El Manchester United doblega al Newcastle gracias a los tantos de Casemiro y Rashford
Wembley vivió ayer, en el choque Manchester United – Newcastle, una de sus tardes para la historia. Un estadio casi prohibido, solo reservado para las ocasiones más nobles. Este pequeño detalle hace de cualquier partido que allí se dispute una ocasión imperdible y, en suma, el máximo exponente del fútbol inglés.
Desde la final de la competición futbolística más antigua del mundo, la FA Cup, hasta el último partido de un play-off de ascenso a Premier. Cualquier partido que se juega en Wembley acaba envuelto en un brujo especial que lo hace irresistible para el aficionado al fútbol.
El Manchester United era, hasta hace poco, un gigante dormido. Lo mostraban sus resultados, mediocres para un club de su mastodóntica dimensión. Lo mostraba su propiedad, más preocupada por obtener dividendos que por sufragar las deudas del club.
Casi nueve meses después de un inicio de temporada muy criticado, los reds no sólo llegaban a la final de la Carabao Cup en un año que parecía de transición, sino que mantenían sus opciones en todas las competiciones. No sobra recordar que los de Erik llegaban al encuentro habiendo eliminado el jueves al Barça de la Europa League.
En el otro lado del feudo, el que aguardaba su momento era el Newcastle United. Un equipo metamórfico, que jamás perdió la grandeza de sus colores, pero que en demasiadas ocasiones perdió el rumbo que le había guiado a la gloria tantas veces.
Bajo el mando de Eddie Howe, con baluartes como Trippier, Botman, Wilson o Bruno Guimarães (y el espaldarazo de propiedad saudí), el Newcastle salvó la categoría la temporada pasada. Hoy, pelea por entrar en Champions y, por qué no, levantar un título. Suyo es el récord de menor cantidad de goles encajados en Liga, siendo sin duda la mayor amenaza contra el régimen del Big Six en la actualidad.
Un choque de poder a poder
El partido comenzó con dominio del Newcastle, viéndose el ManU obligado a recurrir al ‘patadón’ para sacar de su propia área los balones combinados de los magpies. Diogo Dalot fue uno de los futbolistas que más sufrió durante el partido, teniendo que cubrir a un Alain Saint-Maximin especialmente inspirado. A pesar de una temprana amarilla, el lateral cumplió y fue relevado al descanso por Wan-Bisakka.
Hasta el ecuador de la primera parte, fuimos partícipes de un choque de potencias futbolísticas a un nivel espectacular. Los mancunianos habían logrado salir de su área por medio de la inspiración de Antony, pero se seguía resistiendo el último pase. Saint-Maximin sigue poniendo a prueba a la zaga red, con una elástica en el minuto 31 que dejó a Dalot tumbado con las piernas temblando.
Al minuto siguiente, la lata por fin se abrió. Luke Shaw bota una falta desde la mitad del campo rival. El inglés saca de nuevo a pasear el guante que tiene por bota izquierda, con un centro casi orgásmico que, de manera magistral, como un futbolista acostumbrado a aparecer, remata Casemiro.
El Manchester United se adelantaba en uno de los mejores momentos del Newcastle. Este detalle no es coincidencia, ya que los de Ten Hag tuvieron escasas oportunidades de penetrar entre una de las mejores defensas del mundo. De cada una de ellas sacaron el máximo provecho para castigar al rival.
El gol fue un jarro de agua fría para los magpies. Tanto es así que, a los cinco minutos, una conducción de Weghorst con pase a la espalda de la defensa para Rashford culminó en el dos a cero red. El delantero del Manchester United demostró de nuevo ser el futbolista del momento. A pesar de que el balón fue desviado mínimamente por Botman, dejando vendido a Karius, finalmente el de Manchester fue reconocido como el autor del gol.
Un ritmo demoledor
A partir de este momento, las dinámicas de poder del partido estaban definidas. El césped de Wembley había sido una planicie para ambos equipos al pitido final. Sin embargo, al comienzo de la segunda parte se convirtió en una ardua pendiente para el Newcastle y una cómoda llanura para el United.
A pesar de todo, el ataque de los magpies siguió poniendo a prueba a Lisandro Martínez, Varane y De Gea. El poderío en el aire de Burn y Botman hizo sudar al portero red, que a pesar de no protagonizar paradas espectaculares, firmó otra portería a cero, batiendo el récord del club en esta marca.
Si Saint-Maximin fue el playmaker encargado de volver loco a Diogo Dalot, Antony hizo lo propio con Dan Burn. Inventando regates imposibles con explosividad, ayer atisbamos lo que puede ser Antony Dos Santos en plenitud: un diablo con la pelota en los pies (y sin ella). A pesar de tener que mejorar mucho su pierna diestra, el encuentro de ayer sin duda supuso un refuerzo de confianza para el paulista.
Al margen de estos pequeños detalles, el partido se desarrolló según este guion hasta el pitido final. La alegría del lado rojo, la resignación del lado blanquinegro. El Manchester United volvía a reinar en una competición inglesa. Por su parte, el Newcastle vio desvanecerse la oportunidad de cortar una sequía de títulos de casi 70 años.
Un club hecho de honor
Hay que destacar un momento que erizó la piel a todos los espectadores. Cerca del final partido, viendo como se les escapaba de las manos su mayor oportunidad en décadas, los aficionados del Newcastle ondearon al unísono las banderas de sus colores. De esta forma, agradecieron a los jugadores que les llevaron a la rozar la gloria.
En relación al Newcastle, el honor que demostraron les representa como club. Los Geordies conforman un equipo extraordinario, que se atreve a desafiar las bases de la Premier League, por encima de la mitad del Big Six. Lograrán la gloria liderados por un extraordinario Kieran Trippier que va de camino a convertirse en leyenda del club e ídolo máximo local.
Glory Glory Man United…
Finalmente, la batalla concluyó con la imagen: Harry Maguire y Bruno Fernandes levantando al cielo de Londres la tan ansiada copa. El primer título de la era Ten Hag. Ya lo dijo el propio míster: «Eras come to an end» (Las eras terminan). ¿Estaremos atisbando el final de una? Sin duda, lo que vemos es el comienzo del reinado Ten Hag en Manchester.
