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‘Sexo en Nueva York’, 25 y fabulosa

El camino al amor, mejor en unos Manolo Blahnik

Este mes de junio, además del orgullo, se celebra una ocasión muy especial. El cuarto de siglo de una de las series más icónicas de la Historia: Sexo en Nueva York.

Érase una vez una persona. Una persona adolescente que un día cualquiera de verano se aburría. No era un verano destacable. Sin pena ni gloria, una tarde de calor, envuelto por el fresco del aire acondicionado, navegaba por los canales. De repente, en uno, encontró a un grupo de amigas que le acompañarían durante toda la vida.

La persona en cuestión se enamoró inmediatamente. Había oído algo sobre aquella serie. Mujeres que hablaban sobre hombres, moda y trabajo sin tapujos, con una libertad que por aquella época escandalizaba y/u ofendía a muchas personas. Era adictivo. Así, esa tarde de verano, sentado en aquel sofá, no pudo evitar preguntarse, ¿estoy viendo la mejor serie del mundo?

Las cuatro actrices protagonistas como sus respectivos personajes en una escena de la serie | Fuente: The Ethel

Y se hizo historia

Para ese momento, la serie ya había llegado a su fin. De hecho, ya tenía hasta una película. Así, tenemos que irnos hasta 1998 para hablar del inicio del fenómeno revolucionario que fue, y es, una de las mejores series de televisión. Lo que significó para la sociedad y por qué seguimos hablando y recomendando  esta serie a todo aquel que quiera escuchar. Por su vigésimo quinto aniversario, he aquí la oda a Sexo en Nueva York, con aviso de spoilers si no habéis visto esta obra maestra de la pequeña y gran pantalla.

En 1994, Candace Bushnell (Los diarios de Carrie, Quinta avenida) empezó a escribir  para el New York Observer. Su columna hablaba de las peripecias y vivencias de sí misma y sus amigas en la gran ciudad. Estas columnas se convirtieron en un libro en 1996. Dos años más tarde HBO emitía el primer capítulo de su adaptación a la pequeña pantalla el 6 de junio. 25 años más tarde contamos con seis temporadas, dos películas y una continuación llamada And Just Like That…, cuya segunda temporada se estrena este 22 de junio. 

Ya sólo el nombre, en aquella época, parecía algo tabú. La palabra sexo en letras grandes invitaba a ver algo culpable. Sin embargo, la serie se aleja de ser un placer culpable. Es la Biblia de la comedia romántica en formato serie. Marcó un antes y un después, existiendo tras ella un sinfín de series sobre un grupo de amigas que batallan en su día a día manejando sus trabajos, familias, amistades, amoríos, etc. haciéndose un hueco en un mundo dominado por hombres.

Eternos personajes

Por supuesto, poco a poco la cosa ha ido avanzando, aunque no mucho, pero el contexto y la narrativa mundial en la que nació esta serie ha cambiado. Ya no sorprende lo mismo que antaño, líneas de guion se han quedado anticuadas, mensajes que antes eran novedosos y atrevidos se han convertido en básicos. Sin embargo, algunos, a día de hoy siguen impactando y todo ello permanece y perdura en el tiempo, sirviendo para la actualidad en la que vivimos. 

Sarah Jessica Parker y Kim Cattrall como Carrie y Samantha en una escena de la serie | Fuente: Cosmopolitan

Una de las mejores formas que tuvo para mostrar todos estos mensajes y situaciones es la personalidad y evolución de las cuatro protagonistas. Personajes exagerados, pero humanos  y cercanos a la realidad, que sirven como reflejo a los espectadores, amigos cuando lo necesitan, y entretenimiento cuando lo quieren. 

Carrie, divina y odiada

Así, tenemos a nuestra protagonista principal, Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker, Hocus Pocus, Tentación en Manhattan). Una especie de personaje anti-héroe que a casi todo el mundo le cae mal, pero cuya historia de amor con Mr. Big (Chris Noth, The Good Wife, Gone) es de las más famosas (y tóxicas) de una serie jamás creada. En ella vemos a una persona hipócrita, moralista y egoísta. No obstante, también es una buena amiga en ocasiones, con sus más y sus menos. Su vida se nos presenta como un perfecto desastre, con sus compras y estilo de vida irrealista con el trabajo que tiene.

