En España, uno de cada tres alumnos afirma haber sufrido algún tipo de bullying, tanto dentro como fuera de los centros educativos
Comienza septiembre y con ello la vuelta a las aulas. La mayoría de niños y adolescentes españoles se incorporan al colegio en estas primeras semanas, y el miedo al acoso escolar es una realidad.
Según el último informe de la fundación ANAR, Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo, y la fundación Mutua Madrileña, el 9,4% de los alumnos en España sufre acoso escolar y/o ciberbullying. Siendo los insultos y las burlas la forma más frecuente (87,6%), seguidos del aislamiento (42,6%).
Según la AEPAE, Asociación Española Prevención Acoso Escolar, el acoso escolar es cualquier forma de maltrato físico, psicológico, verbal, social y/o virtual. Producido entre escolares de un mismo centro, de forma reiterada a lo largo del tiempo, tanto en el aula y otros espacios del colegio, como a través de las redes sociales e internet. Uno de los conceptos claves es el desequilibrio de poder, donde el victimario se empodera y la víctima va perdiendo su confianza y autoestima. A este, se le suman la reiteración y la intencionalidad, que hacen que pase de ser un suceso puntual y sin motivo aparente, a algo sistemático.
Y es que, el acoso escolar se trata de un proceso que siempre va a más y que cuenta con dos puntos de inflexión. El primero es la somatización, cuando la víctima anticipa que le va a ocurrir de nuevo y entra en un continuo estado de alerta y ansiedad. Y el segundo punto de inflexión es la rendición, que es cuando siente que no hay salida, que nadie le puede ayudar e incluso que se merece el maltrato.

Medidas a adoptar
Para hacer frente a estas situaciones, cada comunidad autónoma cuenta con un protocolo de actuación. La mayoría coinciden en que es esencial mantener separados a los implicados y escuchar a todas las partes involucradas sin ningún tipo de prejuicio. Para poder llevar un seguimiento, también es necesario documentar los incidentes con detalle e informar y mantener una comunicación continua con los padres o tutores legales de los implicados. Por su parte, la víctima debe recibir apoyo, ayuda psicológica y consejos para reducir el riesgo de futuros ataques. Mientras que el agresor se centra en, con ayuda de un psicólogo o mediador, recibir la sanción correspondiente, reconocer sus comportamientos y evitar la reincidencia. Ambos, junto a la comunidad educativa, deben formar parte de jornadas de información sobre el acoso escolar y sus consecuencias, la empatía, el respeto y la resolución de conflictos.
En estos casos, es imprescindible no guardar silencio, acudir a un adulto responsable/profesor, registrar lo que sucede y buscar apoyo emocional. Además de recordar que nunca es culpa de la víctima y recurrir, si es necesario, a los canales de ayuda. En adición a la Policía Nacional y la Guardia Civil, existen otros canales como el teléfono contra el acoso escolar del Ministerio de Educación (900 018 018), el teléfono de ANAR (900 20 20 10), el correo electrónico de AEPAE (ayuda@aepae.es), etc.
Evitar estas situaciones es trabajo de todos, es necesario educar en responsabilidad y tolerancia. Concienciar sobre el acoso escolar es el primer paso para poder combatirlo.

