Genealogías documentales abre sus puertas en el Museo Reina Sofía para mostrar la evolución de la fotografía entre 1848 y 1917
La exposición abarca un periodo en el que, por primera vez, irrumpe en la fotografía la representación de subjetividades subalternas: las realidades de las clases populares y obreras. Genealogías documentales permanecerá hasta el 27 de febrero de 2023 en la tercera planta del Edificio Sabatini para mostrar un arte que, durante mucho tiempo, se consideró inferior.
El historiador André Rouillé denomina «imperio de la fotografía» a este periodo de la segunda mitad del siglo XIX en el que surge un nuevo régimen visual que se convierte en un instrumento del sistema cultural burgués, industrial y colonial.
En ese contexto brotan las representaciones marginales de una manera accidental en encuadres que tenían otro objetivo. Mendigos, obreros, criados, presidiarios, enfermos, chatarreros… Secciones invisibles de la sociedad. En Boulevard du Temple de París, una fotografía de Louis Daguerre, aparece un limpiabotas y supone la primera manifestación histórica de la imagen del trabajador. También es representativo el trabajo de David Octavius Hill y Robert Adamson, el primer corpus de la clase trabajadora, una comunidad pescadora de Escocia en 1845.
Genealogías documentales cierra un ciclo para el Museo Reina Sofía que se inició en 2011 con la exposición Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939 y que continuó en 2015 con Aún no. Sobre la reinvención del documental y la crítica de la modernidad. Ambas se basaron en el estudio de momentos decisivos del siglo XX para dar un relato alternativo de la evolución del discurso documental en la tradición fotográfica. La exposición actual concluye con una investigación de las claves para entender que la función documental de la fotografía se inicia con la propia aparición de esta.
Surgimiento de la imagen del pueblo
La exposición comienza con las imágenes de la Primavera de los pueblos, las más antiguas que existen de una revolución, momento en el que el proletario adquirió conciencia de clases. Más tarde, a partir de la década de los 50, la fotografía vivió un gran impulso gracias a las campañas de los monumentos nacionales. Destaca la Mission Héliograpique en Francia, que fomentó la ideología del estado nación por toda Europa. Además, Charles Nègre en París y Giacomo Caneva en Roma fotografiaron al proletariado urbano y rural con obras como El pequeño chatarrero o Monje durmiendo.
La Mission Héliograpique fue replicada en España por Charles Clifford y sus seguimientos de los viajes de Isabel II, conformando álbumes de la geografía monumental española. Sin embargo, la idea de nación que fomentaban estas obras tuvo un contrapunto: la aparición de figuras de alteridad en la periferia de los monumentos. Criados en los palacios, gitanos en la Alhambra, personajes de la calle, mendigos… Personas que suponían una fisura en el discurso de nación. En la década de los 70, John Thomson también retrató a la población de las calles de Londres y recopiló las fotografías en el libro Street Life in London.
Industrialización y urbanismo de las ciudades
En 1860 se habían iniciado reformas interiores y ensanches en ciudades como Barcelona, Madrid, Viena o París. Una nueva red de infraestructuras que se creaban y que fueron también un gran impulso para el «imperio de la fotografía». El documento estrella de este periodo es el que realizó Charles Marville sobre la reforma de Haussmann en París. En este periodo predominan imágenes de calles en demolición, en contraste con otras fotografías de las grandes avenidas que se construían.
Paulatinamente, se puso el foco en barrios de la periferia y comenzaron a aparecer en las fotografías habitantes pobres y subproletarios. Destacan las figuras de Eugène Atget en París, Heinrich Zille en Berlín y Charles Clifford en España. Además, también comenzaban a proliferar fotografías de los trabajadores en fábricas, una de las imágenes icónicas de la industrialización y la mayor representación de la mano de obra forzada.
Revolución y cambio social
La etapa final del recorrido por la concepción documental de la fotografía corresponde a las representaciones del caos urbano, los levantamientos populares y las revueltas. Durante la Comuna de París, en 1871, se produjo el primer gran corpus fotográfico de una revolución: barricadas, derribos de monumentos, asalto a edificios institucionales… Una iconografía vandálica que se vería cada vez más en otros acontecimientos como la Semana Trágica de Barcelona o las revoluciones rusas de 1905 y 1917.
El movimiento obrero cobraba importancia y, en consecuencia, se lograron pequeños avances en los derechos sociales. Surge así un nuevo género de fotografía documental enfocado a mostrar los detalles de la sociedad que necesitaban un cambio. El mayor exponente en este campo fue Lewis Hine, profundamente comprometido con la denuncia del trabajo infantil.
Genealogías documentales es una exposición que muestra la realidad de las clases populares a lo largo de la historia y cómo estas han evolucionado en el contexto sociológico y revolucionario. Sin embargo, la propia decisión de mostrar esta perspectiva ha sido tomada por la cultura dominante, un claro ejemplo de la violencia simbólica que subyace en el periodo.