Un atentado que marcó un antes y un después en la Historia reciente de España y supuso un cambio en las medidas antiterroristas europeas
Las familias de las víctimas y los supervivientes, así como los miembros de los Cuerpos de Seguridad y el personal sanitario, jamás van a olvidar la agónica mañana del 11 de marzo de 2004. Poco después de las siete y media de la mañana, diez explosiones casi simultáneas derrumbaron cuatro trenes de Madrid y sembraron el caos en el país. El peor atentado sufrido en suelo Español dejó 193 víctimas mortales y miles de vidas tocadas para siempre.
Los atentados fueron perpetrados por el grupo terrorista yihadista Al-Qaeda, aunque en un primer momento los medios de comunicación y el Gobierno señalaron a ETA como posibles autores del crimen. Sin embargo, las investigaciones pronto hicieron evidente que el grupo vasco no era responsable. En 2007 la justicia condenó a tres hombres, dos de ellos en calidad de autores y uno como colaborador necesario. Fueron, respectivamente, Othman el Gnaoui, Jamal Zougam y José Emilio Suárez Trashorras.
Los hechos supusieron un radical antes y después. No sólo, como hemos mencionado, para las personas que, directa o indirectamente, sufrieron o fueron testigos de los horrores de la masacre de Cercanías, sino también para el conjunto de los españoles. Las muestras de solidaridad con los afectados y de rechazo a la violencia se volvieron multitudinarias por todo el país. Además, estos atentados tuvieron lugar pocos días antes de las Elecciones Generales, y su efecto fue innegable.
El vuelco electoral
Mientras que las encuestas daban como ganador al Partido Popular, muchos expertos coinciden en que este evento fue decisivo para que el vencedor fuera, finalmente, el Partido Socialista. Es probable que en esto influyera la desconfianza del electorado, ya que el Gobierno (en ese momento en manos del PP), mantenía la versión de la autoría de ETA, pese a que ya parecía una hipótesis descartada. De hecho, la noche anterior a las elecciones diferentes multitudes inundaron las sedes del PP exigiendo mayor transparencia con respecto a lo ocurrido, bajo el conciso lema “¿Quién ha sido?”.
El empeño del Ejecutivo en mantener una versión de terrorismo independentista podría deberse, según la mayoría de analistas, a que el año anterior España había ofrecido su apoyo a Estados Unidos en la Guerra de Irak, y había recibido, en octubre de 2003, amenazas directas de Osama Bin Laden por la participación de las Fuerzas Armadas españolas. Por tanto, asumir una motivación yihadista mandaba un mensaje a la población de que el Estado había tomado una decisión muy equivocada al participar en este conflicto, con resultados catastróficos.
No obstante, posteriores investigaciones llegaron a la conclusión de que la decisión de atentar en España fue tomada mucho antes de su implicación en Irak, concretamente, en diciembre de 2001, derivada de la detención en España de algunos sospechosos después del 11S. Tampoco la fecha tuvo como objetivo influir en los resultados electorales, como llegó a declarar Aznar en diferentes ruedas de prensa, ya que el día del atentado había sido elegido mucho antes de que se conociera la fecha de las elecciones (que debían haber sido en abril, pero fueron adelantadas).

Reacciones inmediatas
No sólo se trata del mayor atentado que ha sufrido España, sino que también es el segundo con más víctimas desde que se tiene registro en Europa. La magnitud de la tragedia del 11M motivó la implicación de diversos líderes mundiales. Estados Unidos ofreció su apoyo para localizar a los responsables, mientras que desde el Parlamento Europeo se declaró el día 11 de marzo como el Día Europeo de la Víctimas del Terrorismo.
En Francia, Polonia, Portugal, Rumanía y Gran Bretaña se sucedieron diferentes actos de conmemoración y apoyo, como la declaración de luto nacional. La economía sufrió también un golpe derivado de estos hechos, y las bolsas europeas cayeron entre un 2% y un 3%.
Como se ha mencionado, el efecto 11M derivó en la victoria del PSOE en las elecciones generales del 14 de marzo. Siguiendo la teoría de que la causa directa del atentado fue la implicación española en Irak, Zapatero, recientemente electo Presidente del Gobierno, retiró las tropas del conflicto. Además, se creó la Oficina de Atención a las Víctimas y se constituyó la Asociación 11M Afectados del Terrorismo y, meses más tarde, la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11M. En los primeros siete años se indemnizaron a más de 3500 afectados con sumas millonarias y se concedió la residencia a víctimas y familiares. Se consiguió el reconocimiento del efecto psicológico nocivo derivado de las actuaciones, lentas y tardías, de la Administración.
Consecuencias en la lucha antiterrorista
Sin duda, uno de los efectos más llamativos y que a día de hoy sigue vigente en nuestras sociedades fue la actualización de las medidas antiterroristas de España y de Europa. En nuestro país, una de las medidas directamente derivadas de los atentados del 11M fue el Plan de Prevención y Protección Antiterrorista. Creado en marzo de 2005, establece directrices generales de actuación, con el objetivo de seguir, analizar y evaluar continuamente el riesgo de atentado terrorista y coordinar la puesta en marcha de medidas preventivas y reactivas.
Se han establecido cinco niveles de riesgo en función de la probabilidad de realización de las amenazas terroristas. Cada nivel implica diferentes medidas, que se adaptan a la naturaleza de la amenaza en cada momento. La activación de cada nivel es responsabilidad de la Secretaría de Estado de Seguridad, y se basa en los informes de evaluación de amenazas elaborados por un comité de expertos. Actualmente, España se encuentra en nivel 4 de alerta antiterrorista.
El 11M supuso también una revisión profunda de las medidas antiterroristas en la Unión Europea. Se aprobó, casi de inmediato, una declaración sobre la lucha contra el terrorismo en la que se acordó crear una coordinación europea para la lucha antiterrorista. La persecución del radicalismo ha sido el foco de los esfuerzos de los Estados Miembros. En general, muchas de las medidas se centran en el intercambio de información para evitar que sospechosos encuentren escapatoria en otros países de Europa.