Famosa su frase: ‘me he gastado 40.000 dólares en zapatos y no tengo donde vivir’ (Temporada cuatro, capítulo 16), resume perfectamente su forma de ser. Una visión de fantasía utópica llena de moda, cócteles, sexo y amor que convierte a la serie en un cuento de hadas con tacones para mayores de 18 años.

Es la que menos evolución tiene a lo largo de la serie. Casi siempre se queda en el mismo sitio y comete los mismos errores. Las consecuencias no cambian su forma de ser, pero nos da escenas y momentos icónicos que convierten a la serie en lo que es. Su escapada a París en ese final de temporada, su segunda ruptura con Aiden al no ser capaz de comprometerse con él, la pelea con Mr, Big que acabó con un menú del McDonald’s en la pared del apartamento de éste… Una trama telenovelesca centrada en su interés romántico principal desde el capítulo uno, entremezclada con enseñanzas y mensajes que, si bien a veces Carrie no llega a aprender, sirven al espectador para razonar, a la vez que desconectar.  

Sarah Jessica Parker y Cynthia Nixon como Carrie y Miranda en una escena de la serie | Fuente: Harper’s Bazaar

Miranda, racional y leal

A pesar de que las cuatro son mejores amigas, a lo largo de la serie se ve que Miranda es la mejor amiga de Carrie y viceversa. Es una de las cuatro protagonistas que más evolución tiene durante estos 25 años. Pragmática, lógica y, a veces, algo cínica, su evolución pasa tanto por el campo romántico como el laboral y la amistad. La frase: ‘dadme un toque cuando maduréis y dejéis de hablar de hombres para variar’ (Temporada dos, capítulo uno), es una de las que más le define. Directa y a cuchillo, Miranda se va en mitad de la conversación harta de que lo único de lo que puedan hablar sus amigas, inteligentes y brillantes, sean sus novios y ligues.

Más alejada de la moda, le encanta probar cosas nuevas y es la que más cómoda se encuentra con el sexo sin referirse tanto a él. Lo comenta de pasada, como una anécdota, o como consejo cuando alguna amiga necesita de su experiencia. También tiene una de las listas de citas más extrañas en la serie. Como el hombre que no podía terminar sin que no hubiese posibilidad de que le pillaran, o el que no podía hacerlo si no tenía puestas películas para adultos delante de él. Todo esto, en los 90, en una narrativa de una mujer alejada del canon femenino. Una mujer independiente, emocional y económicamente, y con una carrera excelente. Un empoderamiento sin lujo que consiste básicamente en mostrar a una mujer capaz, leal, decidida y tenaz

Así, ella hace la cosas a su manera. No sin equivocarse, avanza en su trabajo y en la vida sabiendo manejar lo que le ofrece. Un embarazo inesperado, un matrimonio con un hombre tierno y dulce, un jefe sexista, una infidelidad, tanto por parte de él como la de ella… Sabe quién es, cómo lo afronta y qué puede aprender. 

Charlotte, clásica y soñadora

Por otra parte, siguiendo esa línea de cuento de hadas de Carrie, tenemos a Charlotte York (Kristin Davis, Ilusiones mortales, Todo incluido). Desde el principio parece plantearse como el personaje menos revolucionario de las cuatro, sin embargo, es el que mayor evolución interna tiene.

Sarah Jessica Parker y Kristin Davis como Carrie y Charlotte en una escena de la serie | Fuente: Today

Una chica rica cuyo sueño es casarse y tener una familia, Charlotte no para de darse de bruces una y otra vez. Esto le que le enseña a ver que hay mucho más allá del tradicional y recto mundo en el que se ha criado. Así, Charlotte se casa, pero su sueño se convierte en divorcio, que le llevará a otra boda, pero esta vez con el hombre correcto. Un hombre con el que jamás habría soñado casarse, pero que, gracias al quitarse capas de prejuicio y darse golpes de realidad, puede llegar a verle como el hombre que siempre había esperado.

A lo largo de las temporadas, y de las películas, vemos cómo va abriendo los ojos y aceptando aquello que no entiende. La define una de las frases más famosas y bonitas de la serie: ‘No os ríais de mí, pero, tal vez, nosotras seamos almas gemelas’ (Temporada cuatro, episodio uno). En una cafetería tras un desastroso día de cumpleaños, Carrie se abre de corazón y se lamenta de no tener una persona especial en su vida. Es ahí cuando Charlotte dice esa frase que resume, tanto su dulce, inocente y honesta personalidad, y la esencia de la serie

Samantha, libre e icónica

Por último, pero no menos importante, tenemos a la famosa Samantha Jones (Kim Cattrall, Cómo conocí a tu padre, Filthy Rich). Relaciones públicas de Nueva York y, en palabras de la misma Carrie, cuyo amor es el sexo. Es el personaje que más destacaba en aquella época. Todo lo que salía por su boca era obsceno, vulgar y grandioso. Siempre fiel a sí misma, sin muchos cambios, pero un personaje aún más redondo e icónico. 

