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Lucrezia Borgia: la ‘femme fatale’ del Renacimiento italiano

Se la recuerda en la leyenda como una representación de la depravación, aunque no era más que la herramienta infeliz de su propia familia mientras estaban en la cima de su propio juego

Lucrezia Borgia es conocida como una persona desenfrenada, fascinante, sanguinaria, absolutamente malvada y maquiavélica, corrupta. Experta en venenos, autora e instigadora de innumerables crímenes, cada uno más atroz que el anterior.

Una devoradora de hombres, que mantuvo relaciones incestuosas con su hermano César y su padre, el Papa, hasta el punto de que se rumorea que éste llegó a embarazarla. Durante más de cinco siglos, Lucrezia Borgia ha llevado consigo esta horrible e inquietante imagen.

Sin embargo, ¿y si las cosas fueran muy distintas en la realidad? Tal vez Lucrezia, que murió el 24 de junio de hace 506 años, no fuera la persona astuta, malvada y notoria que muchos han intentado describir durante generaciones.

Es posible que fuera todo lo contrario: una mujer delicada, culta y erudita que hablaba griego, latín, italiano, francés y español. Nunca usó un arma ni dio órdenes de usarla, al igual que nunca usó la cantarella, un veneno incoloro, insípido e inodoro que, a pesar de todo lo que se ha dicho, su padre y sus hermanos tampoco utilizaron. Y, sin duda, fue una víctima más que una agresora.

Supuesto retrato de Lucrezia Borgia
Supuesto retrato de Lucrezia Borgia. Obra de Bartolomeo Veneto (1510) | Fuente: Wikimedia Commons

El caso de Lucrezia Borgia es un buen ejemplo de ello. La duquesa de Ferrara era despreciada por los románticos como el epítome de la inmoralidad. Pese a que en el fondo era una mujer profundamente miserable que en realidad fue una marioneta en manos de su acaudalada familia. Fruto de los encuentros extramatrimoniales de Rodrigo Borgia y Vanozza Catanei, nació en la región italiana de Subiaco en 1480.

Esta última, Catanei, una mujer despampanante, era entonces la amante oficial del cardenal Borgia y estaba casada con un funcionario del Vaticano. Con él tuvo al menos tres hijos más: Juan, César y Jofré. Lucrezia nació en el seno de una de las familias más influyentes del Renacimiento italiano, en una ciudad semi-secreta alejada de la corte vaticana.

La dinastía de los Borgia

Los influyentes Sforza que controlaban Milán llamaron entonces la atención del recién nombrado Papa. Y descubrió al candidato perfecto: Giovanni Sforza, sobrino de Ludovico Sforza, también conocido como Ludovico el Moro, y duque de Pesaro. El matrimonio parecía ofrecer todas las garantías sobre el papel.

Además de proceder de una de las familias más influyentes de la Italia del siglo XV, el novio era un tipo apuesto, sofisticado e inteligente que hacía una gran pareja con una Lucrezia en la cima de su belleza.

Por el camino hubo intrigas, asesinatos y aventuras extramatrimoniales, pero también mucha brillantez política y militar, así como un destacado mecenazgo literario y artístico.

El dedo acusador de la leyenda señala a los Borgia como el colmo de la ambición y el libertinaje en una Italia dividida en poderosos estados gobernados por distintas dinastías: los Médicis en Florencia, los Visconti y los Sforza en Milán, y los D’Este en Ferrara. Sin embargo, la verdad es que eran hombres de su tiempo, y su carácter no difiere mucho del de otros gobernantes de su época.

Fotograma de Lucrezia Borgia (Isolda Dychauk) en ‘The Borgias’
Fotograma de Lucrezia Borgia (Holliday Grainger) en ‘The Borgias’ | Fuente: SkyShowTime / Movistar Plus+

Al ser la única hija del patriarca, Lucrezia fue la víctima propiciatoria de los vicios privados de su familia, así como de sus virtudes públicas. Sirvió de peón en la arena pública para completar el juego político mediante alianzas matrimoniales.

En el ámbito privado, su excepcional belleza y la apatía moral de algunos de sus vecinos pudieron convertirla en un oscuro objeto de deseo. Rubia y delicada, era conocida por su porte grácil y sus delicadas manos. Tiziano la representó en La Adoración de los Magos con su esposo Alfonso de Este, y Pinturicchio la utilizó como modelo para su Disputa de Santa Catalina de Alejandría.

Juego de alianzas

Además, los franceses, siempre deseosos de aumentar su influencia en Italia, se vieron impedidos de hacerlo por la alianza con Milán. Esta alianza con los milaneses dejó de ser lucrativa al desvanecerse inesperadamente la fama de Ludovico el Moro.

Pocas semanas después de los culpables, Giovanni Sforza tomó la decisión de regresar a Pesaro, pero Alejandro VI prohibió a su joven esposa que le acompañara. Oficialmente, declaró que lo único que compensaba la tensión de su cargo era la presencia de su hija.

La verdadera causa era su desinterés por la alianza milanesa y su sentimiento de traición por parte de su yerno, al que creía un espía al servicio de Ludovico. Despreciando a Lucrezia, Alejandro VI inició el proceso de divorcio, que puso fin al matrimonio por no haber sido consumado.

Cuando Giovanni declaró ante el tribunal que «no conocía íntimamente a Lucrezia», lo estaba reconociendo. Aunque consumó el matrimonio en numerosas ocasiones, aclaró tras la sentencia y en sus dichos que «el Papa no quiere para otro lo que quiere conservar para sí».

