La detección y resolución del bullying presenta un desafío considerable. Aunque resulta complicado identificarlo, tomar medidas preventivas de manera temprana puede evitar daños permanentes o irreparables en las víctimas. Afortunadamente, la creciente conciencia sobre este fenómeno ha conducido a la formulación de normativas específicas y la implementación de protocolos efectivos. En este sentido, la comunidad educativa en España cuenta con herramientas que facilitan la prevención y corrección de tales comportamientos.
¿Qué es?
El bullying abarca conductas violentas e intimidatorias que se manifiestan verbal, física o psicológicamente entre niños y adolescentes durante un período de tiempo. Consiste en una sucesión deliberada de maltratos perpetrados por uno o varios agresores con la intención de agredir, causar inseguridad o obstaculizar el progreso académico y personal de la víctima.
La palabra Bullying deriva del inglés y en español se traduce como “intimidación”.
El bullying suele dirigirse hacia niños o jóvenes que exhiben características como sumisión, dificultades para defenderse, baja autoestima, inseguridad o diferencias notables con sus compañeros. Este tipo de maltrato puede manifestarse en diversos lugares, como espacios públicos o parques, pero está especialmente vinculado al entorno escolar, afectando las relaciones entre niños y adolescentes en el ámbito educativo.
En la mayoría de los casos, se inicia con burlas que progresivamente se intensifican, llegando en ocasiones a convertirse en agresiones físicas o verbales. Estas agresiones provocan daños psicológicos y emocionales en la persona afectada.
El bullying está estrechamente relacionado con dinámicas de abuso de poder, donde un individuo humilla a otro para afirmar su superioridad, empleando diversas formas de agresión como burlas, insultos o maltratos físicos. Como consecuencia, la víctima experimenta temor hacia sus agresores y busca evitarlos.
Es importante señalar que las situaciones de acoso que ocurren fuera del entorno escolar, como en el trabajo, en espacios sociales o en incidentes aislados de abuso, no son consideradas bullying. En tales casos, se utilizarían términos como intimidación, acoso, abuso, vejación o violación.
¿Qué tipos hay?
Bullying Físico
Este tipo de intimidación es bastante común e implica acciones como golpes, empujones, patadas, arañazos y cualquier forma de agresión física dirigida hacia la víctima. En ocasiones, también se incluye el robo o daño a las pertenencias de la persona afectada. En situaciones más graves, el bullying físico puede resultar en heridas permanentes e incluso en la muerte de la víctima.
Bullying Verbal
En el bullying verbal, los agresores emplean palabras hirientes e insultos con el fin de causar daño a su víctima. Puede manifestarse de manera directa, mediante bromas y chistes ofensivos dirigidos personalmente, o de manera indirecta, pero igualmente perjudicial, como la propagación de rumores, el envío de amenazas, burlas compartidas con otros sobre la víctima o la imposición de apodos. Este tipo de bullying es común y tiene una conexión directa con la salud mental de la víctima y el impacto que las palabras tienen en su psique.
Bullying Psicológico
Este tipo de intimidación tiene como objetivo afectar la autoestima de la víctima y dejar una sensación constante de temor en su mente, volviéndola sumisa ante sus agresores. Se vale de prácticas como perseguir, intimidar, chantajear y amenazar a las víctimas. La persistencia del maltrato y su combinación con abuso físico o sexual pueden causar daños psicológicos irreparables.
Bullying Sexual
Este tipo de bullying involucra comentarios y acciones de naturaleza sexual. Comienza con observaciones sobre el cuerpo de la víctima, la distribución no consensuada de fotos íntimas en redes sociales y puede evolucionar hacia el abuso sexual. Incluye también ataques verbales y físicos dirigidos a personas por su orientación sexual.
