El escritor de éxito presentó Bocabesada, su última novela, en la capital hispalense
“Sevilla tiene un color especial”, pero un calor también. El público se volcó tanto con el autor que la Fundación Cajasol colgó el cartel de “completo” al instante.
Juan del Val estuvo acompañado por su querido amigo -y escritor- José Enrique Moreno. “Hemos comido juntos y me ha quitado preguntas de la entrevista”, expresaba.
“Cuando entro en las librerías veo que estás entre los más vendidos”. Esta confesión destapó la sinceridad de Juan, quien admitía sufrir a veces el “síndrome del impostor”: «lo mismo me pillan y piensan que el libro no es bueno».
Moreno continuó en la senda de las preguntas capaces de ruborizar a Juan del Val y los espectadores quedaron asombrados al oír que «la popularidad vende las primeras semanas».
«Salir en la tele es un privilegio, porque me da la oportunidad de que conozcan mi trabajo». El Hormiguero le ha proporcionado una gran visibilidad, pero «no te toman en serio por salir en la televisión«.
Una historia repleta de «perlas»
Bocabesada es una novela de personajes, «los crea y algunos no los crea, otros los absorbe», explicó José Enrique. Muchos personajes no son lo que aspiran a ser en la vida, algo que «no es muy diferente de las personas».
«Lo que para mí es relevante es lo que nos pasa: los anhelos e inseguridades. Es fácil identificarse con ellos. Ese es el secreto».
José Enrique Moreno calificó como «perlas» varios aspectos del libro que podían originar «lecturas profundas«. «Es una novela aparentemente fácil, porque Juan escribe muy fluido; es una difícil facilidad que tiene».
La primera «perla» que sacó a relucir fue el temor: «las personas que hablan mucho tienen miedo». «Es el sentimiento más universal. Respeto el miedo y no respeto nada a los cobardes», afirmaba.
En la misma línea, abarcaron la tristeza: «hay personas que tienen una incapacidad para ser felices». Y lo bueno de la tristeza es que también muere. «La muerte es el inicio de cosas importantes para la gente que se queda, para bien o para mal. No escribo nunca con guía o esquema, cada vez que necesito un giro mato a alguien».
Tras dos años escribiendo la novela, su amigo le cuestionó sobre la trascendencia que esperaba tener con esta, pero el autor volvió a sorprender: «cuando te enfrentas a una novela, no te puedes pasar pensando que vas a trascender«. «Todo está escrito ya».
«Bocabesada va de la vida y es cierto que es muy difícil. Creo que si la lees, hay momentos en los que te ríes y casi seguro que lloras, e incluso puedes llegar a reflexionar sobre cosas que son importantes».
¿Cómo fue el proceso creativo?
Es una de las preguntas que siempre suscita más interés. «Tenéis que llegar a la vivencia creadora del autor», argumentó Moreno.
Juan entre risas contaba que le impactó cuando «alguien me dijo que tenía una sintaxis perfecta a la hora de escribir la novela. Y yo nunca había aprobado sintaxis. Lo debí desarrollar no sé cuando». Es más, «los comentarios de texto se me daban bien. Y el latín».
Entre tantas teorías que ostenta la novela, José Enrique destacó las «historias trenzadas, que se van entrecruzando, conectan y crean un mundo». Así como los «capítulos píldora«: «fáciles de engullir y difíciles de digerir». «Escribir corto es una obsesión mía; es más fácil escribir largo», alegó Del Val.
El alter ego de Juan
«En la novela ajustas cuentas con muchas cosas». Es así como comenzaba a hablar de Martín, personaje del libro, que reluce por el narcisismo que padece. Es un reflejo de sí mismo, del que los lectores podrán percatarse al ver cómo escribe libros y colabora en programas televisivos.
«Modestia no tengo mucha, me parece un valor falso. Creo en la humildad. No puedo estar pensando en si mientras escribo se va a enfadar mi jefe o mi madre», declaró.
Juan del Val no partía de esquemas, tan solo de una idea a la que se aferró: «los muertos no valen para nada«. «Necesito una idea que quiero contar, que siempre está por la novela. Aunque, si te preguntan de qué va, nunca usas esa frase».
La charla entre amigos tomó un giro interesante, que desató risas entre los asistentes. «¿Alguna vez has escrito desnudo? El personaje de vez en cuando lo hace». Juan asintió a esta pregunta y aconsejó «tocar límites porque te ves vulnerable. Me parece una cursilada y una estupidez».
A pesar de que escribir sobre sí mismo parezca fácil, «los hombres nunca me terminan de salir bien. Acabo diciendo que siempre tiene un «pero» que le convierte en alguien menos potente que las mujeres». Adela es una mujer que nació niño «y yo a ese niño me parezco bastante: escucha copla y es sensible».
«Pasa lo que pasa en la vida»
Juan del Val ha elevado en una misma obra temas tan controversiales como la eutanasia, la transexualidad y el Alzheimer, pero aboga por no reivindicar nada: «ni opino ni juzgo, se lo dejo al lector».
Justo aquí los pueblos tomaron protagonismo, ya que están relacionados con «el regreso a la niñez«. Al escritor le «interesa por lo bueno y lo malo que tiene. Porque es difícil ser libre y encuentras lo que fueron los personajes». En conclusión, «se es dañino con lo diferente».
