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Terapia electroconvulsiva: segura, eficaz y vigente

La terapia electroconvulsiva emerge entre el prejuicio y el tabú como una práctica diaria y eficaz en los hospitales españoles. Más de un millón de personas se benefician de ella cada año en el mundo; tres mil solo en España.

El cine, la cultura popular y los tabús son todavía hoy determinantes en la práctica clínica de la salud mental. Los pacientes psiquiátricos, así como sus tratamientos y terapias, se ven a menudo estigmatizados, desplazados de la empatía y la compasión que suscitan otras condiciones médicas.

En cuanto a los tratamientos, el mayor exponente de este fenómeno es, posiblemente, la terapia electroconvulsiva (TEC). Un procedimiento que se aplica con éxito desde 1938, cuando los italianos Ugo Cerletti y Lucio Bini lo administraron por primera vez a un paciente en Roma.

Para el que no está familiarizado con el procedimiento, es posible que la TEC le evoque escenas desagradables del cine de manicomio. El objetivo de este artículo es desmitificar y dar a conocer una terapia que tiene altísimas tasas de éxito, que se aplica todos los días en los servicios de psiquiatría españoles y que ha conseguido aliviar, cuando no curar, trastornos psiquiátricos severos.

¿En qué consiste la terapia electroconvulsiva?

El procedimiento se realiza en unidades especializadas y bajo anestesia general. Dura apenas unos segundos, durante los cuales una corriente eléctrica viaja por el cerebro del paciente. Debido a la anestesia, el procedimiento es completamente indoloro, induciendo pequeñas convulsiones controladas.

La carga eléctrica es única para quien la recibe, ya que debe ajustarse según la edad, el peso, el sexo y otras características de cada paciente. Sin embargo, el objetivo es constante: aplicar la dosis mínima eficaz que consiga provocar en el paciente estas rítmicas convulsiones.

El mecanismo exacto de su efectividad es todavía objeto de estudio, pero se reconocen una serie de reajustes a nivel cerebral. Por ejemplo, se sabe que sustancias clave como la dopamina o la serotonina (neurotransmisores) modifican sus niveles, y que se favorece la formación de nuevas neuronas (neurogénesis), así como el desarrollo de nuevas conexiones entre sí (sinaptogénesis).

En el siguiente vídeo, el Dr. Víctor Navarro, del Hospital Clínico de Barcelona, repasa la historia, indicaciones, funcionamiento y efectos secundarios de la técnica.

¿Quién puede beneficiarse de ella?

La terapia electroconvulsiva es una técnica mundialmente utilizada para trastornos psiquiátricos graves y resistentes al tratamiento. Debido a su “mala prensa”, es habitualmente aceptado por los pacientes como un último recurso cuando, en realidad, por su rapidez de acción y eficacia podría ser el tratamiento de primera línea en cuadros graves como la catatonía, la depresión, el trastorno bipolar y las psicosis.

De hecho, la investigación extensiva y la experiencia de casi noventa años aplicando la técnica han demostrado que, en muchos casos, la TEC tiene mayor tasa de éxito que los fármacos.

Para la catatonía, un trastorno caracterizado por la ausencia total de movimientos voluntarios, un “bloqueo” que puede llegar a durar años, la tasa de efectividad es del 80% al 100%. En los casos graves de catatonía maligna, donde es primordial una respuesta rápida al tratamiento o cuando la respuesta farmacológica (lorazepam) es insuficiente, la TEC se convierte en el tratamiento de primera elección.

De forma similar, para la depresión se ha demostrado una respuesta robusta, superior al 75% de éxito. Esto supone un beneficio superior al tratamiento con antidepresivos.

¿En qué casos no puede aplicarse?

De forma contraintuitiva, la terapia electroconvulsiva no presenta contraindicaciones. Es decir, no existen condiciones clínicas o poblaciones de pacientes en las que la TEC no sea segura. Pueden darse situaciones en las que sea preciso un control más estrecho, pero estas serían solo contraindicaciones relativas.

De hecho, en mujeres embarazadas, pacientes ancianos o incompatibilidades de fármacos, la terapia electroconvulsiva se presenta como el “gold standard”; el “tratamiento dorado”. Ocurre lo mismo en otros casos delicados como arritmias, cánceres o insuficiencia renal.

Supongamos el caso de una mujer embarazada con depresión mayor y elevado riesgo de suicido. En este caso hay muchos tratamientos que debemos descartar por ser altamente peligrosos para el feto. No obstante, la TEC no supone ningún riesgo añadido para la madre ni para su gestación, por lo que sería la primera opción de tratamiento y así se aplica hoy en día en España.

¿Cuáles son sus efectos secundarios?

Como cualquier otro procedimiento médico, la TEC no está exenta de efectos secundarios. Los más habituales son también los más leves: molestias musculares tras despertar de la convulsión y dolores de cabeza. Estos suelen ser ligeros y resolverse sin mayor problema con ibuprofeno o paracetamol. En pacientes que tengan tendencia al dolor de cabeza, el paracetamol puede aplicarse de forma preventiva, ahorrándose esa molestia.

Los efectos más severos están relacionados con la memoria. No es infrecuente que en las horas y días posteriores al tratamiento el paciente experimente cierta dificultad para formar nuevos recuerdos o aprender nuevas tareas (amnesia anterógrada). Es posible que quien recibe la TEC no recuerde qué ha cenado ese día o conversaciones que ha tenido tras el tratamiento, pero es importante destacar que estos son efectos transitorios, y que remiten progresivamente en las semanas posteriores. Mucho menos habitual es la dificultad para recordar eventos del pasado (amnesia retrógrada), siendo este efecto también temporal.

En general, el balance riesgo/beneficio es muy favorable a pesar de estos efectos, particularmente cuanto más grave es el cuadro psiquiátrico.

¿Qué opinan los pacientes?

Los aspectos del tratamiento peor valorados por el paciente son, en realidad, la lista de espera para realizarse el tratamiento y los efectos secundarios relacionados con el despertar de la anestesia. Sin embargo, estas tasas son similares a los pacientes que reciben anestesia para otras cirugías.

La actitud frente al tratamiento mejora notablemente tras recibirlo. Antes de aplicarlo, muchos pacientes expresan miedo e incertidumbre, sobre todo de cara a los efectos secundarios. Hay pacientes que, tras recaer en su cuadro psiquiátrico, pueden requerir una segunda TEC y, en estos casos, se muestran mucho más predispuestos y tranquilos que en la primera sesión.

Los familiares, en comparación con los pacientes, tienen una visión y experiencia más positiva de la TEC, presentan un nivel de satisfacción mayor y demuestran mayor disposición para aceptar el tratamiento en un futuro.

En definitiva, la terapia electroconvulsiva es una alternativa muy segura y muy eficaz, tanto como complemento al tratamiento farmacológico como en solitario, de primera línea. A pesar de aplicarse de forma rutinaria en España, todavía se ve infraprescrita debido a los prejuicios y el estigma que la condicionan.

Consenso Español sobre la Terapia Electroconvulsiva

Para aquellos que deseen profundizar en la aplicación de la TEC, en el siguiente enlace es posible acceder al Consenso Español sobre la Terapia Electroconvulsiva. En él se valoran todos los aspectos del procedimiento, desde recursos más técnicos y clínicos hasta reflexiones éticas y valoraciones de los pacientes atendidos.

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