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Lenguas en peligro de extinción: culturas que desaparecen

Cada dos semanas desaparece en el mundo una lengua minoritaria y su cultura cae en el olvido

Las lenguas viven en un estado de continua transformación y deben adaptarse a la, cada vez más fuerte, interconexión cultural. En este proceso, multitud de lenguas escondidas en los rincones del mundo quedan aisladas del ecosistema global y corren peligro de desaparecer, junto con la cultura milenaria que albergan.

Actualmente, existen en el mundo alrededor de 7.000 lenguas vivas vinculadas con un grupo de hablantes y una cultura propia y característica, que se reparten entre los 7.000 millones de personas que habitan la Tierra.

Esto podría significar, siguiendo un reparto equitativo, que cada una de ellas cuenta con un millón de hablantes. Pero, como corrobora la revista National Geographic España, la lingüística no es precisamente equilibrada. El 78% de la población mundial es hablante de las 85 lenguas mayoritarias del mundo, mientras que las 3.500 minorías lingüísticas están distribuidas entre apenas 8,25 millones de hablantes.

Unido a esto, según se concluye en el Endangered Languages Project (ELP), se calcula que cada dos semanas muere una de estas lenguas minoritarias y que, por ello, al final del siglo podrían llegar a desaparecer la mitad de ellas; el concepto de lengua en peligro de extinción remite a estas minorías en peligro. En total, entorno a 2.450 están en esta situación.

Idiomas en peligro de extinción en el mundo | Fuente: Statisa

El ELP es un espacio web, que nace en 2012, en el que colaboradores mundiales trabajan para fortalecer y preservar los idiomas en peligro de extinción: desde organizaciones de idiomas indígenas, lingüistas particulares e instituciones de educación superior, hasta socios voluntarios que quieren plasmar su conocimiento y experiencia con alguna de estas lenguas. Con ello, pretenden crear un catálogo de recursos y documentos variados que dejen constancia de todas las lenguas posibles, sobre todo las que están en peligro.

Determinismo lingüístico

La Real Academia Española define una lengua como «el sistema de comunicación verbal propio de una comunidad humana y que cuenta generalmente con escritura”; la herramienta que nos permite interactuar con el mundo y entre nosotros. La lengua es, además, el marco en el que se encuadran nuestros pensamientos y el visor que nos permite interpretar del mundo de una manera u de otra.

La asimilación de una lengua materna es un proceso casi automático desde que nacemos y se relaciona de un modo significativo con el entorno, pues la realidad que plasma cada lengua, e incluso la realidad que cada hablante conforma con la suya, varía de las demás.

En los primeros años de vida comenzamos a apelar a nuestros familiares con onomatopeyas, aparentemente insignificantes, pero a medida que crecemos asimilamos que si alguien usa nuestro nombre de pila vendrá seguido de un tono serio o que optar por mami en una charla familiar es mejor opción para intentar conseguir algo.

Por tanto, cada lengua condiciona en buena medida nuestra percepción del mundo, ya que cada una de ellas cuenta con términos y palabras que plantean escenarios concretos con valores y matices propios. Nuestra mente se organiza en función de nuestra lengua.

Por ejemplo, los Amondawa, una tribu del Amazonas, no poseen un concepto abstracto del tiempo como el que conocemos en español. Los hablantes de esta tribu sí pueden hablar de eventos y secuencias, pero no cuentan una noción de tiempo independiente a los eventos que están ocurriendo. No tienen una percepción de tiempo como algo en lo que los eventos ocurren, o tampoco palabras para referirse a mes y año.

Entonces, un concepto tan usual para los hablantes españoles como «cumplir años el 25 de mayo» no existe en la realidad de esos hablantes. Ellos asumen nombres diferentes en las distintas etapas de sus vidas o según alcanzan determinado estatus dentro de la comunidad.

Por tanto, su lengua plantea una manera de vivir diferente, lo que no quiere decir que sus oportunidades están limitadas. Ya que si un hablante de esta tribu aprende otro idioma, podrá abrir un álbum nuevo de interpretaciones al mundo.

Conocimientos frágiles

En el momento en el que una lengua se extingue sin resquicio alguno, desaparece con ella todo un bagaje de cultura, historia y tradición de un enorme potencial. Más incluso si los hablantes dependen de la oralidad para transmitir conocimientos, como en muchos de los grupos indígenas.

