La obra escrita por la doctora en filosofía y traductora Olga Amarís se reestrena en el Teatro del Barrio
Aúrea Martínez Gresno dirige la obra de Olga Amarís, la cual presenta un encuentro imaginario entre Virginia Woolf y Carl Gustav Jung, la destacada autora del modernismo vanguardista del siglo XX, y el influyente psiquiatra suizo y discípulo de Freud
Encarnar a Woolf y Jung
La trama se desarrolla en un palco de la Ópera, donde ambos personajes conversan sobre la dificultad de vivir una vida íntegra bajo las limitaciones de los géneros masculino y femenino. ¿Es eso posible? ¿Quieren ellos sucumbir a esa imposición?
A lo largo de su diálogo, se despojan de los velos sociales y revelan secretos íntimos, generando momentos cómicos. Este encuentro les permite explorar nuevas formas de pensar y sentir en un contexto histórico marcado por guerras y misoginia, culminando en un final sorprendente.

Roser Pujol y Balbino Lacosta, en sus roles, deben encarnar a Woolf y Jung, respectivamente. Ambos regalan interpretaciones que permiten conectar con sus luchas internas y sus cuestionamientos sobre la identidad.
La colaboración de estos artistas es fundamental para transmitir el mensaje de la obra y generar un espacio de reflexión en el que se cuestionen las normas establecidas sobre género y sexualidad. Y sin duda, lo consiguen.
El público ríe, el público llora y el público contiene la respiración. Para mí, este es uno de los fuertes que ha conseguido que La doble vida de Virginia Woolf se reestrene en el Teatro del Barrio.
Ambos dos generan una magia en el escenario de la que el espectador no puede escapar. Sin duda es todo un placer verlos encima del escenario y no verlos a ellos sino a una Virginia y a un Carl despojados de toda su seriedad y lanzados al desboque.
La creación de la historia: dirección y guion
La obra es particularmente interesante porque aborda la disolución de los géneros, desafiando las clasificaciones binarias que a menudo limitan la experiencia humana. Olga Amarís, la autora, plantea que el lenguaje tradicional resulta insuficiente para nombrar la diversidad de la realidad y que la androginia puede ofrecer una solución intermedia a esta disolución de géneros.
La obra invita al público a reflexionar sobre la identidad, la sexualidad y la complejidad de la condición humana, proponiendo que la contradicción y la multiplicidad deben ser abrazadas en lugar de evitadas. La inclusión de momentos cómicos dentro de esta profunda temática también añade una capa de accesibilidad y entretenimiento.
Además, ha sido Áurea Martínez Fresno, la que ha dirigido este encuentro imaginario entre Virginia Woolf y Carl Gustav Jung. Ella, como directora, ha tenido la responsabilidad de asegurar que se le de vida a esta compleja interacción entre dos figuras icónicas. Ha guiado a los actores para que expresen las sutilezas emocionales y temáticas de la obra. Y sin duda, todo un éxito. El amalgama de emociones que se genera encima del escenario denota una dirección majestuosa por su parte.
¿Y todos los profesionales detrás del telón?
Espléndidos. Por eso La doble vida de Virginia Woolf reestrena en el Teatro del Barrio. Una escenografía que te hace pensar que tú como espectador estás desde otro palco viendo lo que les ocurre. Esther García sin duda acertó con las decisiones. Además con Jaime Miñarro que supo cómo crear una ambientación tanto lumínica y sonora que nos transportase al bullicio de las pausas de una obra teatral.

El vestuario por Ana de Terry es genial, la relevancia que adquiere en esta obra es tanta, que sin duda el espectador agradece cómo de bien está diseñado. Y lo mismo ocurre con la coreografía, de Luis Santamaría, que consigue mantener a todos los espectadores cautivados y darle el remate final a lo que ha sido una historia llena de reflexiones y matices que pocos olvidarán al llegar a casa.
Sin duda, la dirección de producción y producción ejecutiva por parte de Algalope, Parking lleno y Lokearte, fue todo un acierto. Es necesario que historias como estas tengan cabida en nuestros escenarios. La revolución mental ocurre desde el arte, y esta obra lo consigue. Plantear una reflexión sobre la identidad de género en la actualidad usando a dos grandes referentes históricos, no es más sino algo brillante que producir.

