El estigma social hacia las personas tatuadas ha cambiado en los últimos años
Alejandro Lledó (@kaotikotatto) es un tatuador de 23 años que lleva en la profesión desde los 18. Tiene formación como ilustrador, pues desde pequeño ha acudido a clases de pintura e inició la carrera de Bellas artes. Además, compone y produce música, pues también posee formación en este ámbito, a la vez que pincha como DJ. Desde muy pequeño ya aprendió a tocar varios instrumentos y acudió cuatro años a la Escuela de Música Creativa. Su vida, al completo, gira en torno al arte y a sus diferentes formas de expresión. Pero hoy hablamos con Alejandro sobre su faceta de tatuador y sobre el papel del tatuaje en nuestra sociedad.
El origen del tatuaje es un poco abstracto. Ya desde el neolítico el hombre se hacía dibujos en la piel. Más tarde, se han ido encontrando signos de tatuajes en la cultura egipcia, en la china o en la griega, entre otras. La razón de hacerse el tatuaje cambia mucho según la cultura, pero varias coinciden en justificarlo como una marca de identificación.
Pregunta: ¿Crees que el concepto de tatuaje a día de hoy en nuestra sociedad ha cambiado?
Respuesta: Sí, ha habido un proceso largo desde ese momento que dices y en ese proceso ha habido diferentes percepciones del tatuaje en la sociedad, hablando desde la perspectiva de Occidente. Empezó siendo identificativo, algo normal digamos, y cuando se instauró en la sociedad moderna se comenzó a estigmatizar un poco y se convirtió en algo más marginal, hasta que en Estados Unidos se empezó a desarrollar el estilo tradicional. En este momento se comenzó a incrementar el número de gente que se tatuaba y se interesaba en el tema.
A día de hoy sí tiene cierta semejanza a esas civilizaciones antiguas, porque sí hay gente que se tatúa de forma identificativa como la Yacuza, pero bueno, tampoco sé mucho de otras culturas que no sean la occidental europea. En occidente hay dos tipos de personas que se tatúan: las que quieren hacerse algo concreto y pequeño porque les define o se identifican con ello, pero que es algo esporádico, y otras personas, entre las que me incluyo, que ven el tatuaje como una forma de vida y tienen claro que van a seguir siempre tatuándose. No es identificativo entonces, tampoco una tribu urbana, pero sí existe esa gente que está dentro del mundo y que entiende que los tatuajes son ancestrales y que tienen un sentido más allá de ponértelo en la piel.

P: ¿Por qué decidiste hacerte tatuador? Tú antes de tatuar eras ilustrador, ¿por qué este giro?
R: Principalmente porque me quería tatuar a mí mismo (se ríe). A ver, tiene más matices. Desde que tenía catorce o quince años me ha atraído la estética de los tatuajes y de la gente que los lleva, es como quería ser yo. Yo no soy la típica persona que dice que ha pasado por su etapa emo, choni… yo siempre he ido enfocado al mismo estilo. Cuando crecí y tuve más práctica con el tema de dibujar, me animé a dar el paso. Cuando empecé a hacérmelo yo vi que me molaba, a la gente también, y que podía sacar dinero de algo que me gustaba. Dije “esto es lo mío”.
P: Y, ¿se puede vivir del tatuaje?
R: Se puede vivir del tatuaje, sí, pero no puede ser algo secundario. Hace poco vi un vídeo de un tatuador que me gusta mucho que decía que si quieres vivir del tatuaje, de tatuar en serio, tienes que dedicarle tu vida. Y eso ya lo extrapolo al arte en general. Solo puedes dedicarte al arte, no solo por el dinero sino también a nivel de capacidad mental, si es tu vida. Es así porque requiere mucha fortaleza mental. Al final tatuar depende de lo que dibujes, de que hagas las cosas bien, de que sepas autopromocionarte y hacerte un buen marketing -que es lo que más me falla a mí-, estar presente en redes sociales… Entonces, sí, se puede vivir de ello pero es difícil porque requiere mucho tiempo y esfuerzo.