En un estudio reciente, Jordi Bascompte, investigador de la Universidad de Zúrich, y el especialista en biodiversidad Rodrigo Cámara-Leret analizaron 3.597 especies vegetales vinculadas con 236 lenguas indígenas del noroeste de la Amazonía, Nueva Guinea y América del Norte. Con ello concluyeron que en estas regiones, el 75% de los usos medicinales de las plantas solo se conocen en una lengua específica. Avisaron, así, de que la extinción de las lenguas indígenas supondría la pérdida de un conocimiento clave y que se podrían reducir las posibilidades de descubrir futuros medicamentos, muchos derivados de plantas medicinales.

¿Por qué desaparecen las lenguas?

La evolución de las lenguas obedece a procesos lingüísticos que se suceden a lo largo de los años y que las modifican con cuentagotas. El propio desarrollo de las sociedades conlleva que la dualidad lengua-realidad se adapte a un modo de ver el mundo determinado. Por tanto, el hecho de que desaparezca una lengua tendría que estar relacionado con la no transmisión de esta entre generaciones o el descuido en el registro de las tradiciones orales.

En el caso de muchas lenguas indígenas, es clave el contexto social de sus hablantes. Porque, además de darse fenómenos lingüísticos, las comunidades deben lidiar con considerables niveles de pobreza; exclusión social; conflictos políticos, en algunos casos, y falta de reconocimiento legal y eficiente de los derechos indígenas.

En los últimos años, la riqueza cultural escondida en las minoritarias cada vez es más influenciada por el mundo global. La comunicación entre hablantes de diferentes lenguas es inevitable y el equilibrio entre la preservación y el cambio es cada vez más difícil de mantener.

Extinción del monolingüismo | Fuente: Pixabay

Según Global distribution and drivers of language extinction risk, la causa principal de la extinción de ciertas lenguas es el crecimiento económico mundial y la globalización, fundamentalmente desde la década de 1970 en adelante.

Idiomas como el español, el inglés, el ruso, el árabe, el mandarín o el hindi ejercen una gran influencia en todos los rincones del mundo. La homogeneización es la tendencia lingüística principal y muchos hablantes de lenguas minoritarias se ven obligados a adaptarse para poder desarrollar su vida dentro de la sociedad actual. Por ello, actúan ante le cambio con el bilingüismo.

Un estudio reciente de la Universidad de las Islas Baleares confirma que que en determinadas sociedades bilingües los hablantes de solo una lengua están prácticamente extintos. Esto supone, en ciertos casos, un mecanismo de defensa ante la desaparición de un idioma o dialecto. Es así que muchos pueblos indígenas hablan y entienden más de uno y, con frecuencia, dentro de un mismo pueblo hay varios, fenómeno conocido como multilingüismo.

España y Europa

España es uno de estos países en los que conviven varios idiomas y variedades lingüísticas. Junto al castellano, se hablan lenguas cooficiales tales como el catalán o el gallego. Pero, a pesar del bilingüismo, y según las conclusiones del Foro de Debate sobre la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias de junio, en España también hay lenguas en peligro de extinción: el bable o asturleonés, hablado en la mayor parte del Principado de Asturias; el aranés, una variante de la lengua occitana propia del Valle de Arán; la fabla o aragonés, de Aragón; la fala extremeña, hablada en tres municipios cacereños del Valle de Jálama; el rifeño, propio de Melilla, y el caló, una variante del romaní desarrollada en España.

Por su parte, en los demás países de Europa también existen lenguas en peligro. Italia y Rusia son los que aúnan el mayor número de ellas, según la UNESCO. Lo que demuestra una gran riqueza lingüística en progresiva pérdida.

El dálmata, en Croacia y el eslovincio, de Polonia son ejemplos de idiomas que ya se extinguieron. Así mismo, el alguerés, el sasarés, el sardo galurés y el sardocuatro son lenguas maternas de la isla de Cerdeña que están muy cerca de hacerlo.

La preservación de la cultura de las minorías lingüísticas es un gran vacío que, desde hace mucho, no para de crecer. En la actualidad grandes y pequeñas organizaciones han comenzado a trabajar sobre el problema para promover un cambio.

Este año ha comenzado el Decenio de acción por las lenguas Indígenas, un proyecto de la UNESCO para proteger las lenguas indígenas en peligro. Cuenta con la participación de representantes de Estados Miembros, organizaciones de pueblos indígenas y mecanismos tripartitos de las Naciones Unidas, entre otros.

Lingüistas de todo el mundo llaman a luchar por la preservación de la cultura y la lengua. Remarcando la importancia de destacar las particularidades de las lenguas minoritarias e interpretar su condición como partes constituyentes de una cultura que no debe caer en el olvido, para poder evitar que un gran número de realidades y maneras de entender el mundo se apaguen.

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