Desde que la crisis sanitaria empezó, las ciudades se han sumido en una especie de letargo constante. El confinamiento absoluto alteró la vida de todo el mundo y supuso un terrible obstáculo que afrontar para todos aquellos que, huyendo de la claustrofobia del hogar, pasaban la mayor parte de su tiempo, ya fuera por gusto o por necesidad, en las calles de nuestras ciudades más famosas.
¿Cómo de diferente se vería Sol en Madrid sin malabaristas o magos? ¿Sería Sevilla igual de mágica sin sus cantaores y bailaoras en cada esquina? ¿Qué sería de Barcelona sin sus pintores o sin sus humanos-estatua?
Una ciudad sin arte en las calles está dormida. La vida la dan aquellos que se desnudan de vergüenza y se visten de amor al arte y que ofrecen, tanto a residentes y como a turistas, un motivo más para querer a su ciudad.
Pero ¿cómo lo han pasado los artistas callejeros sin las calles de su ciudad como escenario?
Todos los artistas fotografiados y entrevistados en este trabajo fotoperiodístico coinciden en que la falta de turistas ha afectado su rendimiento diario (entendiendo la palabra rendimiento como número de visitantes o como propinas que reciben al día) . Las restricciones implantadas en las diferentes ciudades con motivo de la alerta sanitaria han hecho que este año, como es de esperar, la cantidad de turistas extranjeros, e incluso españoles que visitan nuestras ciudades más emblemáticas, haya sufrido un descenso considerable. De hecho, es a partir de octubre cuando han empezado a notar más movimiento por las calles debido a la llegada de estudiantes.
Sea como fuere, ellos no se rinden. “El arte se debería considerar como un bien universal, por eso ofrezco mi espectáculo en la calle y no entre cuatro paredes” decía Víctor, uno de los artistas que eligen Sevilla como destino.
Estas son algunas de las imágenes tomadas en las calles de Sevilla.









Muy bueno este enfoque de lo que está haciendo la pandemia.
Cualquier ciudad del mundo, sin arte en sus calles, son solo asfalto, cemento y ladrillos, sin alma ni sonrisas. Gracias Sara, por recordarnos lo que somos.
Que pena que maten el arte con la escusa de un virus de gripe…