Un viaje por Europa, un reencuentro y un arriesgado reto… los ingredientes perfectos para este sabroso plato
Casey McQuiston es sin lugar a dudas une de les autores más reconocides de la literatura juvenil queer. El impresionante éxito de su novela Rojo, Blanco y Sangre Azul alcanzó nuevas alturas el año pasado después de que la película homónima llegase a Prime Video. El romance entre un hipotético príncipe de Inglaterra con el hijo de la presidenta de los Estados Unidos sigue cautivando al público, ya sea entre las páginas o en la pequeña pantalla. Menú Para Dos es su nueva gran apuesta.
Casey McQuiston vuelve a sorprender con una novela queer ajustada a algunas de las conversaciones más actuales alrededor del colectivo. Siguiendo la línea de otras de sus obras, menos reconocidas pero igual de interesantes, como Una Última Parada o He Besado a Shara Wheeler, McQuiston construye unas historias románticas llenas de matices y significados que van mucho más allá de lo superficial. Menú Para Dos no ha supuesto una excepción.
Una premisa difícil de olvidar
Si algo tiene Menú Para Dos es su capacidad de llamar la atención del lector desde el primer minuto. La historia que esta novela nos presenta gira alrededor de Theo y Kit, dos personajes que tienen una larga historia en común: primero fueron mejores amigos, después pareja y finalmente nada. Tras romper en el vuelo de camino al que iba a ser el viaje de su vida por Europa, llevan sin hablar cuatro años. Tras no poder recuperar el dinero del viaje, los dos deciden hacerlo por su cuenta. Lo que no esperaban era que, habiendo tenido años para hacerlo, los dos fueran a escoger el mismo momento.
Reino Unido, Francia, España, Italia… Theo y Kit se embarcan en este tour gastronómico en el que no solo deben disfrutar, sino en el que se tienen que esforzar para demostrar a su ex pareja lo maravillosa que es su nueva vida. Theo finge que tiene todo bajo control aunque esté igual de perdida que hace cuatro años, mientras que Kit ha vuelto más misterioso que nunca. Por si la tensión no fuese suficiente, ambos deciden adentrarse en una competición: ver quién puede seducir a más lugareños en su recorrido.
Con esta trama en apariencia disparatada, Casey McQuiston revela poco a poco unos personajes cada vez más profundos. Durante la primera mitad del libro, acompañamos a Theo, pero tras un momento culminante en su relación, será Kit quien pase a narrar los acontecimientos. A través de los platos y los diferentes lugares de Europa, no solo descubrimos la relación que tuvieron, sino sus miedos e inseguridades. Nos adentramos en cada una de las pequeñas decisiones que los ha llevado hasta el viaje de sus vidas.
Si no puedes con tu enemigo, únete a él
Uno de los puntos más interesantes de Menú Para Dos es sin lugar a dudas su representación del colectivo LGBT+. Con dos protagonistas abiertamente bisexuales y con un desarrollo de personajes más allá de su identidad, esta novela supera con creces la representación habitual del colectivo en la literatura juvenil más mainstream. No se queda en la superficie, sino que se adentra en un tema que en muy pocas ocasiones se suele abarcar.
Por desgracia, todavía perduran muchos estereotipos alrededor de la comunidad queer. Ideas preconcebidas que se asocian a una identidad concreta sin ningún tipo de criterio. En el caso de las personas bisexuales, el estereotipo predominante que se les asocia es la promiscuidad. Indecisas, viciosas… todavía en redes se pueden ver constantemente este tipo de comentarios. Menú Para Dos no busca educar a nadie ni hacer un alegato en contra de estas nociones. Hace algo mucho más interesante. Sus personajes son bisexuales y promiscuos… ¿y cuál es el problema?
Menú Para Dos es, sobre todo, una historia acerca de un amor perdido que vuelve a ser encontrado. Pero también es un grito de libertad, una demostración de que las personas queer pueden y deben vivir su vida como ellos decidan, independientemente de lo que los demás vayan a pensar al respecto. Este libro trata de muchas cosas, de comida, de identidad, de descubrimiento, de superación. Y lo más importante es que Kit y Theo recorren ese camino bajo sus propios términos, siguiendo las reglas de nadie más que las suyas propias.
Un viaje difícil de olvidar
Menú Para Dos plantea un viaje a lo largo de media Europa que transforma a los personajes, pero también al lector. Desde la primera a la última página poco a poco se descubre ante quien se aventure a leer esta obra un mundo lleno de sabores, olores y matices. Escrito con un lenguaje cuidado y preciso, no solo es una carta de amor a los personajes y su historia, sino a las ciudades que recorren, los platos que prueban y las decisiones que tienen que tomar en el camino.
Sin lugar a duda, uno de los puntos más agridulces y llamativos del libro es su nostalgia. La forma en la que evoca un pasado que ya se perdió, pero también cómo echa de menos un futuro que no llegó a existir. Una atmósfera sutil que envuelve toda la novela y deja al lector con la necesidad de regresar, aunque sepa que ya no será lo mismo.
Leer Menú Para Dos implica viajar con los personajes y regresar a casa sabiendo que querrás volver aunque no sea posible. Es romance, es aventura, es miedo y reflexión. Como un buen menú degustación, está lleno de matices, de sabores profundos y aromas difíciles de identificar… y que solo se pueden descubrir probándolos por ti mismo.

