Una pandemia que no remite, los últimos coletazos del Brexit y las polémicas fiestas en Downing Street complican el mandato del primer ministro británico.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, se enfrenta a su peor crisis política. La suma en las últimas semanas de varias polémicas ha puesto de manifiesto el descontento popular que se vive alrededor del mandatario. Tan solo dos años después de arrasar en las urnas e iniciar una nueva etapa en el país, tras la definitiva salida de la Unión Europea, son muchos los detractores, e incluso antiguos aliados, que piden su dimisión y piensan en un futuro sin la controvertida figura de Boris Johnson.
Su comportamiento en los meses más duros e inciertos de la pandemia fue el desencadenante de la actual crisis, a la que se sumaron otras polémicas de peso. A finales del año 2020, tuvo lugar en el número 10 de Downing Street (residencia oficial del primer ministro) una supuesta fiesta navideña. La celebración, que no cumplía con las normas sanitarias impuestas en aquel momento por el propio Gobierno de Johnson, desató la primera crisis, que algunos medios ya conocen con el nombre de partygate.
Las imágenes bochornosas para el primer ministro no cesaron, sino que se sucedieron en los siguientes días. La portavoz del Ejecutivo, Allegra Stratton, aparecía en un vídeo ensayando, en tono de burla, las respuestas que debería de dar a la prensa en caso de que se filtrasen estas imágenes. La portavoz asumió sus errores y al día siguiente presentó su dimisión, pero algunos echaron en falta una mayor responsabilidad por parte de Johnson.
Días después, el diario independiente The Guardian, revelaba unas imágenes de Johnson y su esposa, Carrie Johnson, en el jardín residencial de Downing Street en el que se les veía disfrutar de un distendido evento con varios invitados. La imagen correspondía al mes de mayo de 2020, cuando el Gobierno británico recomendaba quedarse en casa y evitar las reuniones con no convivientes.
El coronavirus no solo ha traído problemas a Boris Johnson por saltarse algunas de las normas impuestas, sino que su gestión en los últimos meses también está siendo duramente criticada. La variante ómicron se está extendiendo rápidamente, con récords diarios de nuevos casos, y la confusión en torno a las medidas del Gobierno para hacerle frente también se incrementa.
En medio de la actual crisis, el pasado 18 de diciembre, el encargado de las negociaciones del Brexit, David Frost, anunciaba su dimisión. La salida de uno de sus máximos valedores dejaba en evidencia que ya nadie confía en su forma de gestionar un asunto tan espinoso como las relaciones con la Unión Europea. Actualmente, Londres y Bruselas se encuentran enfrascados en negociaciones para sellar el protocolo de Irlanda del Norte o fijar una posición sobre Gibraltar.
Suenan campanas de relevo
El Partido Conservador asiste con preocupación a las polémicas en torno a su primer ministro. En el seno de la formación temen que la crisis pase factura en las próximas citas electorales. Por el momento, el pasado 16 de diciembre tuvieron lugar unas elecciones que no sentaron nada bien en el partido; después de 189 años de dominio conservador, el asiento de North Shropshire pasó a manos de los liberales. Si se celebrasen elecciones en las próximas semanas, Johnson se quedaría, según varias encuestas, muy lejos de los buenos resultados cosechados en 2019. Estas predicciones despiertan el fuego amigo en el partido. Desde las filas conservadoras, son varias las voces que cargan duramente contra el primer ministro y piden ya su dimisión.
Uno de los momentos más tensos se vivió a mediados de diciembre. La negativa de hasta cien diputados tories a aprobar las restricciones por la pandemia amenazaba con bloquear los planes del Gobierno. Este rechazo reflejó, en un escenario de mayoría absoluta, la debilidad del primer ministro, que ya no cuenta con la confianza de todo su partido. Finalmente, el apoyo de parte de la oposición permitió sacar adelante las medidas.
Los que hasta hace poco eran firmes partidarios de Johnson comienzan a mirar a otros miembros del partido que podrían convertirse en su próxima baza electoral. A los siempre mencionados Priti Patel, ministra de Interior, o Rishi Sunak, el responsable de la cartera económica, se ha sumado recientemente el nombre de la ministra de Exteriores. Liz Truss, quien ya se planteó en una ocasión presentar su candidatura es, tras la dimisión de Frost, la responsable de las negociaciones del Brexit. Todas las miradas están puestas en ella. Si consigue evitar la ruptura comercial con la Unión Europea, ganaría una importante batalla política. Sería un punto de partida para, tan pronto como Johnson toque fondo, comenzar su asalto a la candidatura conservadora en las próximas elecciones.

Por el momento, en el calendario se encuentran ya fijadas las elecciones locales. Tendrán lugar en mayo y podrían traer más incertidumbre en el futuro de Boris Johnson. El resultado de estos comicios y los frentes que se abran para el premier en los próximos meses condicionarán enormemente su ya frágil mandato.