Martin McDonagh se apoya en lo político y mitológico para entender el comportamiento humano
El director de Tres anuncios en las afueras vuelve a los cines españoles el próximo viernes 3 de febrero con un drama cómico donde el contexto histórico de la trama, que se desarrolla durante la guerra civil irlandesa, perfila el conflicto entre los dos protagonistas para crear una obra sobre dualidad, depresión y aislamiento.
Almas en pena de Inisherin llega esta semana a la gran pantalla en España como una de las películas favoritas de la temporada de premios internacionales. Tras proyectarse en la Seminci de Valladolid, la cinta británica ha cosechado ocho nominaciones en los Globos de Oro (de las cuales tres se convirtieron en galardones), otras diez en los Premios BAFTA y nueve más en los Premios Óscar. Por supuesto, siempre aparece en las categorías principales (película, dirección y guion), así como en los reconocimientos a los intérpretes o al apartado técnico.
Y no es para menos, pues McDonagh ha confeccionado una historia de gran intensidad dramática donde los fantásticos y diversos toques de humor iniciales van transformándose en escenas de una tensión abrumadora. De esta manera, la película narra la relación de dos hombres desde el punto de vista del más joven (Pádraic), quien no acepta ni comprende que su amigo de siempre (Colm) quiera sacarle de su vida.
El pulso del filme consigue que esta premisa (aparentemente simple) se desarrolle con naturalidad durante sus casi dos horas de duración, profundizando en la identidad de los protagonistas, en sus contradicciones, en su evolución… Y todo con la ayuda de sus dos secundarios principales: Siobhán, la hermana de Pádraic que otorga al filme una compleja mirada femenina, y Dominic, un joven humilde en busca de amor y amistad que esconde una brutal realidad.

Los personajes son el alma de la película. En parte, por lo preciso del trabajo realizado por los actores que les dan vida, pero también por todos los temas vitales que les rodean a lo largo de la historia: la ansiedad por trascender, la soledad, la depresión, el sentido de permanencia al hogar, la sensación de aislamiento, la vejez, la muerte o la imperiosa necesidad humana de mantener relaciones sociales.
Pero más allá de la maestría del propio guion a la hora de introducir todas estas problemáticas, es imprescindible destacar la atmósfera creada por la dirección de fotografía a través de los sutiles movimientos de cámara o el uso del desenfoque. O por lo identificativo de la banda sonora compuesta por Carter Burwell que invade de misterio a las escenas. O por una exquisita y reducida puesta en escena que contextualiza a los personajes.

Cuando la política y la mitología explican lo humano
Por tanto, la película presenta una guerra entre dos amigos como dualidad al conflicto bélico que invadía a Irlanda en los años 20. Pero resulta aún más interesante la perspectiva mística de la historia, ya que las «banshees» que menciona el título original del filme son figuras del folclore irlandés relacionadas con la muerte. De esta forma, el director reinterpreta esta idea espiritual y la personifica con un interés surrealista que refuerza la tragedia humana.
En definitiva, Almas en pena de Inisherin se erige como una obra compacta, oscura, demoledora y, para colmo, divertida que recuerda al cine de Tarkovski o Bergman. Así, McDonagh equilibra y enfrenta conceptos contrarios (drama-comedia, realidad-misticismo) mientras, al mismo tiempo, crea un paralelismo entre la guerra civil y la relación entre los dos protagonistas para hablar de la propia naturaleza del ser humano.