30.1 C
Madrid
sábado, 16 agosto, 2025
30.1 C
Madrid
sábado, 16 agosto, 2025

Conan Gray eleva anclas con ‘Wishbone’, su cuarto álbum

El artista transforma dos años de emociones...

Ela Taubert lanza su nuevo sencillo, ‘Quiero olvidarte (Respuesta #1)’

La artista colombiana regresa con nueva música...

Cinco escapadas cerca de Madrid para pasar el puente de agosto

Desde excursiones por la naturaleza hasta mercados...

Análisis de ‘Robot salvaje’: amor, identidad y la nueva ola del cine de animación

Las posibilidades son infinitas cuando se decide actuar con bondad, pero… ¿es posible ser bueno cuando lo vital es la supervivencia?

Robot salvaje (o The Wild Robot para quien prefiera decirlo en inglés), es, sin ningún tipo de duda, la película de animación del año. Cautivadora, polifacética, y muy, muy emocional, consigue que el espectador se levante del asiento pensando que el cine ha revivido. 

Las películas de robots han seguido unas arquitramas muy parecidas desde que Wall-E empezó a hacer cubos de basura con la tripa. Y es que, con la creciente aparición de películas sobre robots domésticos (muy acorde a nuestros tiempos, pues, a medida que avanzamos, no se ve tan lejana la idea de tener uno para nosotros), vemos que los robots bondadosos comparten una personalidad fija. 

Baymax (Big Hero 6), Wall-E y E.V.A (Wall-E), Ron (Ron da error) tienen unos comportamientos similares al mundo que los rodea y casi se podría decir que la misma personalidad (si es que podemos hablar de «personalidad» en robots), es por ello que sus historias no deben tener el eje en ellos, sino en cómo interactúan con su mundo. 

Robot salvaje ofrece un mundo y una propuesta que nunca se ha visto antes: ¿Qué pasaría si un robot de asistencia personal se perdiese en una isla, en un hábitat desconocido? ¿Qué pasaría si su tarea fuese cuidar de un ser vivo que no fuese un humano? Es con estas dos preguntas que Robot Salvaje se desarrolla con Roz como protagonista. La idea y personalidad del eterno robot doméstico sigue allí, pero su historia, entorno, justificación de sentimientos y propósito nunca se han hecho antes.

Robot Salvaje
Los tres protaognistas de ‘Robot salvaje’ | Universal

Desde los primeros momentos, la belleza visual de Robot salvaje resplandece en cada escena. Es un soplo de aire fresco en un panorama donde la animación estadounidense a menudo cae en la repetición, en la falta de originalidad y en la obsesión por el realismo; mientras que muchas producciones parecen desestimar el aspecto estético, Chris Sanders y su equipo han hecho una paleta de colores completamente novedosa, casi de videojuego, que resalta como nunca en el cine de animación en una etapa que exige que las ideas sean buenas.  

Hay innumerables escenas en esta película que podrían convertirse en obras de arte enmarcadas; se puede casi percibir la textura de cada pincelada en una obra de arte viviente. En este sentido, se asemeja más a Wolfwalkers, al legado del Studio Ghibli, a El gato con botas o al inconfundible Spider-Verse que a las animaciones convencionales que los grandes estudios están acostumbrados a hacer.

Un nuevo paradigma robótico

El peligro de ver los trailers en la actualidad es que muchos pecan de contarte toda la trama en apenas dos minutos. Cierta servidora decide ir a ver Robot salvaje sin haberle echado un vistazo al trailer, y tan solo viendo los artworks que colgaban sus animadores en X. Una vez en el cine, me llevo la primera alegría cuando Roz comienza a hablar, y es que Roz es una mujer.

O al menos, un robot con género femenino. Esto impresiona por varios motivos: el primero es porque yo ya tenía una idea preconcebida de la voz del robot, asociada a su diseño. En ilustración, es común que los robots femeninos sean representados con características físicas como curvas, pecho, y un nombre que suene melódico y femenino.

Estas nociones han sido transmitidas de generación en generación, arraigadas en visiones patriarcales que dictan cómo los colores, las formas y los diseños deberían representar a los géneros. Son conceptos difíciles de sacar de la cabeza, aún más cuando nos hemos criado con ellos en todos nuestros productos de ficción. Actualmente, sin embargo, vemos mucha más diversidad en productos infantiles (por ejemplo, Bluey, de su serie homónima, es una chica y se trata de un perro azul: muchos espectadores se sorprenden con una sonrisa cuando lo descubren), así que la esperanza no está perdida con que esta concepción cambie.

Aunque, realmente, que Roz sea de género femenino destella aún más el hecho de que estas concepciones están cambiando. Esa fue mi primera alegría: descubrir que había heroína y no héroe, como yo había creído. Mi segunda alegría fue comprobar la influencia de Studio Ghibli en el diseño de Roz.

