Ayer finalizó la Feria de Sevilla de 2024, que, como cada año, deja estampas inolvidables
La Feria de Abril es una de las fiestas más esperadas en la capital andaluza, tanto por los propios sevillanos como por turistas que la visitan desde todos los rincones del país. Una celebración que cada año acoge a dos millones de personas y que esta vez no se ha quedado atrás.
Como cada año, los coloridos vestidos de flamenca, los farolillos que alumbran cada calle, las cientos de casetas tradicionales y la majestuosa portada, han llenado de color el recinto ferial durante una semana calurosa, pero con clima agradable para bailar sevillanas y disfrutar entre familiares y amigos.
La historia de esta famosa tradición se remonta a 1846, año en el cual dos empresarios propusieron al Ayuntamiento de la ciudad la celebración de una feria agrícola que permitiera el comercio de ganado. Así, los días 18, 19 y 20 de abril de 1847, se inauguró la primera Feria de Sevilla. Continuó durando únicamente tres días durante bastante tiempo, hasta que en 1913 se aumentó a cuatro. No fue hasta 1952 que se estableció su duración en seis días y, recientemente, en 2017, cuando se extendió a siete.
La portada ha tenido su propia historia particular. Lo más parecido en los inicios fue una Pasarela de hierro que se colocó por primera vez en 1896. Hasta 1906 no se le instalaron focos eléctricos. Entre 1921 y 1949 la Feria quedó sin portada. Sin embargo, desde entonces, es tradicional la construcción de una portada con diferentes temáticas, que se ilumina el primer día de feria a media noche y sirve de bienvenida para los visitantes.
Durante los 177 de vida de la Feria ha habido muchos cambios que la han ido moldeando hasta convertirla en lo que es actualmente. Por ejemplo, la primera zona de atracciones no se instaló hasta 1863. Un año más tarde, comenzó la tradición de cerrar la feria con fuegos artificiales. Los farolillos, insignia inmediatamente reconocible por todos, no aparecieron hasta 1877, treinta años después del inicio de la tradición.
Los eventos históricos han influido en la celebración. Por ejemplo, en 1931, se proclama la Segunda República sólo tres días antes de la inauguración de la Feria. Esto obligó al ayuntamiento a cambiar todas las banderas a último minuto, gastando más de 13 mil pesetas (el equivalente a unas 250.000€ a día de hoy).
La pandemia también causó estragos. El montaje del recinto quedó paralizado por el confinamiento, y finalmente fue cancelada durante dos años seguidos. La Feria sólo había sido cancelada durante la Guerra Civil, y a día de hoy siguen siendo esos dos los únicos eventos que han impedido su celebración.