Una obra irresistible y de lo más sentimental que no te puedes perder en el Teatro Pavón
Ya con su título te puede dejar pensando y reflexionando acerca de qué mensaje quieren transmitir estos dos grandes actores a su público encima del escenario. Y es que una obra con un mensaje de género, de enfrentarse a lo difícil y de conseguir sueños en una época que no lo ponía fácil, es solo una parte de lo que se puede esperar de esta representación que te dejará los pelos de punta.
Historia y sentimiento a la vez
Juguetes rotos es una obra de teatro cuya trama se basa en la relación de amistad de los dos protagonistas y en cómo se siente uno de ellos realmente. Mario es un joven que abandona su pueblo arcaico en el que vive y se muda a Barcelona, mientras que el personaje de Dorín es una persona transexual que se dedica al mundo del espectáculo que quiere que Mario se enfrente a su sueño de ser mujer en medio del Barcelonismo, donde la transexualidad no estaba aceptada. Aunque tras la muerte de su amiga Mario decide dar el paso y enfrentarse a su sueño.
Trasfondo del mensaje
Lo cierto es que es una obra que aunque esté ambientada en otra época, trata un tema que a día de hoy, para muchos, sigue siendo una lucha constante. Aunque poco a poco la concienciación del tema de la transexualidad va creciendo, todavía existen varios colectivos que no aceptan del todo que el género con el que naces puede no ser con el que te identificas.
Es una obra reflexiva en todos sus aspectos, emocional e incluso chocante con el grado de realismo y transparencia de algunas escenas. Pero con un claro mensaje de superación a uno mismo y sobre todo, de luchar contra todo eso que quiere la sociedad que seas y no te sientes identificado con ello.
Actores y escena
La mayoría conocerán a Nacho Guerreros por su papel de ‘Koke’ en La que se avecina, pero Guerreros también es actor de teatro. Es curioso ver como se transforma en esta obra en algo a lo que no estamos acostumbrados a ver de él. En Juguetes rotos adopta un papel tierno, a veces apático o simplemente cohibido por lo que quiere y no puede conseguir.
Lo que no cabe duda es que el actor ha estado más que a la altura en una obra de este género y le hemos podido ver en una faceta distinta al que muchos estaban acostumbrados. Ríe, llora, grita, baila y, sobre todo, te hace estar en su piel de una manera muy vivaz.

Por otro lado, nos encontramos a Kike Guaza, un actor que empezó su formación muy pequeño y que ha recorrido ciudades y teatros haciendo lo que le apasiona: actuar. El actor está de punta en blanco en la obra con un papel nada fácil e interpretando escenas de lo más complicadas, no por el guion ni por la escenografía, sino por el mensaje que tiene que lograr transmitir al público. Y es que, sin dudarlo, está a la altura.
En cuanto a la escenografía, nada que rebatir a los profesionales. Desde el inicio al final caracteriza a la obra las numerosas jaulas de pájaro apiladas que tiene el protagonista en su pueblo. Se pueden considerar dichas jaulas como una especie de metáfora de cómo el protagonista se encuentra encerrado en un cuerpo y en una identidad con la que no se identifica.
Todo en su conjunto: escenografía, trajes, actuaciones e incluso la música conforman una obra teatral de lo más inesperada y sentimental. Mensajes como el de esta representación es lo que hace falta para que temas tan necesarios de visibilizar como la transexualidad y la identidad de género estén cada vez más cerca de lo que son: un sentimiento completamente irrebatible.