El castillo en el cielo
Imagen de ‘El castillo en el cielo’, de Studio Ghibli | Netflix

Ya se habían comprobado las similitudes entre los robots de El castillo en el cielo y Roz de Robot salvaje, y es que el diseño es una obviedad. Sin embargo, no es, como dicen muchos, un plagio. Todo lo contrario: es una inspiración. Son conceptos muy distintos que habrá que aprender a diferenciar algún día.

La forma del cuerpo robot, los brazos, las piernas, la amabilidad y la forma que tienen los animales pequeños en apoyarse en Roz son muy similares a cómo utilizan al robot en la naturaleza de El castillo en el cielo. Inclusive, cómo la vegetación se va apoderando de su cuerpo. Repetimos lección: ¿Esto es un plagio? ¡No! En ningún momento Robot salvaje ha arrebatado la idea principal de los robots (que, en un principio, fueron asemejados con El gigante de hierro) de El castillo en el cielo

Hay un miedo creciente en los fans más acérrimos de Studio Ghibli de que, cuando Hayao Miyazaki fallezca, muchos otros estudios se van a tomar sus licencias creativas para «robar» sus diseños. Espero que sepan distinguir conceptos.

Into the unknown 

Dejando atrás la apariencia de Roz, mi otro gran miedo era encontrarme a un Baymax más. El entusiasmo generalizado por el robot de Big Hero 6 es algo que no comparto. Sin embargo, a medida que avanzaba la trama, esta idea se distendía más. Sí, Roz es un robot de asistencia, pero está en un entorno completamente desconocido para aquellos que fueron creados para cuidar: lo salvaje.

Es muy interesante cómo, sobre todo en el inicio del filme, vemos cómo «lo salvaje» se apodera de Roz, cómo no está en un entorno seguro y cómo muestran a los espectadores que la isla es peligrosa. Teniendo en cuenta la superfuerza de un robot y la sensación de autoridad que este puede dar, el espectador se siente tranquilo ante la «falsa» sensación de peligro que pueden dar los escenarios en los que Roz se encuentra, pero pronto descubrimos que esto no es así.

Roz es un robot creado por la humanidad, para la humanidad. Al encontrarse en un entorno completamente alejado de su propósito, el desconcierto se apodera de ella y debe recurrir a medidas extremas de supervivencia. Roz se enfrenta a los peligros del mundo animal, donde solo importa sobrevivir y hay una marcada cadena alimenticia que permanece intacta aún con su llegada.

Una de las escenas de 'Robot salvaje'
Una de las escenas de ‘Robot salvaje’ | Universal

Y es que así es la naturaleza y así es lo salvaje. Porque un super-algo aparezca, no quiere decir que este tenga que ser un obstáculo para que la vida deje de ocurrir. Más pronto que tarde en la película, comenzamos a entender por qué se dice que, en lo salvaje, bajo ningún concepto debemos «interferir en el modo de vida de los animales»… por mucho que veamos que una orca se come a un pingüino.

Es justamente esa reflexión la que Roz debe hacer mientras se encarga de superar su «tarea»: cuidar de un bebé gansollamado Picobrillo. Sin embargo, esta tarea tiene un trasfondo y unas ideas acerca de las familias no convencionales que resultan ser el punto más interesante de la película.

El arte de amar… a un zorro solitario

El sidekick de Roz terminará siendo un zorro llamado Bribón. De nuevo, temí encontrarme a un Nick Wilde o al zorro del Principito. No son ellos, pero hay algo de ellos en Bribón.

Cogiendo primero el ejemplo de la literatura, el zorro, a través de su conversación con el Principito, enseña importantes lecciones sobre la amistad, el amor y el entendimiento emocional. Hay algo parecido en Robot salvaje. Bribón, sin embargo, no es tan sabio como lo era el zorro del Principito, y está tan perdido como Roz, pero invita a reflexionar a la robot en varias ocasiones a través de las emociones humanas.

El Principito, The Wild Robot Robot Salvaje
El Principito y su zorro | El Principito

Es así como llegamos a una de las partes más cruciales de la película; el cuestionamiento del amor. ¿Se puede llegar a entender el cariño y el afecto cuando no se ha tenido nunca? Y es que, Bribón (tomando la parte de Nick Wilde), es un zorro solitario, chulesco, que ha preferido aislarse del mundo a pertenecer a la vida en la isla. Sin embargo, son justo este tipo de personalidades las que más cariño suelen necesitar. Bribón se termina uniendo a la familia de Roz y Picobrillo justo porque le dan ese amor que necesita.

En este trío vemos a una familia completamente distinta que queda unida por el amor. Picobrillo asume un rol de niño adoptado que es, sin duda alguna, lo mejor de la película.

El dilema del ser

Si citamos a Gabrielle Zevin en su libro Mañana, mañana y mañana cuando habla de cómo es vivir siendo un niño adoptado, o un niño en una familia bicultural: «Ser dos mitades de algo es ser el todo de un nada». 

Picobrillo experimenta ese «todo de un nada» a lo largo de toda la película. Por especie, Picobrillo es un ganso, pero según su comportamiento, sensibilidades, e incluso vocabulario, pensar que Picobrillo es un ganso es una estupidez: no sabe nadar, volar, sus movimientos son mecánicos y habla exactamente igual que un robot.

