La película que sembró el terror en las playas en 1975
El 20 de junio de 1975 el estreno de Tiburón cambió el mundo del cine para siempre. El primer gran éxito de Steven Spielberg recaudó más de 470 millones de dólares en todo el mundo, según los datos de Box Office Mojo. Los espectadores, aterrorizados ante la imagen del tiburón, se alejaron de las playas y se generó un enorme pánico ante el mar.
Rápidamente se lanzaron todo tipo de productos con imágenes y frases de la película: camisetas, tazas, gorras, pósteres, accesorios e incluso juguetes y figuras. Todo este merchandising supuso una fuente adicional de ingresos y generó una fuerte conexión con la audiencia, mostrando la importancia de la promoción y el marketing.
Así, Tiburón se convirtió en el primer blockbuster (taquillazo) moderno. Su productora, Universal, apostó por un estreno masivo y simultáneo: debutó en 400 cines a la vez en Estados Unidos. Invirtieron más de 1 millón de dólares en la promoción por televisión y el público respondió con una enorme afluencia a taquilla y la compra de productos. A partir de entonces, Hollywood apostó por dar una mayor publicidad y marketing a sus producciones.
«No entres al agua»
La película nos sitúa en un pequeño pueblo al este de Estados Unidos, donde un tiburón blanco ataca a varias personas en la costa. Martin Brody, el jefe de policía, intenta cerrar las playas, pero los empresarios de la zona temen perder sus ingresos y se oponen. Cuando los ataques continúan, un veterano cazador de tiburones y un oceanógrafo se unen a Brody en una gran aventura en el mar para capturar al monstruo.
Esta historia de terror se promocionó con eslóganes como “No entres al agua”, “La película que te hará temer al mar” o “El verano más terrorífico”, entre otros. Plantea al tiburón como la amenaza al pueblo y también critica que la única preocupación de los comerciantes fuese la economía y no la seguridad de las personas.
Una dificultad convertida en la clave del éxito
El rodaje de Tiburón no fue nada sencillo. Para lograr un mayor realismo, Steven Spielberg insistió en grabar en el propio océano Atlántico, lo que supuso un gran reto. El tiburón mecánico que habían fabricado, apodado “Bruce” por el equipo, no funcionaba en el agua del mar y tuvieron que reconstruirlo hasta tres veces.
Según cuenta el propio equipo de la película en un documental, la frase que más se repetía durante el rodaje era “el tiburón no funciona”. Apenas capturaban unas pocas líneas del guion al día, con lo que el rodaje se prolongó mucho más de lo esperado. “Todo lo que podía salir mal con un tiburón, salió mal”, explica el productor David Brown.
Ante esta dificultad, la solución fue no mostrar el tiburón. El animal no se ve hasta que transcurre una hora de la película y casi no aparece. Encontramos aletas, movimientos o incluso las boyas en las que está enganchado, pero es casi siempre una señal sutil. Y esa fue precisamente la clave para generar el terror: insinuar en lugar mostrar. El espectador no tenía una figura o imagen que temer, lo que le generaba un miedo anticipado, más potente que el susto inmediato.
Inspirada en el maestro del suspense
La espera tensa en la que sume a los espectadores la película de Tiburón no es otra que el suspense que ya planteó Alfred Hitchcock. El propio Steven Spielberg reconoció la influencia del gran maestro del suspense en su obra. Por ejemplo, cuando el jefe de policía ve al tiburón atacar a un niño comprueba que todos sus temores son ciertos y se produce un punto de inflexión en la película.
A nivel audiovisual se utiliza un “dolly zoom”, es decir, un movimiento que combina una cámara que se aleja y un sujeto que se acerca físicamente a través del zoom. Este recurso lo había empleado Hitchcock en su película Vértigo (de ahí que también se llame “efecto vértigo”) y servía para mostrar el sentimiento de malestar o alarma repentina, de la misma forma en que lo usa Spielberg en Tiburón.
Desde este momento, la película se centra en el mar y en la lucha salvaje de los hombres contra lo salvaje: el tiburón. Hay un mayor movimiento de la cámara y se usan los contrastes para generar dinamismo: se mezclan planos horizontales y verticales y se contrapone la superficie tranquila frente al mar en movimiento.
El sonido del tiburón
En muchas ocasiones el espectador se sitúa en los ojos del tiburón, es decir, lo que llamamos planos subjetivos. En lugar de ver al animal, la cámara nos muestra su mirada. Vemos el mar a ras del agua y nos movemos lentamente hacia la víctima, convirtiéndonos en el depredador. Esto constituye otra de las claves del suspense, pues sabemos más que los personajes y no podemos advertirles de que el tiburón se acerca.
Por supuesto, para que todas estas técnicas funcionen hay un componente fundamental y por el que la película fue galardonada con un Óscar: la banda sonora. Compuesta por John Williams, la melodía estaba formada por un par de notas repetidas con las que juega a lo largo de toda la película. “Podías hacer cualquier clase de alteración: muy lento, muy rápido, muy bajo, muy alto…”, explica el propio John Williams en un documental.
La banda sonora nos advierte de la llegada del peligro, del tiburón, y crea una expectativa en el espectador. También se juega con los silencios para incrementar el terror y lograr causar la sorpresa, de una forma magistral. “Creo que la partitura fue la responsable de la mitad del éxito de la película”, admite Steven Spielberg.
En la combinación del sonido con la imagen podemos volver a notar la influencia de Hitchcock, pues este uso del sonido nos recuerda a los violines de Psicosis, compuestos por Bernard Herrmann, que cumplen la misma función de anticipación.
Un “bestseller” convertido en éxito cinematográfico
Tiburón está basada en la novela homónima de Peter Benchley, publicada en 1974, que tuvo un gran éxito. Estuvo en la lista de los más vendidos del New York Times durante 44 semanas y vendió más de 5 millones de ejemplares en sus dos primeros años.
Universal Pictures compró los derechos cinematográficos y el propio escritor participó en las primeras versiones del guion. Aunque Steven Spielberg mantuvo la narrativa de la novela, aumentó el tono de aventura e hizo a los personajes mucho más heroicos. Tampoco mostraron al tiburón directamente y se centraron más en el suspense y en generar tensión.
Así, lo que comenzó como una adaptación de un bestseller un rodaje plagado de problemas, se ha convertido en una obra maestra del cine. Aquel verano de 1975 Tiburón se convirtió en un fenómeno de masas y en el primer blockbuster moderno. Transformó la forma de contar historias, de distribuirlas y venderlas. Cincuenta años después de su estreno, Tiburón sigue siendo un gran referente y una película muy recomendada para quienes todavía no la han visto.