Lucrezia Borgia (Isolda Dychauk) y César Borgia (François Arnaud) en ‘The Borgias’
Lucrezia Borgia (Holliday Grainger) y César Borgia (François Arnaud) en ‘The Borgias’ | Fuente: SkyShowTime / Movistar Plus+

Los comentarios de Giovanni Sforza condujeron a la acusación de incesto que perseguiría a Lucrezia durante el resto de su vida. Probablemente, el duque de Pesaro intentaba protegerse de la acusación de homosexualidad que había empañado el proceso de divorcio.

No obstante, la posibilidad de relaciones incestuosas entre Lucrezia, su padre y su hermano César se veía respaldada por las laxas normas que imperaban en la corte papal y, sobre todo, por la muerte de Juan de Borgia, duque de Gandía. El duque de Gandía también estaba enamorado de Lucrezia, por lo que se pensó que éste sentía envidia y ordenó el fratricidio.

¿Existen pruebas al respecto?

Los documentos de la época no contienen ninguna mención a una relación incestuosa entre Lucrezia y su hermano. La frase «comportamiento afectuoso en público» aparece en algunos textos, pero se refiere a toda la familia Borgia. Ésto resulta ciertamente llamativo, pues tales efusiones eran infrecuentes en las familias adineradas de la época.

Aparte de los rumores de un posible incesto, algunos también declararon que Lucrezia era sexualmente promiscua. Según su contemporáneo Matarazzo, cronista de Perusa (170 km al norte de Roma), «ella es la que lleva el estandarte de las rameras». La lista de supuestos amantes con los que se acusaba a Lucrezia no tenía fin.

Pero, de nuevo, no existen evidencias al respecto.

Se sabe que Girolamo Priuli y Materazzo, dos de los críticos más mordaces de Lucrezia, sólo citaban cuando se referían a ella como «ramera», ya que ninguno de ellos había visitado Roma durante el tiempo que ella residió allí.

La única relación conocida y confirmada de Lucrezia en aquella época era con Pedro Calderón, un joven sirviente español de la corte papal, y su comunicación deja bien claro que estaba muy enamorada de él.

Supuesto retrato de Lucrezia Borgia (1520)
Supuesto retrato de Lucrezia Borgia. Obra de Bartolomeo Veneto (1520) | Fuente: Wikimedia Commons

De esta unión nació un niño. Pero, el niño era producto de supuestos encuentros sexuales de Lucrezia con su hermano César, según rumores que pronto volvieron a surgir contra ella. Y no se pudo evitar que la noticia se extendiera.

A pesar de que el embarazo de Lucrezia se mantuvo en secreto para evitar el escándalo, la trasladaron a un convento para dar a luz en secreto. El recién nacido le fue arrebatado nada más dar a luz. Y el cuerpo sin vida de Pedro Calderón apareció misteriosamente un día flotando en el Tíber (el río que atraviesa Roma).

Sin embargo, sí se intentó, fue por una razón muy básica: Lucrezia seguía desempeñando un papel clave en los planes políticos de su padre. Alejandro VI decidió casar a Lucrezia contra su voluntad con Alfonso de Aragón, duque de Bisceglie e hijo ilegítimo de Alfonso II, rey de Nápoles. Con el fin de forjar una alianza con el reino de Nápoles. En julio de 1498 se celebró la boda.

Alfonso de Aragón fue atacado y apuñalado por un grupo de cinco hombres en la plaza de San Pedro dos años después, el 15 de julio de 1500. Aunque sobrevivió, al instante se acusó a los hombres que habían intentado matarle de ser los mismos que habían asesinado a Juan Borgia un año antes. Se creyó que César Borgia había ordenado el asesinato.

El duque de Bisceglie intentó disparar a César con una flecha, pero no lo consiguió porque creía que su cuñado había planeado el plan para matarle en castigo por el giro del reino de Nápoles contra los Borgia. César envió entonces a su guardia a la mansión ducal donde residían su hermana y su cuñado y se produjo la fatalidad.

Después de que Lucrezia quedara viuda y Alfonso de Aragón muriera estrangulado, empezaron a circular rumores de que ella era de algún modo responsable de la muerte de su marido. Sin que hubiera prueba alguna que lo corroborara.

Papa Alejandro VI (Jeremy Irons), Lucrezia Borgia (Isolda Dychauk) y César Borgia (François Arnaud) en ‘The Borgias’
Papa Alejandro VI (Jeremy Irons), Lucrezia Borgia (Holliday Grainger) y César Borgia (François Arnaud) en ‘The Borgias’ | Fuente: SkyShowTime / Movistar Plus+

Una leyenda que perdura hoy en día

La femme fatale de su época

Las aspiraciones políticas de la familia Borgia eran implacables. Alejandro VI empezó a preparar el tercer matrimonio de su hija. Lucrezia hizo oír su voz esta vez y consintió en casarse con Alfonso d’Este, príncipe y heredero del reino de Ferrara.

Tras abandonar Roma, se convirtió en duquesa de Ferrara, lejos del poder y del control de su familia. Y pudo acabar por fin con los rumores que la perseguían. Durante este tiempo, sus coetáneos la consideraron como una buena esposa y madre.

Como duquesa de Ferrara, también apoyó activamente las artes invitando a artistas a su corte, como Ariosto, Bembo y Trissino. También gozaba de la simpatía de la población.

Lucrezia empezó a vestirse de cilicio como penitencia tras la deshonra de Ferrara y abrió una casa de empeños para ayudar a los desfavorecidos. Mantuvo esta reputación positiva hasta su muerte, consecuencia de un parto difícil a la edad de 39 años.

La historia negra que rodea a Lucrezia Borgia reapareció poco después de su fallecimiento. Una leyenda que perdura hoy en día.

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