¿A qué pertenece, entonces, Picobrillo? Estamos ante un dilema de identidad severo. Picobrillo encarna ese sentimiento de desarraigo y fragmentación que describe Zevin. Es una criatura atrapada entre dos mundos, ninguno de los cuales parece aceptarlo plenamente.

Roz y Picobrillo Robot salvaje
Roz y Picobrillo de ‘Robot salvaje’ | Universal

Este conflicto es similar al que enfrentan muchos niños adoptados o biculturales, quienes, a menudo, viven entre dos culturas o identidades. Se encuentran atrapados en una zona intermedia, sin sentirse completamente parte de un solo lugar o grupo. Por un lado, tienen una herencia o una biología que los define ante el mundo, pero por otro, su crianza, costumbres y experiencias son completamente diferentes. Picobrillo, al no encajar ni en su propia especie, vive esa misma disonancia: a pesar de su apariencia de ganso, no se ajusta a las expectativas que vienen con serlo.

Así, Picobrillo no solo lucha por encontrar su lugar, sino también por ser aceptado en su totalidad. Es la representación de la lucha por pertenecer en un mundo que busca clasificar a los individuos en casillas demasiado estrechas para capturar toda su complejidad. «Ser dos mitades de algo es ser el todo de un nada».

La bondad es una forma de supervivencia

Es en esta ola del «ser o no ser» en la que la película va arrollando al espectador. No se queda en la sensación de pertenencia, sino que también va hacia el territorio de respetar al otro, del no enemies, o, en palabras del propio Robot salvaje: la bondad es una forma de supervivencia.

En un entorno donde las diferencias —sean culturales, biológicas o tecnológicas— generan tensión, la película plantea que la clave para avanzar no está en luchar o en tratar de eliminar lo que es distinto, sino en aceptar y respetar esas diferencias. El no enemies, la idea de no ver al otro como enemigo solo por ser diferente, es central aquí. La bondad, entendida como el acto de reconocer y aceptar la existencia y valor del otro, se convierte en una herramienta poderosa para la supervivencia, tanto individual como colectiva.

Roz de ‘Robot salvaje’ | Universal

La bondad no se presenta aquí como un simple acto moral, sino como una estrategia de vida, una forma de construir puentes en lugar de cavar trincheras. Roz, Picobrillo, y Bribón, con sus identidades fragmentadas y su incapacidad de encajar, representan a todos aquellos que se sienten alienados, y la única manera en que pueden encontrar su lugar es a través de la aceptación de los otros… incluso si estos otros no los aceptan a ellos.

En Robot salvaje se deja claro que la supervivencia no depende solo de la fuerza o la habilidad, sino de la capacidad de generar confianzas basadas en el respeto, la comprensión y, sobre todo, la bondad. Es prácticamente la idea perfecta para aquellos que tienen la lágrima fácil cuando se menciona el poder de la amistad.

Una patada al resto de películas de animación

Robot salvaje nos invita a replantearnos las nociones sobre identidad, pertenencia y la convivencia en un mundo donde «lo salvaje» puede ser lo normativo. Con una narrativa que se aleja de los clichés del género y un diseño que ha dado una patada a la obsesión con el shading que empresas como Disney tienen, esta película se convierte en una experiencia única dentro del cine de animación.

Va más allá de la pantalla: en un mundo tan polarizado como lo es nuestra Tierra en pleno siglo XXI; la idea de que ‘la bondad es una forma de supervivencia’ se hace relevante que nunca. Con Roz, Picobrillo y Bribón, Robot salvaje enseña que, aunque nuestras diferencias puedan separarnos, es precisamente a través de la bondad que podemos construir un futuro mejor.

El cine ha revivido, y con él, también la esperanza de que historias como esta nos recuerden lo que realmente significa ser humano… o, en este caso, ser un robot.

Actualidad y Noticias

+ Noticias de tu interés

‘El camino del padre’: el cierre de la saga que nos hizo preguntarnos qué haríamos con la eternidad

Eva García Sáenz de Urturi culmina con esta novela la saga de Los Longevos, una historia que nos ha hecho reflexionar durante más de una década sobre lo que realmente significa vivir mucho... o vivir bien Doce años después de...

‘Humus’, de Gaspard Koenig: filosofía del colapso, política del subsuelo

Humus (Seix Barral, 2025) la novela del filósofo y escritor francés Gaspard Koenig, es una inmersión radical en la tierra —literal y simbólicamente— a través de las vidas paralelas de Arthur y Kevin, dos hombres que emprenden caminos diametralmente...

Guillermo Aguirre y el consuelo de la escritura: “’Estival’ calmó a mi yo más nihilista”

En Estival, Guillermo Aguirre escribe una pertenencia, una temperatura emocional, un modo de habitar la memoria. Escribe la belleza que se esconde en las cosas pequeñas, en la repetición de lo cotidiano, en el murmullo suave de los veranos...

Descubre más desde El Generacional

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo