Crecer. Una movida a la que todas nos enfrentamos. De pequeña, tal vez como todas las niñas, yo pensaba que los adultos no tenían problemas. No era capaz de, en mi mente, separar su vida propia de la que estaba relacionada conmigo.
Despersonalizarme de mis ideas al crecer
No podía ver a mi seño siendo madre, o comprando en el súper. No imaginaba a mi madre teniendo una vida antes de tenerme a mí. Solo existía la realidad de las personas que estaba relacionada con mi ser.
El crecer me vino grande, de golpe. Cuando yo no quería ni tal vez estaba preparada. Lo malo de crecer, es que de repente se te piden otro tipo de responsabilidades. Al ser mayor tus actos tienen consecuencia. Al ser mayor, te enfrentas a la vida de antes con una perspectiva y mentalidad que anteriormente no estaba.
Lo peor de crecer es el trámite donde no eres ni pequeña ni mayor. No recuerdo tramo de mi vida más dramática como este. Te enfrentas a una realidad que siempre ha estado ahí, pero nunca has sido capaz de ver.
El día que me di cuenta de que mis padres no eran perfectos, que no lo tenían todo controlado, que tenían problemas y miedos, fue todo una revelación. No estaba preparada para aceptar que ser mayor no era tan guay como parecía. Aunque más adelante agradecí esta perspectiva para perdonarme cuando yo me sentía igual.
No estaba preparada para incorporar en el papel de mis padres otra visión. Como personas que no lo hacen todo bien, personas frágiles, que lloran, que no llegan a final de mes, que se pelean, que se sienten solos, que tienen miedo. Tal vez sea un error presentarnos hacia los niños como personas que lo tienen todo bajo control.

Romantizar la infancia
Soy una persona muy melancólica. Me pasé toda mi infancia queriendo crecer. Cuando llegó la hora, solo quería seguir siendo la niña que jugaba en el patio con sus amigos. Añoro cuando por las tardes veía los dibujos mientras merendaba e iba al parque.
Se romantiza mucho la infancia. Sobre todo si has tenido el privilegio de que te fuese bien en el colegio y sin problemas familiares. Tal vez sea porque, en la adolescencia, se nos destapan muchas creencias en las que hemos estado apoyándonos toda nuestra etapa de crecimiento.
Si los adultos nos presentásemos como personas débiles, con problemas, que lloran, que tienen miedo, que a veces no tienen todo controlado, que sus tareas le desbordan, pero a la vez pueden servir de apoyo a sus hijos; podríamos así tomarnos el crecer de una manera mas honesta.
Amaia canta en su canción Bienvenidos al show sobre ese estado de pasar de ser pequeña a ser mayor. A la vez, habla del intervalo en el que estas perdida, pero te encuentras, y a la vez tienes miedo por la expectación. Uno de los problemas de la adolescencia es lo que esperan de ti. Es un momento de mucho cambio hormonal, cambio físico, mental. Se te ve de una manera diferente en el mundo, se te exigen otras cosas y tienes otras responsabilidades.
La adolescencia y el crecer de mis amigas
Para contrastar experiencias, les pedí a mis amigas que me contasen su experiencia en esta etapa. Como conclusiones saqué 5 aspectos clave.
Primero, el sentimiento colectivo de no saber quién eres. La adolescencia es una etapa de muchas preguntas y reflexiones. Sentirse perdida es el día a día. Cambios de humor. Determinar quién eres, qué te gusta, qué quieres. Esto genera una tristeza generalizada al sentirse perdida.
Segundo, cambio físico. La importancia, normalmente se la dan los adultos. Recuerdo cuando me estaba desarrollando y me empezaba a crecer el pecho. La vergüenza que sentía al ver que este se iba a haciendo visible. La regla también es motivo de culpa, cuando te baja “demasiado pronto” o “demasiado tarde”. Notas desde el momento que se te percibe como “mujer” esa visión que juzga. Algunas amigas me admitían que al crecerle el pecho y bajarle la regla, veían como su familia no les trataba igual.
Tercero, adolescencia tardía y aceptación de tu orientación sexual. Besar a una persona y sentir mariposas es un privilegio que no todas han sentido la primera vez que han besado a alguien. Las personas que no son hetero sexuales tenemos adolescencia tardía. Hasta que aceptamos nuestra orientación sexual, y nos atrevemos a enseñarla al resto. Esto genera distorsiones al no cuadrar lo que sientes con lo que haces.
Cuarto, la importancia, sobre todo cuando estás madurando, de las relaciones sexuales. Se le daba mucha importancia a las relaciones sexuales. Cuando alguna las tenía, se le veía como una persona más adelantada y madura. Si no las tenías, eras sujeto no gustado. Empezábamos a sentir la sexualización de nuestros cuerpos.
Quinto, aprobación masculina. Al vernos como sujeto sexual una vez que nos desarrollamos físicamente, entramos en la espiral de la aprobación masculina. Este tema es algo que, al hacerme consciente, me ha cambiado la vida. Ya no puedo mantener mis conversaciones y relaciones de la misma manera.

A mi prima Carmen y las niñas que van a crecer
Mi prima Carmen me preguntaba hace un año que como fue para mí ser adolescente. Ella lleva mucho años queriendo serlo ya. Quiere que le crezcan las tetas. Quiere ponerse pintalabios. Quiere sentirse mayor.
Mi respuesta fue rígida y cruel. Le dije que la adolescencia es una época mala. Donde tienes muchas dudas existenciales, y suceden cambios que no quieres vivir. Ahora pienso que me equivoqué. La adolescencia fue una etapa hostil para mí, pero eso no significa que lo tenga que ser para ella.
Creo que la generación que viene, tiene suerte. Ahora hay menos represión en los sentimientos. Más referentes y visualización con otras orientaciones sexuales. Menos tabú en la regla y en el desarrollo hormonal.
Así que aprovecho para decirle a mi prima Carmen que la adolescencia le va a venir, que no tenga prisa. Probablemente te cuestione muchas cosas que te harán ser la adulta que serás. Irás definiendo tu personalidad, y con ello te separarás de algunas amigas, pero encontrará a otras mucho más afines a ti. Madurarás mentalmente y físicamente, y aunque te sientas insegura, piensa que todas pasamos por ahí. Vas a tener independencia y mayor libertad. Vas a vivir experiencias que no has vivido hasta ahora. Pero prima, aprovecha cada momento de tu presente, y no tengas prisa por crecer.