Diversos obstáculos y emociones se interponen en las relaciones de amor, dependiendo de ellos la decisión de apostar o no por la unión de pareja
La Generación Z ha oído en miles de ocasiones que sus relaciones de amor son de usar y tirar o, simplemente, que se conforman con poco. Estos alegatos hacen que los jóvenes de hoy reflexionen y evalúen hasta qué punto valen la pena sus vínculos sentimentales.
Compartir la vida con alguien hoy es una actividad de alto riesgo. Una aventura que se ve influenciada y, en ocasiones, condicionada por las redes sociales más populares del momento.
Los piropos a las parejas que presumen de una unión aparentemente perfecta en redes sociales se dan con menos asiduidad que las críticas. ¿Quién no ha oído alguna vez que publicar en Instagram es propio de infieles?
Pues bien, la instantaneidad que traen consigo las RR. SS. se presenta como uno de los factores más tóxicos que penetran en la mente del user hasta el punto de convertir las relaciones sentimentales en productos a consumir. Esto se traduce en que, si ya no sirve, se desecha y olvida.
Con las uniones de pareja ocurre exactamente lo mismo. Las expectativas que las redes sociales generan logran hacerle creer al usuario que merece algo mejor. A la vez que los años corren, las necesidades cambian. Y a la vez que el tiempo vuela, las relaciones demandan cambios y rupturas con lo cotidiano.
Un ejemplo de lo más sencillo se encuentra en el consumidor promedio. En primeras instancias, este está feliz con su televisor; le da todo lo que cree necesitar para alcanzar la felicidad. Sin embargo, si alguien de su entorno adquiere el último modelo, inevitablemente evaluará las carencias que ostenta en su televisor y ansiará, tarde o temprano, un cambio del mismo.
¿Luchar o conformarse?
Luchar por una relación no significa secarse las lágrimas día tras día, ni anular la voluntad propia. Normalizar el malestar es consecuencia de que el vínculo no se está tratando bien, no se está cuidando. Esto se traduce en conformismo.
Las emociones cambian constantemente y alteran el proceso de enamoramiento. De media, las mujeres mantienen esta fase entre seis meses y tres años. Sin embargo, en los hombres varía, puesto que solo se sumergen en el enamoramiento durante medio año. Probablemente, aquí se halle la respuesta a por qué las mujeres no son, generalmente, las primeras en dar el paso y cortar una unión sentimental.
Es en este preciso instante donde las parejas reflexionan sin parar si han tomado la decisión correcta eligiendo a la persona que tienen a su lado. La instantaneidad de las redes sociales vuelve a tomar cartas en el asunto: si existen dudas en la relación, no es la adecuada. Esta afirmación tan directa es una de las más repetidas en el mundo y es capaz de destruir multitud de vínculos.
Dudar es humano. Aquí es donde entra en juego la capacidad de amor al prójimo y a uno mismo. La comunicación en pareja es uno de los factores más valorados. Meditar en común las decisiones ayuda a mantener la responsabilidad afectiva a flote y a deliberar con cabeza.
La comprensión, el respeto y el cariño son los ingredientes básicos de una relación. Cuidarlos mutuamente es tarea de los enamorados, al igual que atender a los momentos vitales en los que se encuentra la otra persona. Es remar juntos a contracorriente con esperanza, es luchar por amor.