P: ¿Cuál sería el proceso desde que haces un diseño de un tatuaje hasta que terminas de tatuarlo?
R: Hay dos caminos que seguir: que alguien me pida que le tatúe un diseño mío o que me pidan un diseño personalizado. Cuando el diseño ya está hecho por mí, resulta mucho más barato porque es menos trabajo y además es algo que he disfrutado creando, es algo que he dibujado porque me ha apetecido. Además, se acelera mucho el proceso, me puedes avisar hoy y yo te tatúo mañana, porque solo tengo que imprimir el diseño y hacer la plantilla.
Pero cuando hago un diseño personalizado es mucho más largo y caro. Aquí se inicia un proceso en el que yo tengo que comprender lo que quiere el cliente y plasmarlo. Obviamente tiene que ser algo que yo pueda adaptar a mi estilo y que la persona que me lo pida le guste mi estilo, si no, no tiene mucho sentido. En este proceso también hay que explicar a la gente todo el tema de las proporciones y las formas del cuerpo. A veces hay que adaptar el diseño y otras veces hay que cambiar la zona del cuerpo, al igual que el tamaño del tatuaje. No se puede hacer un tatuaje pequeño con mucho detalle porque con el tiempo se va a emborronar, la piel evoluciona, envejece, se corta, se quema…. Es así.
A partir de ahí yo trabajo en Photoshop por capas. Hago un primer boceto básico, le bajo la opacidad y por encima hago uno un poco más concreto. Así, poco a poco voy conformando el diseño. Al cliente primero le pido una señal para comenzar a abocetar y le empiezo a enseñar la idea desde el primer boceto. Progresivamente, vamos hablando y él me va indicando especificaciones o cosas que he creado que le gustan o no.
Y cuando alguien me pide un diseño muy esférico, como por ejemplo en un brazo, sigo un proceso aparte. Forro de papel transparente el brazo del cliente y pinto con un rotulador el área a tatuar para tener una idea previa de cómo va a ser la composición del diseño. Eso después lo corto de forma que me queda un despliegue en plano del área a tatuar. Hago anotaciones en el plástico y después le hago una foto y lo subo a Photoshop para crear las capas desde el área específica que voy a tatuar.
Después de todo ello, hago la plantilla y tatúo. Normalmente no me gusta tatuar tal cual está en el diseño, me gusta improvisar y sobre todo adaptarme a la forma del cuerpo. En el diseño lo tengo en cuenta, claro, pero quizá a la hora de tatuar vea un bulto de un hueso o músculo con el que no contaba y veo mejor cambiar un degradado, por ejemplo.
P: ¿Y cómo definirías tu estilo?
R: Dentro de los estilos que ya existen diría que es Blackwork, porque es siempre todo negro. No es que cualquier cosa que sea negra es Blackwork, tiene un estilo concreto como el uso de degradados con puntitos. Y dentro del propio estilo, creo que sería Horror Blackwork, porque creo cosas más oscuras en cuanto a la temática, como telarañas, babas, cosas viscosas, ojos… Pero luego mi estilo se caracteriza no solo por ser Blackwork sino sobre todo por el tipo de formas que hago. Me gusta mucho hacer curvas muy exageradas, estilizadas, y formas afiladas acabadas en picos muy finos. Además, las curvas son muy específicas, son un tipo de forma muy concreta que es muy difícil de describir, es meramente visual.
También hago líneas con diferente grosor. Si metes más la aguja hace la línea del tamaño de la aguja que tengas, pero si lo haces más superficial, la línea es más fina. Yo juego mucho con eso, rompo las líneas y uso diferentes grosores. Además, últimamente estoy trabajando en introducir elementos flotando. Esto va muy en la onda de mi alter ego musical, Atmosferic Poison. La idea es que los dibujos no sean tan estáticos.

