Carlos Alcaraz vence a Medvedev en la final de Indian Wells por 6-3,6-2. El murciano mostró un nivel excelso contra el ruso, que jugó uno de los peores partidos de la temporada y fue una sombra de lo que venía siendo en los últimos torneos.
Carlos Alcaraz se presentaba en su tercera final de Masters 1000 contra un Medvedev que había demostrado ser claro merecedor de estar al otro lado de la red en la final. Los dos tenistas fueron los mejores durante toda la semana de competición, mostrándose muy sólidos y trabajados en esta pista dura.
Alcaraz había dejado atrás la lesión que le impidió participar en el Open de Australia y se encontraba en condiciones de disputar este torneo para ganarlo, como siempre hace el murciano. En plena forma física, dejó atrás a algunas de sus bestias negras, como Auger Aliassime (Cuartos de Final) y Sinner (Semifinales). En la final, le esperaba uno de los colosos del tenis mundial, el número cinco del ránking. Daniil Medvedev.
El ruso venía pisando muy fuerte desde antes de llegar a Indian Wells. Medvedev se había proclamado campeón en los últimos tres torneos que había jugado: Rotterdam, Doha y Dubái. Llegaba a Indian Wells como uno de los favoritos, como a todas las competencias en las que participa. A pesar de eliminar a grandes jugadores como Zverev (Octavos de Final), con el que protagonizó un partidazo, o Francis Tiafoe (Semifinales), se iba a topar con un español insuperable en la final.
Un paseo por la final
El último partido del torneo no venía acompañado de las mejores condiciones meteorológicas para el tenis. Un viento muy fuerte e impredecible azotaba la pista y complicaba las circunstancias para ambos jugadores. Sin embargo, hubo un aspecto que marcó la diferencia entre “Carlitos” y Daniil en la final: la mentalidad. Mientras que Alcaraz se adaptó al viento y lo volvió a su favor, Medvedev parecía no haberse enterado de que la final ya había empezado. El ruso no supo dominar el viento y Carlos le dominó a él.
Esto provocó que, en el primer set, Carlos ganase 3-0 en menos de 20 minutos. A partir de ahí, viendo que el nivel de Medvedev era mucho peor de lo esperado, Carlos siguió apretando cada bola, cada punto, sin precipitarse y jugando con mucha seguridad. Cuando quiso mirar al marcador, ya había recorrido la mitad del camino: 6-3 en la primera manga, en sólo 35 minutos.
En el segundo set, quedaba la duda de si el ruso despertaría, cogería la raqueta como tiene acostumbrado al mundo del tenis y competiría la final de tú a tú. Y la realidad es que lo intentó, pero no tuvo ninguna oportunidad. Carlos presionó como era necesario para terminar el trabajo en el segundo set. Llegó a ponerse 4-0 y, por un momento, pareció que dejaría a 0 al número cinco del mundo. Finalmente, Medvedev maquilló el resultado y Carlos cerró el partido con un 6-2 en el segundo set.
Con la mente puesta en Miami
Este 6-3, 6-2, confirmaba que Carlos había vuelto por todo lo alto. Había avasallado a Medvedev en la final del primer Masters 1000 del año, había ganado el torneo con una seguridad y una solidez apabullantes, había recuperado el número 1 del mundo y, sobre todo, había demostrado que había dejado de ser una promesa del tenis para ser una realidad.
Una vez colocado en el primer escalón del ránking, sólo queda mirar hacia el futuro. En apenas una semana, Carlos volverá a competir en el Masters 1000 de Miami, donde tendrá que volver a ganar para mantener el número uno. Parece que el camino se allana un poco tras saber que Novak Djokovic tampoco participará en este torneo después de haber ganado el Open de Australia. ¿Podrá entrar Alcaraz en el selecto grupo de ganadores de los dos primeros Masters 1000 del año?