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La vida de un artista callejero: «La calle tiene algo mágico»

La música callejera ha sido toda la vida un tipo de arte muy presente en el día a día de la ciudad, y aunque a menudo pasan desapercibidos, los músicos ejercen su trabajo como cualquier otra persona, solo que ellos lo realizan en las calles o trenes

La música callejera ha sido toda la vida un tipo de arte muy presente en el día a día de la ciudad, y aunque a menudo pasan desapercibidos, los músicos ejercen su trabajo como cualquier otra persona, solo que ellos lo realizan en las calles o trenes

Como si del propio sol se tratara, Álex sube otro día más al tren en la parada de Cercanías de Guadalajara. A priori puede parecer un pasajero normal, pero su amplificador y su micrófono le delatan. Son las diez de la mañana y para él comienza un día más en la vida del artista callejero.

A ritmo de Un velero llamado libertad de José Luis Perales, las cabezas del vagón comienzan a incorporarse. Encandilados por la singular voz de Álex, los pasajeros dejan en segundo plano sus móviles o el entusiasta deseo de un ligero sueño de tren. Los oídos se agudizan para escuchar cantar a un hombre alto, con barba y pelo blanco y un marcado acento argentino, que en un abrir y cerrar de ojos ha captado la atención de gran parte de los pasajeros.

Al terminar se dibujan las sonrisas, las caras de admiración y felicidad, pero también las de indiferencia y molestia. Y como un ritual tras terminar el trabajo, Álex se pasea por el pasillo del vagón buscando un atisbo de solidaridad entre sus atentos oyentes. “La gente suele ser solidaria, los que disfrutan la música casi siempre suelen dar alguna ayuda. Si me dan, bien y si no, mala suerte”, comenta el artista.

Tras despedirse, el veterano músico argentino cambia de vagón en busca de un nuevo público. Una nueva canción que pueda conmover los corazones de los pasajeros. Y en busca de un futuro, que a veces puede ser incierto en esta profesión.

Alejandro Daniel Scurti Heredia, Álex para los amigos, tiene 58 años, es de Córdoba (Argentina) y desde muy pequeño ya mostraba su pasión por la música cantando en la orquesta de su escuela en su Argentina natal. A día de hoy, las cosas han cambiado mucho para él. Es músico callejero y un trotamundos sin vivienda fija que se reparte el trabajo entre España, Brasil y Argentina. “Desde hace unos años me voy organizando para ir y venir, trabajando unos meses en cada país, pero la mayor parte del tiempo estoy en España”. Parece que después de tantos años lo único que no ha cambiado es su inestimable pasión por la música.

La vida del artista callejero en Madrid

En Madrid, cientos de músicos como Álex ven en la calle el gran escenario donde poder mostrar su música. Un sitio en el que, con libertad, pueden amenizar el día a los transeúntes y buscarse la vida como artistas callejeros a través de la profesión que tanto aman.

El Ayuntamiento de Madrid abrió la primera quincena del pasado abril de 2024 la solicitud de autorización para actuaciones en el espacio público del Distrito Centro. Así, se han ofrecido para el segundo semestre de este año 450 licencias para músicos callejeros en la zona centro. Estas licencias ofrecen a los artistas un lugar autorizado en las calles de la ciudad.

Igualmente, las restricciones en el número de licencias, el número de horas de servicio y de las zonas de actuación, provoca de forma unánime el éxodo de los artistas a zonas no autorizadas. “Hace años que dejé las calles, pero me movía por muchos sitios y en algunos de ellos la policía venía a echarme por no tener permiso. Aún así yo seguía haciéndolo, si te pillaban te echaban, pero si no te pillaban tenías vía libre”, explica Álex.

El cantante aclara que “la calle tiene algo mágico, se crea un ambiente de cercanía y se hace un trabajo más personal”. Como él mismo cuenta, la calle es un lugar muy especial pero un sitio duro para el trabajo, por lo que prefería cambiar de zona con frecuencia y evitarse problemas. “He actuado a la gorra en muchas terrazas. Solo necesitaba la autorización del encargado del bar y yo cantaba tres canciones, pasaba la gorra y me iba. Me recorría diferentes zonas y pasaba por ocho o diez bares en la misma noche”, ejemplifica Álex demostrando el desorden de la vida de un artista callejero.

Un cambio necesario

Álex, artista experimentado, ya había trabajado como músico en bares, espectáculos e incluso en fiestas de pueblo. Todo ello aún en su Argentina natal, la cual recorrió entera gracias a la música. Casi sin esperarlo llegó a España en 2006, debido a la dura situación que atravesaban él y su familia. “Me vine aquí con 40 años, vi que había futuro y vendí todo intentando buscar una mejor situación de vida para mis cinco hijos. Fue muy duro pero actualmente no me arrepiento de absolutamente nada”.

Desde entonces la experiencia y el oficio le han hecho saber identificar las mejores oportunidades para ejercer su trabajo. Así, desde hace cinco años decidió “mudarse” de la calle a los trenes, que han sido para muchos la escapatoria y también la única oportunidad para ejercer la profesión que aman debido a las numerosas restricciones de la vía pública. “Yo vi a otros músicos que tocaban en trenes y pensé que podría hacerlo yo también. Me pareció buena idea y mira, me salió mejor de lo esperado”, expresaba Álex.

