Maggie O’Farrell escribe una desgarradora historia sobre la pérdida de un hijo
El libro, publicado en España por la editorial Libros del Asteroide, ganó el Women’s Prize for Fiction en 2020, y fue considerado por El País ‘Mejor novela de 2021’.
El pasado 2022 celebré mi primer Sant Jordi. Fue también mi primera vez en Barcelona. Llovió, granizó y casi no veía los libros en las paradas de la gente que había. Me lo pasé genial. De todos los libros, hubo uno que me llevé a casa: Hamnet, de Maggie O’Farrell. Desde entonces, veo esto como mi manera de haber cerrado un círculo, un sueño que siempre había tenido.
Como buen fan de Shakespeare que se precie, ya había leído Hamlet anteriormente pero, tras leer Hamnet, no pude hacer otra cosa que no fuese releerme la obra culmen del dramaturgo inglés. Cambió mi percepción de la misma por completo. Sigo adorándola, pero me fijo más en aquellos pequeños detalles que en la ficción de O’Farrell se explican. Es imposible saber si Shakespeare los puso ahí por los motivos explicados en Hamnet, pero me gusta pensar que sí.
Tomando por partida la trágica historia de la familia de Shakespeare, O’Farrell narra la historia del suceso que pudo llevar al autor a escribir su tragedia: la muerte de su hijo pequeño. En ningún momento de la novela, a Shakespeare se le llama por su nombre.
La novela
La desgarradora Hamnet pone por protagonista a Agnes, una mujer enigmática y de espíritu libre, que se queda en casa con sus tres hijos cuando su esposo marcha a Londres para ser dramaturgo en la década de 1580. La obra, sin embargo, comienza cuando el pequeño Hamnet encuentra a su hermana Judith en la cama, enferma por la peste. Hamnet, desorientado y preocupado, busca ayuda, pero su familia no está dónde se les necesita.
El libro es pura ficción histórica. El único hijo varón del matrimonio entre Anna Hathaway y Shakespeare murió con 11 años, en 1596. Poco tiempo después, el dramaturgo empezó a escribir sus populares Tragedias. O’Farrell se toma algunas libertades para explicar esto, y más tarde las defiende en una nota de la autora para aquellos que quieran acercarse a la más posible verdad.

La manera que utiliza O’Farrell para narrar y escribir la tragedia es bruta, sincera, y audazmente magnífica. Es ambiciosa, es desgarradora, es espléndida. Es, sin lugar a dudas, el punto fuerte de la novela. Con un narrador omnisciente y verbos en presente, la obra focaliza en el factor humano, y en el dolor y la tragedia que supone el haber perdido un hijo.
Hamnet se encuentra dividida en dos partes, teniendo ambas por núcleo la muerte de Hamnet. La primera de las partes alterna el cómo se llega hasta ese punto, con la historia del cómo se conocieron sus padres de fondo. La segunda, en cambio, se centra únicamente en el dolor y la pérdida, siendo la más poderosa y dolorosa.
La fuerza de la novela no reside en Shakespeare, ni en Hamnet, sino en Agnes, su madre. Es ella quien carga con todo el peso de la obra, y a través de ella vivimos su dolor. Como lector, construyes una fuerte empatía por los personajes, y con su sobresaliente profundidad psicológica, sientes con ellos.
Con un brutal manejo de los tiempos, la autora hila personajes y escenas, dándonos una novela sobresaliente que no podrás olvidar. Una novela que habla del amor de una madre, de la fuerza de un niño, y del poder del teatro.