En la noche del 31 de octubre, cuando las luces titilan y las sombras se alargan, millones de personas en todo el mundo se reúnen para celebrar Halloween, una festividad conocida por sus disfraces espeluznantes, casas embrujadas y películas de terror. Pero ¿alguna vez te has preguntado por qué disfrutamos de asustarnos en esta temporada? La respuesta a esta pregunta nos lleva a explorar la ciencia del miedo.
El miedo es una emoción poderosa, y su raíz se encuentra en el cerebro. Cuando percibimos una amenaza, la amígdala, una estructura en el cerebro, desencadena una cascada de reacciones químicas. El cortisol y la adrenalina se liberan, lo que acelera nuestro ritmo cardíaco y nos prepara para luchar o huir. Esta respuesta de «lucha o huida» es una característica evolutiva que ha ayudado a nuestros antepasados a sobrevivir.

En Halloween, las películas de terror, las casas embrujadas y los sustos cuidadosamente preparados explotan esta respuesta biológica. Cuando un monstruo salta desde una esquina oscura o un zombi se alza de su tumba en una película, nuestros cuerpos reaccionan como si estuviéramos en un verdadero peligro, liberando esa adrenalina y cortisol, pero sabemos que estamos seguros, lo que añade un elemento de emoción controlada.
Aquí está el giro sorprendente: el cerebro también libera dopamina, el neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa, durante situaciones de miedo. En una película de terror, por ejemplo, la liberación de dopamina puede crear una sensación de placer que se deriva de sobrevivir a la experiencia aterradora. Así que, aunque el miedo puede hacernos sentir incómodos, también puede ser placentero.
La sorpresa desempeña un papel clave en la ciencia del susto. Nuestros cerebros están cableados para detectar amenazas y peligros en el entorno. Cuando algo inesperado ocurre, como un susto repentino en una casa embrujada, nuestro sistema de recompensa se activa, y experimentamos una intensa emoción. Esta sorpresa puede ser adictiva, lo que nos lleva a buscar más sustos.

La exposición repetida a estímulos aterradores en un entorno seguro puede ayudarnos a superar nuestros miedos. La terapia de exposición, utilizada en psicología para tratar fobias, se basa en la idea de que cuanto más nos exponemos a lo que tememos, menos intensa será nuestra respuesta de miedo con el tiempo.
En Halloween, la ciencia del miedo se convierte en una celebración controlada de nuestras respuestas biológicas al peligro. Las películas de terror, las casas embrujadas y los disfraces espeluznantes nos permiten experimentar el miedo de manera segura y placentera. Así que, la próxima vez que te enfrentes a una experiencia aterradora en Halloween, recuerda que tu cerebro y tu cuerpo están simplemente disfrutando de una forma única de placer, aunque aterradora. ¡Feliz Halloween!