¿Se puede vivir como músico callejero?

Los prejuicios sobre la música callejera continúan existiendo, y no son pocos. Trabajo sin sueldo fijo, nula estabilidad e incluso pobreza, ofreciendo una visión de la vida del artista callejero totalmente indigna. Pero, ¿realmente es así? Álex deja claro que sí se puede vivir dignamente de la música callejera. “Definitivamente se puede vivir cantando en los trenes. Tienes que dedicarle muchas horas, como un trabajo cualquiera. Si le dedicas las horas necesarias puedes vivir perfectamente de ello”.

Además, aclara lo que suele ganar en un mes y la variabilidad de sus ganancias. “Suelo hacer en un día unas 60 canciones por las que saco una media de 1,50 euros por cada una. Aproximadamente en un día saco unos 80 o 90 euros. Si trabajo solamente 20 días al mes ya son unos 1.600 o 1.800 euros, depende del mes”.

Tren de Cercanías de Madrid | Fuente: Elaboración propia

Como él mismo puntúa, “todo esto es en negro”. “Me gustaría justificar todos los ingresos, pero no puedo. Intenté obtener la licencia de músico callejero y ser autónomo en varias ocasiones, pero no me lo permitieron y al no tenerla es mucho más complicado. Vivo en negro y voy a seguir viviendo así”.

Esta es la situación de muchos artistas, a los que como Álex les gustaría declarar su dinero, pero es prácticamente imposible, ya que los músicos callejeros sin licencia no tienen ninguna obligación con la Hacienda Pública. Tal y como explicaba la artista callejera y trabajadora de la Plataforma por la Música en la Calle, Laura Nadal en el medio digital Autónomos y Emprendedores, allá por 2018.

“Las condiciones de trabajo de los músicos son muy malas en general, no podemos cotizar casi en ningún caso”, apunta la artista. “Estoy segura de que si la cuota de autónomos fuera razonable, o que si nuestro sistema contemplara la intermitencia, como ocurre en otros países europeos, los músicos de calle estaríamos encantados de cotizar y asegurarnos un futuro”, cierra ella para el medio digital.

El medio idóneo

Los trenes, siempre llenos de gente, son lugares muy solitarios, donde cada persona está enfrascada en su propia vida y puede ser complicado para los artistas conectar con los propios pasajeros. Por ello es importante escoger muy bien los trenes en los que trabajar, ya que como enfatiza Álex, no todos son válidos. “He de seleccionar muy bien las horas para actuar, porque los trenes llenos no sirven. Por las mañanas, desde las diez hasta la una, me parece la mejor hora para cantar”. “Lo más importante es llevar un ritmo de trabajo constante”, apunta el músico.

El tren es el medio de transporte perfecto para dar visibilidad a tu música y que llegue a una grandísima variedad de personas. Gente de diferentes clases sociales congregadas en el mismo espacio y tiempo. “Yo voy en el tren viendo una serie o contestando mensajes y no suelo prestar ninguna atención a lo que cantan”, dice Raúl, estudiante de robótica.

Siempre me gusta escucharles, especialmente a los que tocan la guitarra, aún así no les doy nada porque nunca llevo monedas sueltas”, expresa Lucía, estudiante de comunicación audiovisual. “Antes sí que les daba dinero, y con gusto además, pero ahora ya no. Hay demasiados y no puedo dar a todos”, apunta Antonia, jubilada. “Intento darles siempre que puedo alguna monedilla suelta que tengo en el bolso, me entretiene, aunque siempre me cortan la lectura”, comenta Clara entre risas, trabajadora del Museo del Prado.

Diversidad de opiniones, diferentes formas de actuar y de pensar, pero todos partícipes y conscientes de una realidad como lo es la música callejera. Presente en el día a día de muchas personas, para muchos es ya una rutina. “Cojo el tren todos los días y prácticamente a diario escucho a algún músico callejero en el vagón. Me extraña el día que no coincido con alguno, ya es costumbre y me alegran la tarde”, aclara Adrián, estudiante de periodismo.

Situación actual de Álex

El estado de Álex, al ser extranjero, es algo más complicado. Afirma que la falta de unos papeles en regla dificulta en gran parte su trabajo. “Yo ahora mismo estoy como de viaje de turista, pero no soy residente en España. Estoy tramitando la documentación italiana, mucho más simple, para poder ir a cualquier parte de la Unión Europea. Todos estos años he estado sin documentación porque teniendo hijos menores escolarizados no me pueden echar del país, pero espero conseguirla en muy poco tiempo”.

Álex cantando en un evento público de Alcalá de Henares | Fuente: Alejandro Daniel Scurti Heredia

A pesar de su enorme dedicación y vocación tiene claro que le gustaría dejar los trenes en poco tiempo, o más bien en cuanto pueda. “Ya no quiero ir más a cantar a los trenes, ya no quiero nada de eso. Veo que ya es el momento de dejarlos, pero debo seguir unos años más, al menos hasta los 65”. Sabedor de que su vida como profesional en la música está llegando a sus últimos años, pretende darse una buena jubilación y quién sabe si volver a su tierra definitivamente. “Me encantaría una casa en el monte en Argentina. Sería genial. No sé lo que la vida me tendrá preparado, ya veremos”.

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