¿Puede una decisión individual cambiar el rumbo de la humanidad?
El director estadounidense M. Night Shyamalan es un apasionado del cine de terror y de suspense, y así lo demuestra su extensa filmografía que incluye títulos como El sexto sentido (1999), El protegido (2000), La visita (2015) o Tiempo (2021). A ellos se une este año Llaman a la puerta, una cinta muy arraigada al contexto actual que busca la trascendencia sin abandonar lo comercial.
Hoy, coincidiendo con Almas en pena de Inisherin (Martin McDonagh, 2022), llega a la cartelera española la nueva propuesta de Shyamalan que pretende impactar al público encerrándole entre cuatro paredes. De esta forma, la película (cuyo título original es Knock at the Cabin) presenta la irrupción de cuatro extraños al paraíso vacacional de una familia durante su estancia en una cabaña en el bosque (un elemento más que manido por parte del género de terror para aislar a sus personajes).
Aun así, no se trata de una historia sobre la defensa del hogar en una lucha incansable contra los villanos, ya que estos mismos no se presentan como tal. En cambio, el director adapta la novela La cabaña del fin del mundo de Paul Tremblay (2018) para advertir del riesgo medioambiental que corre el planeta a través de un evidente paralelismo con el Apocalipsis de la Biblia. Además, la proximidad de la película con el contexto social actual queda reforzada por la familia protagonista, formada por una pareja homosexual y su hija adoptada.

En este sentido, Llaman a la puerta aúna estas temáticas para hablar de religión, homofobia o crisis climática, así como sobre la teoría de la conspiración o, más en el fondo, de la responsabilidad individual para hacer frente a los grandes retos modernos. Al final, la cinta apela directamente a los espectadores a partir del dilema que viven los dos protagonistas y de la vital decisión que deben tomar, donde lo colectivo y lo personal entran en conflicto.
¿Cumple Llaman a la puerta con su cometido?
Aunque apuesta por la duda y el misterio, el guion muestra un interés absoluto por mantener situado al espectador en la trama a través de explicaciones constantes, abandonando la sutileza a riesgo de convertir a sus protagonistas en narradores y no en personajes complejos, contradictorios o, en esencia, humanos y creíbles. Parte de ese rol contextualizador también lo cumplen los flashbacks a modo de transiciones que presentan escenas concretas sobre el pasado de la familia. Con ellas, el director intenta inducir a la empatía y representar hechos mencionados durante la trama presente, lo cual funciona mejor como recurso para prolongar la duración del filme que para enriquecer su desarrollo.
Por tanto, Llaman a la puerta no resulta una vanguardia ni una revolución para el género (aunque, por supuesto, no hace falta que lo sea). Más bien selecciona elementos comunes del terror inspirándose en películas consagradas como Fargo (Joel Coen, 1996) para transmitir un mensaje relevante con claridad, pero de una forma tan efectista que le impide alcanzar la trascendencia que buscaba.