Sus historias y comentarios son los más políticamente incorrectos, pero a veces los más necesarios. La define su personalidad e integridad. Por muy ‘promiscua’ que la tachen, siempre respeta la fidelidad cuando tiene una pareja y, siempre en esta, sabe lo que quiere y no le da miedo hablar las cosas o cortar por lo sano cuando no es así. 

Kim Cattrall como Samantha en una escena de la serie | Fuente: ABC News

Así, tres relaciones clave nos demuestran esto. Una en la que el chico, maravilloso e ideal, no puede satisfacerla en la cama. Temporadas más tarde, otra, en la que él le es infiel y ella se da cuenta de que no lo va a aguantar. La última, su mejor relación, sana y satisfactoria. Al acabar esta última nos da las frases que mejor la definen: ‘voy a decir una cosa que no se debe decir nunca. Te quiero, pero me quiero a mí más’ (Sexo en Nueva York: La película, Michael Patrick King, 2008). No va a comprometer su felicidad y bienestar personal por nadie. Sin maldad, dureza o resentimiento. Comunicación sincera, directa y honrada, desde el primer capítulo hasta su última aparición

Un tapiz de opiniones vitales

En el entresijo de las historias de estos cuatro personajes, sus diferentes personalidades y situaciones, la serie da pie a muchos debates y diálogos interesantes. Una presentación sociopsicológica de la vida de cuatro mujeres y su inmersión en el mundo romántico y social del Manhattan de los 90 y 2000. 

Son muy interesantes las escenas, ya míticas, en las que se reúnen para tomar un cóctel, café, comer o cenar. En ellas, de la manera más ligera y desenfadada posible se elige un tema y se convierte en una disertación. Pueden estar hablando del intercambio de poder que ocurre cuando se practica sexo anal (Temporada uno, episodio cuatro), o discutiendo sobre las decisiones y forma de vida de alguna de ellas. 

Las discusiones y peleas, más que una técnica narrativa de guion, son una dinámica para enseñar multitud de puntos de vista entre los prejuicios y la moralidad entre ellas. Por ejemplo, cuando Charlotte le echa en cara a Samantha la forma tan banal y objetivista que tiene del sexo (Temporada tres, episodio 16). También, cuando Miranda le dice a Carrie que no va a estar allí para ella cuando vuelva por enésima vez con Mr. Big y venga llorando porque le haya roto el corazón una vez más (Temporada tres, episodio 18). Son sólo ejemplos de lo bien que funciona el engranaje formado por las protagonistas en el caleidoscopio de temas y opiniones que la serie tiene por ofrecer

Las cuatro actrices protagonistas como sus respectivos personajes en una escena de la serie | Fuente: Fashionista

De tacitas a cócteles

Lo mejor es la forma en la que hace todo esto. El Sunday Telegraph definió el libro como Jane Austen con un Martini, y es algo que se podía extrapolar a la serie. Las novelas de Jane Austen, en su mayoría, son la sucesión de escenas donde la gente se reúne, ya sea para tomar el té, ir al baile del momento o pasear por el campo. Todo, con una maestría del lenguaje y un desarrollo y profundidad de personajes brillante. Así, la historia se desarrolla a través de conversaciones mordaces que revelan distintos aspectos de la trama que, poco a poco, se va desarrollando.

Algo parecido es lo que ocurre en la serie. Entre las ya mencionadas escenas de quedadas para tomar algo, paseos por Nueva York y celebraciones en la gran ciudad, la historia de estas cuatro mujeres se desarrolla en diálogos sarcásticos, interesantes y divertidos que hipnotizan y van calando conforme avanzan

De esta manera, la serie es una invitación a pasar el tiempo con este grupo de amigas tan variado. Una pasarela de fiestas, lujo, sexo y amor, que 25 años más tarde sigue brillando como el primer día por una naturalidad adictiva e hipnótica que atrapa a cualquier persona que quiera entrar. 

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