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Carla Nyman: «Todo lo que aborde las pulsiones humanas me sirve»

Carla, apoyándose en el verso, nos ha enseñado a Movernos en la sed y recitar Elegías para un avión común 

Carla Nyman (Palma de Mallorca, 1996). Filóloga hispánica, poeta y dramaturga. Carla es un conglomerado literario de amor a la literatura en todas sus formas expresivas. Ha publicado: Elegías para un avión común (XXI Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven), Movernos en la sed (VI Premio Valparaíso de Poesía). Además, ha sido finalista dos años consecutivos (2019 y 2020) del Premio Adonáis. En cuanto a la dramaturgia, obtuvo el accésit del XII Premio Romero Esteo por su obra Árbol quemado.

En esta entrevista, la autora mallorquina nos desvela sus proyectos escénicos actuales, nos cuenta su perspectiva sobre el mundo poético y de la dramaturgia, desvela alguna de sus manías en el acto de la escritura, revela lo que le aportó la filología hispánica y la importancia de los premios literarios, entre otros temas.

Sobre poesía, teatro y actualidad

Pregunta: ¿Cuáles son tus andares artísticos actualmente? 

Respuesta: Ahora mismo estoy centrada en proyectos escénicos. Está siendo un año de mucho teatro. En Mallorca estamos montando la pieza Taronges en la residencia que convoca el Teatre Principal de Palma y Teatre Sans, y en Madrid, reponemos en diciembre Yo solo vine a ver el jardín con el colectivo amor&rabia. Además, he tenido la suerte de trabajar durante estos últimos meses en el texto El cuerpo no sabe, bajo el Programa de Desarrollo de Dramaturgias Actuales (INAEM). Es muy divertido y liberador poder al fin centrar las energías en los asuntos que a una le gustan, sin tener que coquetear a la vez con el pluriempleado para asumir el alquiler y el precio de los aguacates.

P: ¿Qué ha significado para ti la poesía?

R: Empezó siendo una obsesión, casi un diálogo enfermizo y sanador. Y sigue siendo esto, una forma de descubrimiento, una fidelidad maldita: aunque a veces sea huidiza y fugitiva, acabas volviendo a ella porque sabes que nadie nunca te va a hablar igual.

P: ¿Y el teatro?

R: Me pasa un poco como con la poesía. Me viene a la cabeza la imagen de una escalera de caracol a través de la cual, a medida que asciendes, te vas acercando lentamente al centro de lo que tratas de comprender, aun sin llegar a comprenderlo del todo nunca. Quiero repensar si las palabras que solemos usar nos proporcionan una vía directa a aquel lugar al que queremos llegar o si, al contrario, nos colocan una barrera delante y acabamos no diciendo nada.

P: ¿Se le da en España la validez que se merece al cosmos de la dramaturgia juvenil contemporánea?

R: Sí, creo que se están promoviendo convocatorias, certámenes, festivales, etc., enfocados a nuevas dramaturgias o dramaturgias jóvenes. Aunque sí que percibo una fuerte impronta tradicional todavía en relación con los esquemas o planteamientos hegemónicos. Me gustaría seguir pensando en qué es escribir para la escena y qué tipo de historias y lenguajes debería abordar el teatro hoy.

P: ¿Cómo afrontas el proceso creativo de un guion frente a un poemario? 

R: No creo mucho en los géneros literarios. Creo que ya todo está dinamitado, es sincrético e híbrido. Una cosa se mezcla con la otra. Puede que esta ruptura de los límites del texto convencional responda mejor a un momento histórico, a una sentimentalidad, a una manera de percibir las cosas. Sea como sea, creo que justo por este cruce, siempre tengo un acercamiento similar a todos los géneros: en círculos, dentro de esa escalera de caracol de la que te hablaba antes.

Sobre Elegías para un avión común, XXI Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven (2020) y Movernos en la sed, VI Premio Valparaíso de Poesía

P: En Elegías para un avión común, observamos lo pretérito de la infancia, una voz poética que se cobija en la metáfora y en el juego lingüístico para hablarnos de amor, cuerpo o la naturaleza misma. ¿Cuál era el mensaje que querías clavar en la conciencia del lector? 

R: Que la vida es un lastre y una bendición. Que revisitar la infancia se confunde en muchas ocasiones con el amor y viceversa. Y que queremos ser buenos, absurdamente buenos, pero hay que mancharse.

P: Respecto a Movernos en la sed, lo efímero se sitúa por encima de la gramática. ¿Cómo nace este poemario? 

R: Vino en mitad del Covid. Sentada en la cama. Ansiosa y confundida por todo lo que se venía. Fue un transitar en el hambre y la sed. Hay un movimiento constante en el libro que es el de ponerse por encima de la gramática. Un cuerpo que somatiza el dolor y desea emerger, dislocando todo lo que conoce para encontrar otra manera de decir.

P: ¿Algún poema o poemas que destacarías de tus obras?