P: ¿Todos los diseños que tatúas son creados por ti?
R: Sí sí, obviamente. A ver, hay alguna excepción a nivel de reglas del tatuaje de forma general. No puedes tatuar diseños de otra gente, está objetivamente mal porque robas el trabajo de otra persona, pero sí hay cosas que son como de carácter público. El símbolo de la trifuerza de Zelda es un ejemplo muy claro, nadie lo ha diseñado, sino que es un símbolo que está en el imaginario colectivo, al igual que un trisquel celta. Pero bueno, lo que sí me han pedido en alguna ocasión es que coja un símbolo así, que fue el de la horda del videojuego World of Warcraft, y la adapte a mi estilo para tatuársela.
P: ¿Cuál es el obstáculo más grande con el que te has encontrado tatuando?
R: Sobre todo, el dinero que cuesta el material, que es muy caro. Además, a eso se le suma el conseguir clientes. Cuando tienes un estilo tan marcado como el mío es un poco difícil encontrar clientes nuevos porque te compromete. Siempre digo que mi estilo es comprometido porque para hacerte un tatuaje así tiene que gustarte mucho porque es muy concreto. Conseguir clientes que les guste tu estilo lo suficiente como para tatuárselo es difícil, porque una cosa es que te parezca guay y otra cosa es que lo quieras para llevarlo tatuado. Y se convierte en un bucle porque si no tienes clientes, no puedes comprar material.
P: ¿Cuánto tiempo ha sido el máximo que has pasado tatuando? ¿Qué tatuaje fue?
R: Diez horas. Fue un diseño mío del Sombrero Loco de Alicia en el País de las Maravillas. Pero es mala idea, yo hace ya tiempo que no hago sesiones tan largas. Es preferible hacer dos sesiones de cinco horas que una de diez porque así me sale mejor, mantengo mejor la concentración y la persona a la que tatúas tampoco sufre tanto. Hay que saber encontrar ese punto en el que te notas agotado y ves que ya no estás rindiendo al 100%.

P: ¿Crees que existen espacios en Madrid que fomentan la formación de tatuador, o la promoción de esta práctica, al igual que otro tipo de artes plásticas?
R: Espacios que lo hagan concretamente no. A ver, hay escuelas de tatuaje y cursos, pero por lo que tengo entendido -yo no he acudido nunca-, no son muy buenos y cuestan mucho dinero. El tatuaje se aprende tatuando mucho y lo ideal es tener a un maestro que esté pendiente. Pero esto está un poco romantizado porque no es fácil acceder a alguien que te enseñe, yo no lo tuve. También es normal, están a su movida y a lo mejor no tienen tiempo para enseñarte.
En cuanto a la promoción tampoco existen espacios como tal, pero sí hay sitios como centros sociales donde puedes organizar cosas si tienes la iniciativa para ello y te lo curras mucho. Mi compañera y yo ya hemos hecho dos Tattoo Fest, que son festivales donde tatuamos y por la noche pinchamos música.
P: ¿Consideras que hay un estigma social entorno a las personas tatuadas?
R: Sí, pero es un poco lo que decía al principio: Cada vez está más normalizado que haya gente tatuada con cosas pequeñas y puntuales, pero cuando son tatuajes muy grandes o que cubren mucha parte del cuerpo visibles, es otra cosa. Los brazos enteros tatuados, el cuello o incluso la cabeza aún están muy mal vistos, como que socialmente impacta mucho.
P: ¿Y tú nunca has tenido miedo de ser discriminado por ello? (El entrevistado está lleno de tatuajes)
R: No, porque es mi mundo. No tengo intención de trabajar en un sitio donde los tatuajes sean un impedimento, en el tatuaje y en la música es habitual. De hecho, socialmente como que se comprende o se ve más normal que yo esté lleno de tatuajes o incluso que lleve cresta o piercings porque es mi profesión, soy artista. Si fuera contable, sería otra cosa. No es una aceptación mayor, pero como que se ve más lógico.

P: ¿Tienes algún nuevo proyecto en mente respecto a tus tatuajes?
R: Sí, llevo un tiempo con un proyecto de tatuar una pierna entera. Esta persona contactó conmigo por Instagram hace años para hacerse su primer tatuaje. Lo hice y perdimos el contacto hasta que hace poco me pidió la pierna entera. Le hice la composición y ahora nos quedan alrededor de 30 o 40 sesiones. Hasta el momento tiene tatuado el empeine del pie, el talón y la mitad de la rodilla. Falta muchísimo, es un diseño que va desde la cadera hasta el pie.
A nivel más personal, estoy investigando mucho la unión de la música y el tatuaje. No quiero que sean dos aspectos de mi vida separados, quiero que haya interseccionalidad entre ambas cosas y encontrar la manera de unirlos y conjugarlos.