la que se esperaba.
Luz al final del túnel
Según ha informado el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, se ha hallado una necrópolis que posee más de 20 cámaras funerarias. Además, también se conoce que hay una tumba grande subterránea. Este lugar pertenece a un templo griego del siglo V a.C. que está conectado con un sistema de túneles que llegan desde el lago Marriot hasta el Mediterráneo.
Esta tumba subterránea está constituida por tres cámaras en las que han aparecido nueve bustos de mármol en color blanco –entre otros objetos- y uno de ellos ha llamado especialmente la atención de los profesionales. Este está coronado con una diadema igual que las que solían portar las reinas que gobernaban durante la dinastía ptolemaica (fundada por Ptolomeo I Sóter y en la que reinó Cleopatra como última heredera).
Esto ha dado pie a que varios arqueólogos e historiadores aseguren que se trata de la emblemática soberana. Pero otros expertos piensan que sus rasgos no son los que siempre se han atribuido a Cleopatra y que, por ende, sería de alguna otra noble. Este asunto está siendo investigado para arrojar luz cuanto antes, pues sería una confirmación más de que se está buscando en el sitio adecuado.
Bajo las profundidades
Cabe destacar que una parte de Taposiris Magna de encuentra sumergida bajo el agua –se cree que por el efecto de algún terremoto del pasado-. Martínez sostiene la teoría de que ahí podrían estar los restos de la reina y su amado. Este planteamiento podría dar la razón en parte al secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mohamed Ismail Khaled. Este siempre ha dicho que la tumba de la mítica reina se podría hallar bajo las aguas de Alejandría, cuando también un terremoto hizo tragar a las profundidades su palacio.
Sea como fuere, el dato clave de esta investigación es que se han encontrado restos humanos bajo las aguas de la zona hundida de Taposiris Magna. Esto no quiere decir que sean los de Cleopatra y Marco Antonio, pero sí que en la zona sumergida se ha dado sepultura a gente. Este dato hace que la investigación tenga un fuerte sustento del que apoyarse para que se continue con el proyecto, pues además de restos humanos hay estructuras claramente hechas por el ser humano.
La muerte de la reina
El fallecimiento de la última gobernante de Egipto data del año 30 a.C. El país fue derrotado contra el ejército de Octavio –junto a su amado Marco Antonio- y se produjo la caída de Alejandría. Con el fin de no ser humillada públicamente por dichos acontecimientos, se dice que ella misma decidió quitarse la vida.
La muerte de Cleopatra siempre ha sido mitificada por leyendas como las que narró Plutarco, en la que se dejó morder por un áspid que estaba escondido entre un cesto con higos. Esta versión seguramente sea la más extendida y, aunque es muy poética, hay expertos que apuntan a otro tipo de envenenamiento. Concretamente, a uno producido por tóxicos como la cicuta (también muy propio del folclore greco-filosófico).
Muchos egiptólogos explican que probablemente el mausoleo donde descansan sus restos, junto a los de Marco Antonio, se encuentra en la zona hundida de Alejandría. No obstante, hay quienes aseguran que la perspicaz soberana dio órdenes para que trasladaran sus restos a otro lugar fuera de Alejandría. De esta forma, los protegería de posibles profanaciones de las tropas de Octavio.
La respuesta a todas las dudas aún es una incógnita. Pero lo cierto es que parece que se está cada vez más cerca de obtener un ansiado desenlace. Y sin excepción, el misterio entorno a esta reina ha dotado a la historia de un atractivo cautivador para quien la conoce.