R: Este. Todo el poemario está dedicado a Pablo, pero este poema más:

existe algún amor entre esta materia

un amor hundido entre las cosas

que huyen

ven cómo se entra tan solo imagino

debe de ser por fuerza gravitatoria

ven

a mí ya nada me es suficiente

ven

rueda conmigo el peso de esta roca

P: Dos poemarios y ambos con galardón. Han transcurrido unos cuantos meses desde que recibiste la noticia. ¿Aún mantienes esa ráfaga de alegría dentro de ti?

R: Ambas fueron noticias bizarras. Con el primero andábamos encerrados en casa, experimentando el miedo, la sensación de vacío, y de pronto esa llamada. Fue otro golpe de irrealidad. Escuchaba a Marta Porpetta y a Ana Rossetti al otro lado y yo me decía a mí misma: «A ver si se pasa esto ya o a lo mejor es que siguen allí y va a ser verdad», hablándome de Elegías, de Gloria Fuertes, de mi apellido impronunciable. Y el de Valparaíso ocurrió en un restaurante pequeñísimo de La Latina, cenando con mi pareja. Sonó el móvil y antes de que lo descolgara, él se puso de pie y pidió chupitos y más vino.

—¡Que ha ganado un premio!

—¡Pero que a lo mejor son los de Orange!

Sobre Filología Hispánica, premios literarios y poesía contemporánea

P: ¿Qué te ha aportado la filología? 

R: Me reconectó con lo que quería hacer en adelante. Venía del bachillerato biosanitario, me mudé a la Avenida de las Ciencias, etc. Todo iba de mal en peor. Hasta que empecé filología y las cosas se fueron colocando en su sitio.

P: ¿Qué fue lo que menos te gustó? 

R: Lo único que no me gustó mucho es que apenas estudiábamos a gente viva.

P: ¿Qué crees que le proporciona un filólogo al mundo?

R: Quebraderos de cabeza.

P: ¿Qué opinas de los premios literarios? 

R: Un premio no define nada. Eres escritor o escritora porque escribes y ya. Es un trabajo constante, casi como un matrimonio. Luego los premios son el escaparate, el espaldarazo, un trampolín que te coloca en una posición más cómoda y tranquilizadora al menos durante unos mesecillos. La realidad es que es todo muy precario.

P: ¿Cuál es tu opinión sobre esa corriente poética —para unos lo es y para otros no—, que redes sociales como Instagram han impulsado drásticamente?

R: Creo que las redes han dinamitado un poco la idea romantizada y mítica de poesía. La han democratizado. Y eso es buenísimo. Cada vez veo más y más lectores y lectoras. Ahora: que haya cierta poesía que no sea buenísima ya es otra cosa.

P: Se hace mucho hincapié en que los magnates editoriales se guían más por el número de seguidores que por la calidad literaria: ¿cómo ha sido tu experiencia dentro del sector editorial?

R: Esto es un: ¡Sálvese quien pueda! Dentro de ese salvajismo hay maneras de vivir más tranquilita. Existen editoriales estupendas que cuidan muy bien a sus autores. Yo apostaría por estas. Hay una relación directa, de respeto, comunicación, admiración y afecto entre editor y escritor. Esto es muy importante. Luego hay otras dinámicas que sí pueden estar directamente enlazadas con el rendimiento en las redes. Y que lleva a esa exigencia de lo virtual. Cuando es un juego de ficción, me parece interesantísimo y, además, creo que nos reordena hasta cierto punto. Subimos tuits como quien engarza las perlas de un colgante que se ha soltado. Cuando se convierte en un reclamo por miedo a desaparecer: ¡zas! de un plumazo, por miedo a no ser interesante, entonces me parece incluso tierno porque viene siendo un poco la historia de la humanidad. Pero cuando una editorial lo rentabiliza, me da perecilla.

Mi experiencia, por suerte, ha sido muy buena. Marta, de Ediciones Torremozas, Jota y Jorge de Valparaíso Ediciones, siempre me han cuidado mucho.

Manías, influencias literarias, recomendaciones

P: Manía o manías que tengas al escribir. 

R: Darles vueltas a mis anillos en los dedos.

P: Autoras o autores que han forjado y forjan tu figura como escritora.

R: Ada Salas, Berta García Faet, Ángela Segovia, muchas películas austriacas (ahora estoy obsesionada con Hope de Ulrich Seidl), novelas sobre el deseo y la espera, tipo El amante, Pura pasión o Amo a Dick; puestas en escena como las de Peeping Tom, Rimini Protokoll,  Castellucci o Papaioannou. En realidad, todo lo que aborde las pulsiones humanas me sirve.

P: Describe tu amor por el teatro en tres palabras.

R: ¿Solo tres palabras?

P: Un libro de la literatura universal que te hubiera gustado escribir.

R: El amante, de Margarite Duras.

P: ¿Qué estás leyendo actualmente?

R: Matate amor, de Ariana Harwizc.

P: ¿Qué es más fácil Movernos en la sed o recitar Elegías para un avión común?

R: Uf, ¡ni idea!

P: El próximo Premio Cervantes se lo darías a…                                                     

R: Ariana Harwizc.

P: Alguna recomendación literaria para los lectores de esta entrevista.

R: Todo lo de Ariana Harwizc.

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