El todavía alero de los Heat ha sido suspendido indefinidamente por la franquicia por motivos disciplinarios
Es la tercera sanción que recibe tras hacerse pública su intención de ser traspasado antes del cierre del mercado el 6 de febrero, esta vez sin una fecha para su retorno.
Jimmy Butler se ha convertido en uno de los protagonistas principales del final de mercado en la NBA. 5 años después de su llegada a Miami, la díscola estrella está decidido a poner fin a su etapa en Florida, y está haciendo lo posible porque sea esta misma temporada.
Este pulso entre jugador y franquicia representa un ejemplo más del creciente poder de los jugadores en la liga. Una tendencia al alza que empieza a monopolizar titulares a medida se acerca el final del mercado de traspasos, con estrellas de mercados grandes y pequeños poniendo en jaque a quienes, en principio, controlan su futuro en la liga.
Una relación deteriorada en los últimos meses
Butler parecía encaminado ha convertirse en una nueva leyenda Heat tras llevar a Miami a dos finales contra todo pronóstico. En 2020 y 2023, se erigió líder indiscutible de un equipo que no partía ni como candidato para llegar lejos en playoff, y los llevó en volandas a dos finales en las que eso sí, no pudo hacer nada para evitar la derrota frente a Lakers y Nuggets respectivamente.
Sin embargo, tras la derrota ante Denver, la relación entre franquicia y estrella comenzó a deteriorarse. Tras una temporada regular en la que no rindieron a un nivel tan alto como se esperaba, Miami sufrió una plaga de lesiones justo antes de playoffs, Jimmy incluido, que los dejó sin opción alguna en post temporada. Unas declaraciones de Butler durante la primera ronda en la que cayeron frente a Boston hizo públicas las diferencias existentes entre el alero y Pat Riley, dueño de la franquicia.
A partir de ahí, los rumores en torno al jugador y el potencial del equipo han ido creciendo hasta llegar a la situación actual, con la petición pública de traspaso del jugador. Tras ser suspendido siete partidos por, en palabras de Miami, «perjudicar al equipo en cancha con su actitud»; y otros dos partidos por perderse un vuelo del equipo a Milwaukee, parece más claro que nunca que Jimmy Butler no terminará la temporada como jugador de los Heat. Ahora, Butler se encuentra suspendido de manera indefinida y parece que definitivamente no volverá a jugar con la camiseta de Miami.
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El poder de los jugadores en la NBA, al alza
Butler está forzando la mano de unos Heat que independientemente de su planificación deportiva o sus deseos como franquicia, se ven obligados a traspasar a su mejor jugador. Que todo sea parte de un espectáculo público, además, contribuye a que el resto de franquicias hagan sus ofertas a la baja, conscientes de la situación que tiene Miami entre manos, obligada a vender.
Jimmy Butler está aprovechando su condición de estrella para provocar su traspaso, pero no estamos ante un hecho aislado. El empoderamiento de los jugadores en la liga en los últimos años ha sido notable, y se suceden casi cada temporada casos similares. Los límites económicos «blandos» de la liga, la llegada de nuevos y ambiciosos propietarios, y la creencia patente de que hacen falta tres super estrellas para alcanzar el campeonato contribuyen a una situación en la que jugadores eligen prácticamente a dedo su próximo destino, cuando aún está en vigor su contrato con otra franquicia.
El de Butler se une en este cierre de mercado al caso Fox en Sacramento, en una situación muy similar, y a otros casos recientes como el de Bradley Beal y su salida de Washington, el traspaso de Lillard desde Portland, o la salida de Paul George de los Thunder rumbo a los Clippers hace algunos años, en el que a día de hoy es uno de los traspasos más famosos de la historia por el jugador que es a día de hoy Shai Gilgeous Alexander.
Respuesta a la NBA como negocio
Esta corriente de estrellas poniendo en jaque a sus franquicias está siendo, por otro lado, una respuesta al control absoluto que habían tenido los equipos históricamente sobre sus activos. La NBA es un negocio es una de las frases más manidas dentro de la liga, especialmente entre jugadores que de un día para otro, ven como la que había sido su casa durante un largo periodo de tiempo deja de serlo.
Quizá el caso más evidente, por repercusión y consecuencias, fue el traspaso de Demar DeRozan de Toronto a San Antonio. DeRozan, ídolo y leyenda raptor, fue enviado de la noche a la mañana y para sorpresa de todos a San Antonio, en un traspaso en el que los Raptors recibieron a cambio a Kawhi Leonard. Este movimiento acabó llevando el primer anillo de campeones de su historia a los Raptors, pero a la vez se convirtió en el mayor reflejo de la fragilidad de los vínculos entre franquicia y jugadores, por sólidos y estables que parezcan.
DeRozan no tardó en mostrar su descontento públicamente, y fue la voz de muchos jugadores que han pasado, y pasarán por la misma situación que él. Un «desequilibrio» denunciado en numerosas ocasiones desde la asociación de jugadores, y que recientemente parece estar teniendo su respuesta liderada por algunas estrellas de la liga.
