El género que antaño funcionaba como activismo racial hoy se enfrenta a una crisis de identidad que puede abocar a su desaparición
El fuego se combustiona con el oxígeno, de lo contrario se apaga. En los años 40 se prendió la mecha del R&B, un género musical que garantizaba oxígeno para los afroamericanos oprimidos. El Rhythm and Blues puso la música, y la sociedad la química. Los cantos de sirena de los ritmos negros lograron cautivar a los blancos y se comenzaron a romper barreras en el segregacionismo racial.

Temas como Say It Loud I’m Black and I’m Proud de James Brown o Respect de Aretha Franklin se convirtieron en un grito revolucionario. Las canciones reivindicativas que en antaño cantaban los esclavos en los campos de algodón habían calado en la industria, y con ello, en la conciencia social estadounidense.
El soul, el góspel, el blues o el Jazz se fusionaron en el guiso del R&B . Con el tiempo, el género se sometió a una metamorfosis industrial. Las letras revolucionarias se intercambiaron por una fórmula más comercial en la que el amor se convirtió en la temática central. Del romanticismo de Barry White o Marvin Gaye se pasó al funk, y en los 90s el R&B caminó de la mano del Hip Hop.
Los máximos exponentes del género actual, como Beyoncé, The Weeknd o Drake, también son reyes del pop o del rap. La sombra del R&B abarca tantas fronteras que hoy navega por una crisis de identidad. Es por esto que desde principios del 2010 se popularizó en redes el debate acerca de si el R&B está muerto.
Memoria histórica
Expertos en la materia como Carl Chery achacan este delirio existencial a una pérdida de interés por parte de la industria. Acorde al divulgador, artistas clave en la historia del género como Stevie Wonder o Bruno Mars han sido catalogados como ¨pop¨ en las plataformas digitales. La máxima expresión de este fenómeno es Michael Jackson. Pese a saltar al escaparate mundial como artista de R&B, se ha perpetuado su imagen como el eterno rey del pop.
¿Vive entonces el R&B de las cenizas del pasado? ¿Le quedan vueltas de tuerca al género o es un juguete roto? En una mesa redonda con eminencias del género organizada por Billboard, Kehlani ponía en valor la profundidad emocional que todavía define al R&B: «Puede que no sea lo que crees que soy, pero déjame llevarte a lo que siento. Eso es lo que más aprecio en este momento». Aiko, por su parte, defiende el R&B como «la verdadera autoexpresión», en contraposición con las letras genéricas del resto de géneros.
El movimiento Black Lives Matter ha reactivado el carácter activista del género. A raíz de la agresión racista mortal que recibió George Floyd en 2020, H.E.R lanzó su single I Can´t Breathe. También produjo la banda sonora de Judas y el Mesías Negro, una película acerca de los Black Panthers, un grupo armado antirracista que luchaba contra la brutalidad policial.
Usher, una de las referencias en el R&B moderno considera impensable que el género pueda estar muerto: “Todos los que alguna vez me han dicho que el R&B está muerto suenan como locos. Especialmente cuando sé que los orígenes del R&B están en todos los demás géneros musicales”.
El R&B abre una sucursal latina
No obstante, aún estando cuestionado, el R&B se ha internacionalizado. El género se ha exportado con sus problemas de identidad incluidos. En España el género lleva años cultivándose, pero no deja de ser música de nicho. Algunas referencias del R&B latino temen toparse con un techo de cristal.
Choclock es tanto artista en solitario como productor musical. Está detrás de álbumes como Me Muevo con Dios de Cruz Cafuné, certificado como disco de oro. Forma parte de una pandilla de músicos canarios que representan uno de los bastiones de la música urbana más importantes de España. El prefijo 922 928 de Santa Cruz de Tenerife se corea en sus conciertos y su música responde a una clara influencia del R&B.

Choclock atribuye la fragilidad del R&B a una cuestión social:
«No sé si el R&B en España es una batalla perdida, pero evidentemente es una batalla complicada. Es posible que no haga mella en España porque en Estados Unidos es algo cultural. Los españoles pueden sentirlo como algo ajeno. Somos unos pocos guerreros los que luchamos por el género».
Pese a que el género esté atravesando una rabieta existencial, artistas emergentes como Pavlo ya tienen espejos en los que mirarse. Los canarios Choclock, Michael Delacalle o Cruz Cafuné son algunas de sus referencias. Él las apoda «la masía del R&B». Pavlo concibe el género como el espacio musical donde puede expresar mejor sus sentimientos.
«A la hora de expresar mis valores y mi forma de ver la vida el R&B se ajusta mejor a mí».

Respecto al techo de cristal del R&B, reflexiona acerca de si en un futuro podría migrar a otro género más rentable como el reggaetón.
«En principio me mantendría fiel, aunque también contemplaría cantar otra música que le gustase a mi público, al final el R&B no es una religión».
Para promocionar más el género, Pavlo apuesta por una solución de «marca España»:
«Pienso que al R&B latino le falta una pieza clave. Algo que nazca directamente España y no se coja artificialmente de Estados Unidos».
Esto suscita una duda fundamental: si el R&B latino siguiese a la corriente española y bebiese de su música ¿seguiría siendo R&B? Luchar contra la marea con el riesgo de hundirse o dejarse llevar por ella: el dilema del navegante. Tal vez, como la vida misma, lo que le da sentido al R&B es el riesgo de desaparecer. Mientras tanto, la mecha del R&B sigue encendida, y no hay extintor que apague la pasión de sus defensores.