Bullying Social
En este caso, la víctima es excluida del grupo. Se inicia de manera sutil, como dos amigos que impiden a un compañero unirse a ellos durante el recreo o al realizar un trabajo en equipo, y progresivamente persuaden al resto del grupo para que eviten interactuar con la víctima, excluyéndola de los grupos escolares en redes sociales. Este tipo de bullying hace que las víctimas se sientan ignoradas e insignificantes, destacando la importancia de que la educación se ocupe de casos de bullying social de manera rápida y efectiva.
Ciberbullying
El avance tecnológico ha llevado al surgimiento del ciberbullying, aprovechando el anonimato de las redes sociales y la disponibilidad de medios tecnológicos. También conocido como ciberacoso, implica comentarios y mensajes perjudiciales en redes sociales, memes insultantes, grupos en línea para intercambiar insultos hacia una persona, críticas destructivas o la difusión de fotos personales sin permiso.
Consecuencias
Las consecuencias del bullying pueden tener un impacto significativo en la vida de las víctimas, manifestándose a través de diversas manifestaciones físicas, emocionales y sociales.
Puede manifestarse a través de una baja autoestima, ya que el bullying puede erosionar la confianza y autovaloración de la víctima, generando una percepción negativa de sí misma. Por otra parte lleva a tener actitudes pasivas donde la víctima evita confrontaciones o expresar sus opiniones por temor a represalias. Además pueden llegar a tener trastornos emocionales como cambios repentinos en el estado de ánimo, irritabilidad o labilidad emocional. También puede generar problemas psicosomáticos, ya que las tensiones emocionales asociadas al bullying pueden manifestarse en problemas de salud física, como dolores de cabeza, problemas gastrointestinales u otros síntomas sin causa médica aparente. Una de las consecuencias más graves del bullying es la depresión, ansiedad y pensamientos suicidas. Además de pérdida de interés en los estudios lo que puede traducirse en un menor rendimiento académico y eventual fracaso escolar.
Por otra parte, puede generar la aparición de trastornos fóbicos generando miedos intensos e irracionales en la víctima. También se producen alteraciones de la conducta, manifestándose a través de cambios como la intromisión, introversión, timidez, aislamiento social y soledad. Así como producir problemas en las relaciones sociales y familiares, y baja satisfacción familiar. Además de una baja responsabilidad, actividad y eficacia, debido a que las víctimas pueden experimentar una disminución en su sentido de responsabilidad, actividad y eficacia en diversas áreas de su vida. También se puede generar un síndrome de estrés postraumático con efectos duraderos en la salud mental de la víctima. Y, por último, se pueden producir manifestaciones neuróticas y de ira como resultado del trauma causado por el bullying.
En situaciones extremas, el acoso escolar ha llevado a algunas víctimas al suicidio, y sus efectos perjudiciales pueden perdurar a lo largo de la vida, afectando la salud física, mental y emocional de la persona de manera crónica.
Soluciones
Cuando se confirma o se sospecha de acoso escolar, es imperativo que el profesor tome medidas de inmediato. En este sentido, se recomienda seguir el protocolo establecido por el centro educativo, y en caso de inexistencia de dicho protocolo, consultar la normativa vigente en la comunidad autónoma correspondiente.
Entre las acciones a emprender se incluyen la necesidad de informar a la dirección del centro o, en casos de mayor gravedad, a la fiscalía de menores o a la policía. Además de mantener diálogos con la víctima, el agresor y los testigos para obtener una visión completa y detallada de los hechos. Por otra parte, es necesario entablar conversaciones con los padres tanto del agresor como de la víctima. Y, por último, hay que implementar las medidas cautelares más apropiadas, como la expulsión temporal o definitiva del agresor y brindar protección a la víctima.
Es crucial llevar a cabo todas estas acciones con un absoluto respeto a la confidencialidad de las personas involucradas, recordando que están amparadas por las normativas de protección de datos y por su condición de menores.
En última instancia, la formación de los profesionales que trabajan en los centros escolares desempeña un papel vital en la respuesta efectiva ante el acoso escolar.
