A día de hoy, la tendencia educativa parental se basa en la sobreprotección a los hijos. Las nuevas generaciones crecen en un ambiente burbuja potenciado por el miedo al error de los padres. Los progenitores siempre van a querer lo mejor para sus hijos, pero en ocasiones se llega a confundir el hecho de “brindar ayuda” con la práctica de la sobreprotección.
Los padres “helicóptero”, “manager”, “quitanieves” o “bocadillo” son un ejemplo de las tendencias de hiperpadres que desembocan en una sobreprotección y en una futura mala gestión de las emociones. Pero ¿cómo se puede saber cuando se cruza la línea entre la ayuda y la excesiva protección?
La psicóloga vallisoletana Silvia Álava Sordo ayuda a detectar este tipo de conductas y ofrece herramientas para redirigir este nuevo modelo de educación. Álava considera que los padres deben ayudar al niño a potenciar su autonomía. Ofrecer ayuda siempre es lícito, pero cuando los padres se saltan ese paso y proceden a la solución de los problemas del niño, el menor interpreta que él no puede.
La sobreprotección es el principal enemigo de la inteligencia emocional. Parece que el principal deber de los padres es evitar que sus hijos lo pasen mal. Esta conducta crea niños incapaces de gestionar la frustración, niños narcisistas y niños infelices. El problema vendrá años después, cuando a la edad adulta estas personas no conozcan lo que es la resiliencia.
El aburrimiento como solución
Uno de los principales problemas del desarrollo de las nuevas generaciones es la hiperestimulación. Los niños de hoy en día apenas conocen el aburrimiento. La excesiva carga de extraescolares y el prematuro acceso a dispositivos tecnológicos dificultan el desarrollo de la creatividad.
Actualmente la mayoría -por no decir todos- los juegos y actividades vienen con normas ya establecidas. No hay margen de error ni de experimentación. Y lo que es peor, hay falta de tiempo libre.

La ONU reconoce el juego como derecho fundamental de la infancia. Precisamente eso, el juego libre, es lo que se está perdiendo. Se tiende inconscientemente a huir del error como si esto fuera un drama. No obstante, el error es el promotor del aprendizaje.
Hiperpadres
La periodista y escritora Eva Millet habla sobre la intolerancia al error y a la frustración. Pone de ejemplo a los “padres helicóptero” que siempre están sobrevolando la vida de sus hijos sugestionando sus decisiones. También habla sobre los padres “quitanieves”. Aquellos que allanan el terreno de los hijos para que estos no tengan que lidiar con baches. Pero, aunque la intención sea buena, ¿esta práctica realmente beneficia al niño?
Millet reconoce que el padre debe estar pendiente del desarrollo de sus hijos, pero no debe interferir en él a no ser que los niños soliciten ayuda. Además, aconseja que antes de ofrecer ayuda, los padres deben incitar a que el niño busque una solución por sí solo. Los adultos deberán proporcionar al menor las herramientas necesarias para dar solución al problema.
En definitiva, la sobreprotección genera inseguridades e incapacidad resolutiva. Los padres deberían preparar a sus hijos para el camino en vez de preparar el camino para sus hijos. Solo de esta forma se logrará construir un adulto funcional e independiente.